Hoy amanecí convertido en tía Corina. Para ella la energía solar es la que mantiene a todo y a  todos palpitando. Todo se recicla en la energía que emana del sol.

En esa energía vivencial todos somos “Uno”.

Nos movemos como marionetas cósmicas, hasta que caigamos en la cuenta del tío-vivo en el cual nos encontramos dando vueltas, pues vivimos concentrados en lo de aquí abajo sin apenas levantar nuestra vista hacia el núcleo planetario que nos mantiene vivos a todos. Si éste se nos apaga  todo se extingue.

Resulta y viene a ser que detrás del sol hay otro sol más grande, el “Sol Galáctico”, también conocido como el “Sol Pérsico” o el “Abuelo de los abuelos”, el centro energético que mantiene rotando a todos los demás sistemas auto-sostenibles que conforman la Vía Láctea. Esta es solamente una de las miles de galaxias que forman nuestro Universo. ¡Y existen millones y millones de universos! El nuestro es uno de los más pequeños pero a nosotros ni nos importa ni nos damos cuenta.

Un conglomerado de soles (sistemas planetarios) es una constelación y millones de constelaciones forman una galaxia. La nuestra es quizás la más pequeña de todas ellas. Somos un pequeño suspiro cósmico en medio de una noche interminable. Solamente tenemos que levantar nuestros ojos al cielo en una noche estrellada.

Así decía mi tía Corina Beato.

Como galaxia, como constelación, como sistema solar, como planeta, como continente, como islita (de hecho, “media islita flotando en la boca del Golfo de Méjico) somos menos que un granito de arena en medio de un océano sin fin.

En estos momentos nos encontramos cruzando, una vez más, el cinturón galáctico llamado “Photon Belt”, por el que atraviesa nuestro sistema  solar cada 2,600 años. Estamos entrando en un nuevo ciclo cósmico. Por eso estamos experimentando tantos espavientos mientras continuamos atravesando la galaxia. De ahí la turbulencia de Donald Trump. Abrochémonos los cinturones…por si las moscas…

Lo que el núcleo de un átomo es a nuestro organismo (micro-cosmos) eso mismo es nuestro sol a nuestro sistema planetario. Este es un macro-núcleo (macro-cosmos).

Todo se repite a sí mismo como la onda central en el medio de un inmenso lago, que se repite a sí misma hasta llegar a la orilla para luego regresar de nuevo al núcleo de donde salió, como “regresan” las olas del mar, iniciando la resaca. Nos encontramos en una nueva resaca que apenas comenzará este 20 de enero.

Nos encontramos envueltos en otra colosal resaca cósmica. Por eso vemos tanto descontrol atmosférico y tantas cosas raras sucediendo en nuestro derredor.

“Sin el sol no hay tu tía”, me dijo un año viejo por la tarde tía Corina. “De hecho, eso de Año Nuevo es un tremendo disparate”- insistía. “Debiéramos de llamarle “Vueita Nueva”, poique ei planeta inicia un nuevo ciclo airededoi dei “viejito Viejo” (el sol de medianoche)”. Lo decía con ese deje cibaeño que la caracterizaba.

El flujo de nuestras células, rozando constantemente en una lucha dialéctica contra la energía magnética de la tierra (la fuerza de la gravedad) produce un desgaste y un movimiento constante, haciendo que nuestros cuerpos envejezcan sin que apenas nos demos cuenta. Entre vuelta y vuelta nacen y mueren nuestras células, acelerando el “viaje” con los disparates que comemos y nuestros estilos de vida demenciales. La vejez es la última etapa de nuestro gran viaje orgánico. El viaje se termina cuando nuestro organismo retorna a la tierra.

“Entre vueita y vueita se aprende o se repite ei cúiso”, decía tía Corina en puro cibaeño, mientras preparaba las uvas del Año Nuevo.

Tantas y tantas vueltas y todavía no hemos caído en la cuenta de quiénes somos.

Los mismos políticos, los mismos atracos y los mismos atracadores. Las mismas desigualdades y las mismas injusticias de siempre. ¿Aprenderemos?

Hay que cambiar de dentro hacia afuera o la paz no existirá jamás sobre la tierra.

¡Desde las entrañas del sol te saludamos!

¡Te deseamos una Nueva Vueita cósmica!