Las sociedades con grandes desigualdades se caracterizan por la existencia de dos polos diferenciados y distantes entre sí. Uno minoritario que atesora grandes riquezas y otro amplio sumergido en la pobreza. Entre ambos, se encuentra una franja de clase media, con un tamaño correspondiente al desarrollo de la economía y la distribución del ingreso. Un segmento del polo más desfavorecido desarrolla su vida en condiciones tan extremas de depauperación que se convierten en marginados, con muy débil articulación e integración.

La marginalidad no se origina exclusivamente por el nivel de pobreza, sino fundamentalmente por la desigualdad, el aislamiento y la exclusión. Sociedades muy pobres pueden tener mucha integración y otras muy ricas producen marginados, como los "Homeless" estadounidences y los de otras sociedades prósperas del planeta.

Es indiscutible que el funcionamiento de muchas sociedades actuales termina erigiendo barreras que restringen el acceso de segmentos sociales a sus dinámicas fundamentales, lo que cuestiona el espíritu de participación y universalización que debe caracterizar la democracia. Quienes son marginados se desenvuelven en un orden ajeno y hostil, no diseñado para ellos, que los excluye primero y que los lleva a autoexcluirse después. Es así como un sistema que debería servir para integrar, acaba funcionando como una gran maquinaria impersonal que va dejando a miles y millones de seres humanos desamparados, marginados y triturados, los cuales pasan a formar parte de los “daños colaterales” que señala Bauman.

La existencia de grandes niveles de desigualdad y marginalidad afecta el empoderamiento y la cohesión social, componentes deseables de la democracia y de una condición existencial satisfactoria. El empoderamiento se vive como sensación de poder manejar las variables sociales externas que atañen nuestras vidas. Tiene que ver con la capacidad de conducción intencional de las acciones propias y con la percepción de poder materializar las decisiones que se adoptan. Es un factor que incrementa el sentido de pertenencia y la auto-inclusión. Se vive como "pez en el agua", contrario a la sensación de hostilidad, indefección y escasa capacidad para incidir en el ambiente que produce la marginalidad que se expande y multiplica con el acrecentamiento de la desigualdad social.

Al reforzar el sentido de derecho individual y colectivo, el empoderamiento es clave para el respeto de las autoridades hacia los ciudadanos y la exigencia de rendición de cuentas. También, facilita la expresión de necesidades, contribuye a la visualización de los actores sociales y mejora la gestión pública al incrementar la participación y al acercar las decisiones a las fuentes de los problemas y necesidades. Enriquece el capital social a través de la creación de vínculos e instancias de relacionamiento y negociación entre los actores sociales. Es un factor clave en la redistribución y equilibrio del poder.

Por otra parte, la cohesión es una propiedad física que indica el grado de atracción y compactación de las partículas o componentes de cualquier cuerpo. La cohesión social se refiere a la proximidad y unidad de quienes integran un grupo o sociedad. Es resultado de las fuerzas que acercan y vinculan sus componentes humanos. Similar al empoderamiento, genera identidad y sensación de pertenencia al colectivo que se esté vinculado.

Tal y como ocurre en los objetos materiales, la cohesión social tiene mucho que ver con la homogeneidad de sus agregados. Mientras menos se diferencien, mayores serán las fuerzas internas que los relacionan y adhieren. La desigualdad, por su parte, opera en sentido contrario, produciendo divergencias y distancias entre individuos y grupos sociales.

Las sociedades son grandes agregados humanos que se integran y conforman a partir de relaciones cimentadas en símbolos y códigos compartidos. La cercanía forja una cultura similar que facilita el diálogo, el intercambio y la creación de identidades comunes. Sin embargo, la desigualdad conforma segmentos sociales diferenciados, lo que obstaculiza el contacto y la comunicación entre ellos en función de las variaciones culturales que se originan. La existencia de espacios de socialización diversos y desconocidos entre sí, contribuye a que se generen idiosincrasias, intereses y aspiraciones distintas, afectando la unidad de la sociedad.

Una sociedad cohesionada facilita la definición de grandes propuestas colectivas y proporciona una fisonomía más homogénea y saludable para la materialización de las mismas. La desigualdad dificulta la percepción de totalidad, de propósito común y colectivo. Incrementa la percepción de ser entes aislados y distantes, propendiendo la búsqueda de salidas individuales y el sálvese quien pueda.

La cohesión social intensifica la sensación de proximidad hacia el otro, conllevando un extensión subjetiva de las fronteras individuales y permitiendo que surjan más fácilmente la solidaridad y el amor al prójimo. También puede influir en la disminución de la violencia, ya que en un nivel marginal se percibe una otredad más reducida y las agresiones hacia “lo otro” tienden a sentirse un poco como hacia uno mismo.

La clase media funciona como un puente que vincula los grupos sociales polarizados. Pero la desigualdad creciente la erosiona progresivamente, ahondando la brecha entre ricos y pobres, fracturando la sociedad y distanciando sus extremos.

La movilidad social es una de las dinámicas que da mayor contenido a la democracia. La franja de clase media es la escalera por donde los más pobres pueden ascender progresivamente hacia segmentos sociales de mayor altura. Pero cuando el incremento de la desigualdad la reduce, disminuyen las escasas opciones para escalar en la jerarquía social.

La concepción de democracia ha venido evolucionando y cada vez se le entiende más como un orden que no sólo garantiza igualdad política, sino también bienestar económico e inclusión universal. Ya no se aspira sólo a la igualdad formal, sino a la mayor paridad que produzca las menores asimetrías entre los ciudadanos. El enriquecimiento de la democracia requiere del tránsito de una sociedad de derechos y libertades políticas a una de reducción de desigualdades sociales.

Algunos estudios, indicadores internacionales y la percepción de cualquier persona dan cuentan de una expansión progresiva de la desigualdades en muchas sociedades del planeta. De no ser revertida la situación, su crecimiento terminará deteriorando los sistemas democráticos y la calidad de vida de la mayor parte de su población a mediano y largo plazo. Si no se extirpa a tiempo este mal, su presencia se convertirá en una cantera de inconformidades crecientes que terminarán atizando la tensión y la violencia social.