“. . .va a desatar una tormenta de corrupción y un DESGUAÑANGUE institucional. . .”
Esta es una voz que pertenece al español dominicano desde hace muy largo tiempo. Esta aparece en los diccionarios de español americano, así como en los repertorios del habla de los dominicanos. En esta sección se repasarán las acepciones que constan en las obras dedicadas a las voces hispanoamericanas. Se tomará especial cuidado en señalar un aspecto del verbo y el sustantivo del título, que según la opinión de quien escribe estas reflexiones, falta que se incorpore en calidad de acepción en el español dominicano.
D. Pedro Henríquez Ureña documentó el uso del verbo desguañangar en su obra El español en Santo Domingo en 1940. Además, se ocupó de la palabra desguañangado, la que retiene por “desmadejado, deshecho”. Con respecto del verbo le atribuye D. Pedro las equivalencias de “romper, desarmar”. Desde esa época los lexicógrafos, casi todos, se han limitado a repetir lo que escribió el gran humanista.
El Diccionario del español dominicano (2013:254) ha actualizado las acepciones de acuerdo con los cánones modernos y la evolución del concepto. Desguañangar es, “Estropear, romper una cosa”. En funciones transitivas el verbo expresa, “Hacer daño a alguien”. En funciones de verbo intransitivo pronominal es, “Estropearse, romperse una cosa”. “Hacerse daño una persona”.
Con respecto de desguañangue, el mencionado diccionario asienta como primera acepción, “Alboroto, desorden”. Luego añade, “Desaliño, mal aspecto” y “cansancio, falta de fuerzas”.
La precisión que se manifestó más arriba consiste en asegurarse de anotar que en las definiciones del verbo, el cansancio a que se refiere desguañangar para las personas se refleja en las coyunturas, de donde algunos hablantes de español dominicano lo hacen equivalente de “desgonzar”, pero aplicado a las “articulaciones humanas”.
Cuando el verbo se utiliza para cosas compuestas de varias partes, en muchos casos sirve para expresar que la cosa que sufre las consecuencias, al desbaratarse lo hace desarmándose.
Las consideraciones anteriores se extraen de la observación del empleo del verbo en el habla cotidiana del hablante de español dominicano.
Antes de cerrar esta sección es pertinente que se señale que hay varios verbos que existen en el español dominicano que comienzan con la sílaba des- antepuesta a verbos inexistentes, por lo menos con un sentido opuesto al que soporta el verbo precedido por la sílaba mentada. Piénsese a estos efectos en los verbos desajilar, desbaratar, desbarrancar, desbembar, etc.
LATIGOSO
El adjetivo latigoso pertenece al español dominicano con carácter de exclusividad, tanto por su formación como por su significado. Desde el principio ha de explicarse que el adjetivo no guarda relación alguna con el látigo que los dominicanos conocen mejor con el nombre de fuete.
Latigoso encontró su reconocimiento en el Diccionario del español dominicano (2013:407), donde puede leerse, “Referido a cosa, que puede ser alargada o estirada con facilidad”.
La opinión que tiene el dominicano hablante de español, o, el hablante de español dominicano es muy pobre acerca de su medio de comunicación, especialmente de la expresión oral. En esta sección se manifestará la intención que se expresa, con palabras ajenas, “levantar, al menos un poquito, la autoestima lingüística de muchos dominicanos que viven arrastrando una especie de complejo de culpabilidad porque creen que su conducta verbal no es correcta”. Cómo hablamos los dominicanos (2004:11).
Específicamente en este apartado se examinará el origen de la voz “latigoso” y, al hacerlo, quedará claro que el hablante de español dominicano es inteligente hasta cuando forma nuevas voces que incorpora a su léxico diario.
Hay que comenzar el examen por la definición de la voz. Solo se aplica a cosas. Estas pueden ser alargadas o estiradas con facilidad. Tan pronto uno lee las dos propiedades que caracterizan al adjetivo, y la cercanía del sonido lat de latigoso tiende el hablante a relacionar a latigoso con elástico. Las propiedades de latigoso hacen pensar en dúctil que entre otras cosas expresa que puede ser alargado.
La idea que viene a la mente y memoria del hablante de español dominicano es la de una cosa que se toma por un extremo se jala por el otro extremo y puede adquirir mayor longitud. En el caso particular de quien este comentario escribe, le hace pensar en algo entre los dientes superiores e inferiores, que al masticarlo se estira o alarga y dificulta la masticación.
Por alguna razón que no puede explicarse, latigoso trae a la memoria al vendedor de palitos de coco que salía con una bandeja sobre el hombro o la cabeza en las horas del almuerzo a vender su mercancía a viva voz anunciado los palitos de coco latigosos que eran los preferidos de los marchantes. Con esta característica nombrada daba a entender que el palito no era crujiente, es decir, que no se rompía con facilidad ni hacía ruido al masticarlo.
El adjetivo tiene también relación con el cuero, pellejo o piel de cerdo asado o frito. Se ha oído decir en muchas ocasiones que el cuero está latigoso. Con eso se expresa que no está crujiente, que es de difícil masticación. En español más refinado dirían que ese alimento está correoso, es decir, que tiene flexibilidad y elasticidad y es difícil de mascar.
Como se mostró más arriba el adjetivo latigoso tiene relación con elástico, elasticidad. De esta y muchas otras voces del español dominicano puede inferirse que los dominicanismos en su mayoría obedecen a un motivo o causa lógicos.
CULECO
“. . .pero en esta carrera salió CULECO”.
Llama la atención encontrar la palabra culeco en el contexto de una carrera. Esto así por lo menos para un hablante de español dominicano. Aquí se estudiarán las diferentes acepciones que posee la palabra en cuestión en el español general, así como en el hispanoamericano. Se examinarán, en especial, las acepciones que se reconocen en el español dominicano.
La acepción para culeco que el Diccionario de la lengua española recoge es la relativa a una comparsa carnavalesca en Panamá. En el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias aparecen varias acepciones más. En Cuba es el fundillo; en Nicaragua es el padre de un niño recién nacido. Ya la última acepción tiene algún tipo de relación con la que predomina en el español dominicano.
En Honduras se califica de culeco al hombre que es homosexual; mientras que en Costa Rica es el hombre casero. No se continuará con la enumeración porque es larga y se pasará a las que tienen algún vínculo con las dominicanas.
En Cuba el culeco es la persona que se siente muy orgullosa, especialmente, los padres de sus hijos y los abuelos de sus nietos. El mentado diccionario de americanismos asienta que en República Dominicana de modo metafórico se usa para la persona vanidosa. Como puede comprobarse mediante la comparación de las diferentes acepciones, la acepción dominicana mencionada se asemeja a la cubana y, a la nicaragüense por presunción.
El culeco dominicano mantiene rasgos que destaca el Diccionario del español dominicano (2013:232), “Referido a un progenitor, sobreprotector con sus hijos”.
Después de leer las acepciones que se vaciaron más arriba, puede llegarse a la conclusión de que el empleo de culeco en la frase copiada fue un error del articulista.