Si hay un tema que desborda las pasiones a los dominicanos establecidos en la ciudad de Nueva York, es el acontecer político y judicial que se desarrolla en República Dominicana.
Las emociones con las que la diáspora manifiesta estos temas en diversos lugares de encuentro aumentan de forma gradual, llegando a veces al límite de las ofensas y la burla.
No importa el motivo de la reunión, sea este social, familiar o deportivo, pero entre dominicanos, siempre hay uno que introduce el tema en el momento oportuno para darle sazón al encuentro.
Para opinar, no se necesita experiencia, basta con hablar con firmeza interrumpiendo en el minuto preciso, demostrando un ligero conocimiento del tema en discusión sin ser un afamado politólogo o analista deportivo.
Las conversaciones siempre se inician pausadas, comedidas y de vez en cuando jocosas, pero estas van subiendo de tono e incómodas cuando hay disponibilidad de bebidas con grados alcohólicos variables, junto a un ritmo de merengue o el sonido de una bachata de amargue.
La ingesta de alcohol, que actúa como carburante automotriz de encendido rápido, sube gradualmente el límite de las pasiones desempolvando las diferencias de criterios entre los interlocutores, generando con ello discusiones acaloradas fuera de control, especialmente si existen viejas rencillas personales.
Algunos “especialistas” en meterse en el grupo sin ser rechazados, utilizan la técnica de coincidir con quien lleva la voz cantante de la discusión, expresando “estoy de acuerdo contigo”; “tú tienes razón en eso”, o simplemente y luego de un ligero sonido de que algo molestaba en su garganta: “eh, permíteme agregar algo”.
Hoy en día, no hay reunión entre los dominicanos en Nueva York que el tema central de sus conversaciones no gire sobre las investigaciones y apresamientos que se han producido por orden de la Procuraduría Especializada de Persecución de la Corrupción Administrativa (PEPCA).
Lo principales protagonistas y los más exaltados en sus conversaciones siguen siendo la magistrada Miriam Germán Brito, Procuradora General de la República, y los procuradores adjuntos Wilson Camacho y Yeni Berenice Reynoso, al frente del organismo persecutor.
Las acciones del Ministerio Público, contra los vinculados en hechos de corrupción en la pasada administración del expresidente Danilo Medina, ya no solo es el tema central en cada encuentro destacando las operaciones Coral, Caracol, Pulpo, Loteria-13, Medusa, Falcón, y el más reciente Coral 5-G.
Son los resultados de las auditorias realizadas por peritos de la Cámara de Cuentas, revelando los miles de millones de pesos que los imputados supuestamente lograron sacarle al Estado, entre los que se encuentran altos oficiales militares y policiales activos, así como familiares y exfuncionarios peledeístas en el gobierno del expresidente Medina.
Uno de los puntos básicos en las discusiones, es que no hay consenso para definir sobre en cuál de los gobiernos de los expresidentes Danilo Medina y Leonel Fernández, se cometieron más actos de corrupción administrativa.
Es en este tema que siempre entra un “sospechoso” afiliado o simpatizante del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), indicando con mucha propiedad de que en la actual administración del presidente Luis Abinader, también hay actos de corrupción en su gobierno “y nadie ha caído preso”.
Deteniendo la jugada de la partida de dominó, sobresale la opinión del jugador de turno resaltando la diferencia de que el actual mandatario, a diferencia de los anteriores, éste no ha vacilado en destituir de inmediato a los que han ignorado las acciones moralistas de la presente administración.
Pero no solo en fiestas familiares y momentos de entretenimientos es que se producen estos interesantes diálogos de la diáspora en Nueva York.
Además, pero en voz baja y suave, en las áreas comunes para la reflexión y recibimiento de dolientes en las principales funerarias del área, eso sí, siempre fuera de los salones donde se encuentran los principales familiares de la persona fallecida.
Los dominicanos, por sí solo, son la “Marca País”, también hemos podido disfrutar de sus discusiones frente a edificaciones de destacados restaurantes dominicanos en la calle 207 y avenida Dyckman; en las esquinas que conforman la famosa calle 181 y avenida de Las Américas, en el Alto Manhattan y en las zonas del Bronx.
El tema es el mismo, apasionado y generalmente con una opinión en voz alta de uno que se retira del grupo: “si ombe, eso ta’bien, que lo tranquen a todos y boten las llaves”.