De la manera que se impone abordar el presente tema es compartiendo a modo de resumen los datos que encontramos en el BBC News Mundo del 12 de abril del 2021, en donde se recoge el registro de los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales celebradas del domingo 11 de abril del 2021 en el Perú, en el cual se muestra el siguiente resultado: El izquierdista Pedro Castillo y la derechista Keiko Fujimori son los candidatos que pasaron a la segunda vuelta, según resultados tomados de los datos de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), con las actas de votación procesadas al 100%. En estas, el candidato de Perú Libre, Pedro Castillo, contó con el 19,099% de los votos, seguido de Keiko Fujimori, de Fuerza Popular (13,368%); Rafael López Aliaga, de Renovación Popular (11,699%); y Hernando de Soto, de Avanza País (11,593%, (tomado el 5 de junio del 2021 de https//www.washington post.com)

A propósito de estos resultados es que nos proponemos realizar un sucinto análisis si se trata de una simple situación particular achacable a la realidad política de Perú o que forma parte de un asunto producto de una tendencia en latinoamérica  de degeneración de la voluntad política del electorado respecto al sistema democrático o que pudiera ser la antesala de la decepción de los votantes vinculada con las propuestas electorales o el propio desgaste de los partidos tradicionales de dicha región o el mundo democrático.

Como soporte conceptual de la presunción hemos de partir que cuatro candidatos alcanzaron solo el 56.055 % de los votos procesados, mostrando en consecuencia, un 43,045 de desinterés, y los dos que pasaron a la segunda vuelta, apenas sumaron 31.667%, lo cual a primera vista se pudiera achacar a que dichas elecciones fueron celebradas en una situación crítica de estado de pandemia. Sin embargo, parece que subyacen situaciones de ribetes de desinterés político que apunta a una crisis de liderazgo y oferta electoral. En primer lugar, algunos analistas han considerado que lo que realmente existe en el sentimiento electoral de dicha nación es un antifujimorismo que se arrastra desde el ex presidente Alberto Fujimori, cuyo final político es de amarga y triste recordación, o bien sea un fiasco, cuestión que sumado a los grandes escándalos de Keiko Fujimori, hija del devastador Fujimori, también acusada y procesada por grandes escándalos de corrupción en su país.

Y del otro lado, tenemos un Pedro Castillo, Castillo que proviene de Puña, un centro rural de Cajamarca, en la sierra peruana, y que tiene como mayor impronta el haber encabezado en el 2017, una huelga de docentes que le dio visibilidad, y que encaminó una campaña que concentró prácticamente fuera de Lima, de forma tradicional, sin tanto distanciamiento social en tiempos de pandemia, quien hasta se llegó a contaminar con COVID-19. Cabe destacar que sus propuestas eran orientadas hacia un fuerte anticapitalista, pero, incluso, sus adversarios no lo vieron como una amenaza y se concentraron mucho más en criticar la candidatura de la centroizquierdista Verónika Mendoza. En tal sentido, el resultado dejó en asombro el mundo político, ya en un país de tradición derechista-pero, hasta cierto punto fracasada-, al encontrar una brecha del antifujimorismo, logra prender un poco en la preferencia electoral, pero, fíjense bien, en un 19,099% en el desahogo de las masas electoras, pero atribuible, repito al estado de ambivalencia de oferta electoral.

De otro lado tenemos la realidad de lo que yo hoy llamo vientre de alquiler electoral, que se explica en el hecho de que los demás candidatos, llámense Rafael López Aliaga, de Renovación Popular (11,699%); y Hernando de Soto, de Avanza País (11,593%), fueron llevados por partidos que siempre han sido rellenos electorales y que fueron prácticamente alquilados por el hecho de que las elites comerciales, incluso banquera asumió la estrategia de que en vez de ponerse a formar partidos nuevos, le convendría ser asumido por los partidos sin estirpes electorales, Pero sin embargo, en un momento, antes del despunte de Pedro Castillo y el resurgimiento de la Keiko, cabe destacar como preámbulo, que quienes estaban en la palestra eran; candidatos populistas de centro izquierda, Yonhy Lezcano, que no tenía propuestas estructuradas, y otro candidato de extrema derecha, Rafael López Aliaga, -fundador de ACRES GROUP, y empresario de sectores de finanzas, transporte, energía hidráulica, turismo e inmobiliaria-seguro aliado de Fujimori, por los intereses que representa-, En efecto, inclusive, poco tiempo antes de la elecciones, tenía una buena tendencia en las encuestas. En este sentido, Hernando Soto, un hombre de integración social, para que tengamos una idea hacia donde se inclinaría en segunda vuelta, ha sido ejecutivo de banco, fundador del Instituto Libertad y Democracia, pero, sobre todo, ex asesor de Alberto Fujimori y de Alain García- hombre que se inclina al estatus quo-

Sin embargo, la torta dio una voltereta, y tras los resultados obtenidos el 11 de abril, en la primera vuelta de las elecciones generales, da paso a una nueva realidad, pero, de toda forma, expresa una fragmentación poco típica en latinoamérica, a mi juicio como un espejo que los partidos políticos que se sustentan de la democracia lo asumen como un caso que puede picar y extenderse a toda la región como ya se están dando muchas evidencias. Sin embargo, de acuerdo a una opinión de la cual se hizo eco Washington Post.con, titulada Elecciones en el Perú: Un país en el dilema del antifujimorismo y el izquierdismo, calzado por Jonathan Castro Cajahuanca, el panorama político según la fuente citada, Castillo que el domingo 6 de lo corriente enfrentará a su rival Keiko Fujimori, genera un dilema para la masa electoral en razón de que está de por medio la tradición democrática y por lo tanto, surge la preocupación de cuál de los dos amenaza menos dicho sistema y el temor de que surja una nueva Venezuela en Perú.

Todo en razón de que Castillo entre otros aspectos, plantea convocar a una Asamblea Constituyente para escribir una nueva Constitución, así esto implique la disolución del nuevo Congreso o la desactivación del Tribunal Constitucional, y de la otra parte, Keiko, aunque sea la constitución votada por su padre, la defiende, y a eso le agrega, y aunque esta lidera uno de los partidos responsables de la mayor crisis política de los últimos años y siendo investigada por el Caso Lava Jato, desde la óptica de la correlación, por lo menos de los dos subsiguientes candidatos, teniendo que la derecha podría unificarse en contra de los planteamientos de ideológicos de Castillo, a lo cual se le agregaría que bajo cualquier resultado, la llamada institucionalidad democrática, estaría impactada por una baja legitimidad, pues la cantidad de votos obtenidos, de poco significativo porcentaje, en ambos casos, si tomamos en cuenta que en la anterior elección, los votos de los dos candidatos que pasaron a segunda vuelta al menos sumaban 50% de los emitidos, y aun así estalló una crisis.

Por lo tanto, estas elecciones, según los analistas, y mi criterio particular, enrumban a Perú por caminos peligrosos que pueden derivar entre el autoritarismo y el dispendio de las arcas públicas. Máxime que por la fragmentación electoral,  se generará un congreso disperso, ya que se espera que de los 23 partidos que concurrieron a las elecciones de primera vuelta más de diez (10) partidos tengan representación. Finalmente, cuando en un escenario político las propuestas electorales se cimentan en el menos malo, pues es una significa muestra que existe un descalabros de los grandes liderazgos que harán de sustentar la fortaleza de la democracia y por ende, ese propio vacío genera una dispersión del orgullo de pertenencia de las masas que aunque haya concurrido a las urnas, lo habrá de hacer sin tener alto sentimiento de orgullo y pasión por  quien, en circunstancia de desinterés resulta ganador, y más bien, resultaría un gobierno deslegitimizado, y por ende, propende a desencadenar gran fragilidad de gobernabilidad.  Por lo tanto, aunque entiendo que un fenómeno político, hasta el momento del sistema político electoral, en primera fase, se debe asegurar que no es producto de una casualidad, y que no implica un comportamiento que atañe a la región latinoamericana, pero, sí que los factores que generaron el presente escenario en Perú, jamás podría ser ajeno a las amenazas que se ciernen sobre la democracia a nivel global, en virtud de  la existencia de una crisis progresiva de la voluntad política del electorado que se siente frustrado por las expectativas insatisfechas en la instalación de elites gobernantes. Y me atrevo a considerar, por los perfiles de los dos segundos más votados, que al final esa realidad podría beneficiar a Keiko Fujimori, en razón de los intereses de las clases.