El lunes 4 de febrero se hizo viral que hubo un boicot al desfile nacional de carnaval, y  poco  se ha hurgado para ponerle nombre o apellido a lo que yo también llamo  desplante, por lo cual me permito exponer un sucinto análisis de los factores que a mi juicio lo pudieron desencadenar. 

Respecto al termino boicot si tiene cabida en este hecho, ha de asociarse de que los grupos de diablos y comparsas brillaron por su ausencia en el malecón, justificado, a decir de algunos organizadores de los carnavales de los pueblos, de que el Ministerio de Cultura anunció una dieta-pírrica por cierto- de RD$ 300.00 por cada miembros de grupos o comparsas, cuestión que fue calificada por una llamada Federación Dominicana de Carnaval, Fedoca, como humillante, falta de respeto y consideración a los ¨artesanos¨ del carnaval.

Desde esa óptica a la gestión de gerencia se le puede endilgar desenfoque y desfasamiento de la realidad de la dieta que soporta una jornada de esta envergadura, en el cual, se consume mucha energía, y por efecto  la demanda, tanto de tragos como viandas se torna glotona o más apremiante.   

Respecto a la gestión del Ministerio de Cultura, podría asumirse que de fondo subyace una desconexión de dicho ministerio con los carnavales del país, en razón, como plantea la llamada Fedoca, y luce innegable, de que cultura aparece solamente para el Desfile Nacional, trazando lineamientos que no se compadece con los esfuerzos y las inversiones individuales y grupales que representa sacar a las calles un grupo de carnaval de cualquier categoría.

Ahora bien, en mi calidad de Rey del Carnaval 2019 de Bonao, ex presidente del comité organizador de cuando lo regía Cocabo, gestor cultural y social de más de 50 años, me abrogué la misión de agente de conciliación para que la Comisión Organizadora del Carnaval, depusiera actitud y que Bonao concurriera al Malecón el Domingo 3 de lo corriente, y por la radicalidad mostrada por dichos organizadores, de que no iban por la afrenta de los 300 pesos,  por la ¨humillación¨,  y máxime, que personalmente le comuniqué que en vez del primer monto, ahora sería un monto de 500 pesos por personas y que me hacía garante como Rey Momo, de todo el refrigerio y las atenciones VIP de la delegación, teniendo por respuesta una negación total y contundente.

Conversé tanto con los organizadores, que en un momento llegué a gestionar dos (2) guaguas para una delegación de mi pueblo, en el sentido de que estos –seria por cortesía’- abrieron sutilmente esta posibilidad. Pero, debo admitir que se me peló el billete.

Y no es sino cuando vi una nota que circuló por las redes, que elucubré que el asunto no me parecía tan inocente, y que podría tener un poco de cocorícamos, ya que el problema no era local, sino, casi global, lo cual me pareció mucha culpa para ser inocente, generándoseme en consecuencia,  el encendido de la mecha de aspirante a analista, surgiéndome en efecto,  varias cuestionante de simple lógica elemental  y de fundamentación del criterio de ganar-ganar que prima en unas negociaciones para buscar un punto de avenencia, lo cual propició que fuera descartando que la simple oferta de 300 pesos representara el meollo o el fondo de la negativa.    

Es entonces, que me surge la inquietud, y pido perdón por la inferencia, de que en un año preelectoral el demonio de los boicots anda suelto montado por fuertes jinetes arrancando cabezas, a lo que no escapa, quitarle lucidez y brillo a cualesquiera actividad masiva que  propenda a que sus organizadores, al tiempo de descongestionar las presiones acumuladas-catarsis-, de la sociedad ganen  posicionamiento como protagonistas, en este caso, el gobierno de turno a través del Ministerio de Cultura.

Esta inferencia se mueve más a lo real, cuando recurro a la técnica de negociación de que una propuesta de una parte, si no existen razones espurias donde aparecen argumentos falsos e inventados, cuando lo que realmente existe en el fondo es explotar la bomba aunque los contrarios levanten sus banderas blancas de la paz y las soluciones, solamente en estos casos,  es que la contraparte, como sucedió, no presenta una contrapropuesta al ofertante de que se mueva un poco más a sus intereses. Y eso me hace pensar que en el fondo no se quería arreglo, sino, que entrara el mar.

Pero, según comprobé por la misión referida anteriormente, donde se le ofreció un aumento, y como quiera hubo el grito de guerra, hay que convenir que dicho desplante, habría estado salpicado de una jugada política.

Como asociatividad de la cosas, preguntamos cómo es posible que todos los carnavales del país han pasado por crisis de asaltos  por parte de autoridades municipales y otros vejámenes, y nunca se escuchó la voz de Federación alguna, decir nada, para que aparezca con la fuerza de una tromba la llamada Fedoca, azuzando un boicot samaritano cuando en verdad razonada, también tiene  pinta de una trama política.

Finalmente, cuando estudiaba ciencias políticas, nos decía un profesor, que nos cuidáramos de las espontaneidades de las masas, que siempre habrá detrás del telón una fuerza social-política que las motorice, y en lo personal, aunque deba darme por el pecho si fuera necesario,  no concibo tanta cohesión social  por una simple propuesta de 300 pesos.  No me cuadra.