Por las diferencias de raza, color, religión, género, orientación sexual e inteligencia, los seres humanos somos desiguales. Pero el ideal político de igualdad ha reclamado atención desde tiempos inmemoriales. El anhelo ha sido por libertad para todos y por igualdad ante la ley, lo cual también implica cierta igualdad de bienestar en una economía de mercado. Entre la clase política nuestra, sin embargo, ese reclamo no cala hondo y está ausente en el discurso, tal vez por estar enmudecida por un vacío ideológico que le garantiza su movilidad social. El pendiente Pacto Fiscal será su gran oportunidad para demostrar que los pobres les importan.
La excesiva desigualdad social es una inmoralidad. Esta genera desigualdad de democracia, dificulta considerablemente la lucha contra la pobreza e impacta negativamente el medio ambiente, la igualdad de género y el acceso a las oportunidades educativas y de salud. “Un estudio muy reciente basado en la comparación de más de 150 artículos científicos revela que los países con mayores desigualdades económicas tienen mayores problemas de salud mental y drogas, menores niveles de salud física y mental, menor esperanza de vida, peores rendimientos académicos y mayores índices de embarazos juveniles no deseados. En esos casos también se comprobó que no es el nivel de renta sino la desigualdad económica el factor explicativo principal. Por lo que los investigadores de dicho estudio concluyen que entre los países más desarrollados, los más igualitarios obtienen un mejor comportamiento en una serie amplia de índices de bienestar social.” (Ver https://es.wikipedia.org/wiki/Desigualdad_social.)
En la palestra mundial, el tema de la desigualdad en los ingresos y la riqueza está ganando una nueva y vigorosa vigencia. El debate correspondiente se agudizó a raíz de la publicación en el 2014 por Tomas Piketty de su libro “El Capital en el Siglo XXI”, el cual reportó un alarmante crecimiento de la desigualdad social en el mundo, aunque con mayor incidencia en los países desarrollados (https://www.ted.com/talks/thomas_piketty_new_thoughts_on_capital_in_the_twenty_first_century?language=es#t-69748). Piketty demostró que el fenómeno se debe a que la tasa de retorno a la inversión de capital ha crecido muy por encima de la tasa de crecimiento del PIB, lo cual es responsable de que los ricos se están haciendo más ricos y los pobres más pobres. (Ver también World Inequality Report 2018: http://wir2018.wid.world/files/download/wir2018-summary-spanish.pdf.) El gráfico adjunto resume el cuadro mundial de la concentración de los ingresos y la riqueza.
Un reciente reporte del Foro Económico Mundial (FEM), una entidad que está proveyendo una respetable métrica de los hechos económicos a nivel global, señala la peligrosidad de la desigualdad excesiva como uno de los más graves riesgos en la economía mundial. En The Global Risks Report 2018 (http://www3.weforum.org/docs/WEF_GRR18_Report.pdf pág. 9), el FEM indica que “mientras la desigualdad global ha bajado, la desigualdad al interior de los países se ha tornado corrosiva en muchos lugares. En las pasadas tres décadas 53% de los países han experimentado un aumento de la desigualdad de los ingresos, siendo esta tendencia muy pronunciada en las economías avanzadas.” (Esto así aun cuando el cambio tecnológico favorece las aptitudes más avanzadas.) “La importancia de la desigualdad se refleja otra vez este año, en el que la disparidad creciente de los ingresos y la riqueza se colocan en un tercer lugar del ranking como motivadores de los riesgos globales en los próximos diez años.”
Por su parte, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el ungido director de la orquesta capitalista, nos ofrece las razones por las que tal tendencia es peligrosa: “La creciente desigualdad y la lentitud del crecimiento económico en muchos países han concentrado la atención en políticas que permitan promover un crecimiento inclusivo. Aunque cierto grado de desigualdad es inevitable en un sistema económico de mercado, la desigualdad excesiva puede erosionar la cohesión social, conducir a la polarización política y, en última instancia, reducir el crecimiento económico.” (Ver http://www.imf.org/~/media/Files/Publications/fiscal-monitor/2017/October/Spanish/pdf/spanish-october-2017-fm-executive-summary.ashx?la=es., pag.1.) Algún grado de desigualdad es necesario para que haya innovación y crecimiento, pero la desigualdad extrema es dañina tanto para la equidad social como para la eficiencia económica.
Es ya bien conocido que América Latina es el continente más desigual en el mundo, registrando las más bajas tasas de movilidad social. Un informe de Oxfam, la oenegé británica, de enero del 2018 concluye: “El 10 por ciento más rico de Latinoamérica concentra el 68 por ciento de la riqueza total de esa región mientras que el 50 por ciento más pobre solo accede al 3.5 por ciento…… la riqueza de los "multimillonarios" latinoamericanos creció en 155 mil millones de dólares en el último año.” (Ver https://www.oxfam.org/es/informes/premiar-el-trabajo-no-la-riqueza y https://d1tn3vj7xz9fdh.cloudfront.net/s3fs-public/file_attachments/cr-even-it-up-extreme-inequality-291014-summ-es.pdf.)
Respecto a la desigualdad en nuestro país, en los últimos años las agencias multilaterales han estado poniendo el dedo sobre esa purulenta llaga. Un reporte de una misión del FMI de febrero del 2017 señaló que los beneficios del crecimiento económico no se han distribuido equitativamente (https://www.imf.org/es/News/Articles/2017/02/13/pr1747-IMF-Staff-Completes-2016-Article-IV-Mission-to-The-Dominican-Republic). “La agenda de reformas del gobierno se ha concentrado correctamente en mejorar la educación, impulsar la oferta de viviendas y fortalecer las redes de seguridad social. Al mismo tiempo, los beneficios de un mayor crecimiento se han distribuido de manera desigual y todavía quedan importantes cuellos de botella.” Las reformas estructurales deberán profundizarse para lograr una mejor distribución de los beneficios del crecimiento económico, haciéndolo más inclusivo.
Por su parte, en sus Notas de Política del 2016 el Banco Mundial (http://economia.gob.do/mepyd/wp-content/uploads/archivos/libros/DR-Policy-Notes-spanish-web.pdf, pag.18) advertía que “a pesar del notable desempeño económico, el crecimiento en la República Dominicana no ha sido tan inclusivo como en el resto de la región; uno de cada 3 dominicanos permanece por debajo de la línea de pobreza. Creemos que el desafío principal que la economía dominicana enfrenta en este momento es entender este enigma de rápido crecimiento con reducción de pobreza limitada y abordarla con políticas que sostengan el crecimiento económico inclusivo.” Confrontar los niveles de pobreza y desigualdad es el principal desafío de la economía dominicana y debe ser ¨un compromiso de todos¨. Y en un análisis de agosto del 2017 sobre el empleo y la pobreza, el Banco concluye (http://documentos.bancomundial.org/curated/es/961021501702775249/pdf/117877-SPANISH-WP-PUBLIC-65p-Labor-markets-and-inclusive-growth-in-DR.pdf, pag.5): “El fuerte crecimiento disfrutado por la Republica Dominicana después de la crisis del 2003 no tuvo una correspondencia con un progreso sustancial similar en materia de reducción de la pobreza.”
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), por su lado, presentó recientemente una nueva Estrategia País 2017-2021 donde hace los mismos señalamientos Al despedirse del país en diciembre pasado, la Representante Montealegre exhortó al Gobierno a profundizar las reformas estructurales para afianzar las finanzas públicas y convertir el crecimiento en bienestar social (https://www.listindiario.com/economia/2017/12/14/494797/bid-sugiere-profundizar-reformas-estructurales). Montealegre refirió que “uno de los grandes riesgos que enfrenta el modelo de crecimiento económico del país, es que, de no crearse las condiciones para mejorar la calidad del capital humano, se podría perpetuar un círculo vicioso de escasas oportunidades productivas y de empleo que refuerzan el ciclo de pobreza y desigualdad.”
A pesar de que por causa de la deletérea concentración del ingreso y la riqueza la sociedad dominicana esta hoy atenazada por la desigualdad social, a la clase política y a los medios de comunicación parece no importarle la ínfima movilidad social y la transmisión intergeneracional del estatus socioeconómico. En las entregas siguientes abordaremos los detalles de la situación y los desafíos que un Pacto Fiscal deberá enfrentar para remediarla.