¡Desde las entrañas del sol te saludamos!
Hoy amanecí convertido en tía Corina. Para ella la energía solar es lo que nos mantiene palpitando. Todo proviene y se recicla en la energía que emana del sol.
En esa energía todos somos “uno” y nos movemos como marionetas cósmicas, al menos que caigamos en la cuenta del tío-vivo en el que vivimos encaramados.
Vivimos concentrados en lo de aquí abajo sin apenas levantar nuestra vista al núcleo planetario que nos mantiene vivos. Si se nos apaga, nos jodimos. Sin él todo lo demás se desvanece y extingue como una linterna de verano en noche estrellada.
Detrás del sol hay otro sol más grande, el sol galáctico (también conocido como el Sol Pérsico o el “abuelo de los abuelos”), el centro energético que mantiene rotando a todos los demás sistemas auto-sostenibles que forman la Vía Láctea, que es solamente una de las galaxias que forman nuestro Universo. ¡Y existen millones de universos!
Un conglomerado de soles (sistemas planetarios) es una constelación y milones de constelaciones forman una galaxia. La nuestra es quizás la más pequeña de todas. “Somos los más chiquininingos de toditos”, decía tía Corina, que no tiene nada qué ver con la María Corina Machado de Venezuela.
Como galaxia, como constelación, como sistema solar, como planeta, como islita (de hecho, “media islita, aunque, por lo que vemos, parece que terminaremos siendo “una isla indivisible y completa”).
En estos momentos nos encontramos cruzando, una vez más, por el cinturón llamado “Photon Belt”, por el que atraviesa nuestro sistema cada 2,600 años, alrededor de la galaxia. Estamos entrando en un nuevo ciclo. Por eso estamos viviendo tantos espavientos.
Lo que el núcleo de un átomo es a nuestro organismo, eso mismo es nuestro sol a nuestro sistema planetario. Este es un macro-núcleo (macro-cosmos).
Todo se repite a sí mismo como la onda central en el medio de un gran lago, que se repite a sí misma hasta llegar a la orilla para regresar de nuevo al núcleo, como regresan las olas del mar después de tocar la playa, iniciando la resaca.
Nos encontramos envueltos en otra colosal resaca cósmica. Por eso vemos tanto descontrol atmosférico y tantas cosas raras sucediendo en nuestro derredor.
“Sin el sol no hay tu tía”, me dijo un año viejo por la tarde tía Corina. “De hecho, eso de Año Nuevo es un tremendo disparate”- insistía. “Debiéramos de llamarle “Vueita Nueva”, poique ei planeta inicia un nuevo ciclo alrededoi del “viejito” (el sol de medianoche)”. Lo decía con ese deje cibaeño tan suyo. No es que fuera inculta, es que se sentía más cibaeña que una amapola del Santo Cerro.
El roce de nuestros átomos, rozando constantemente en una lucha dialéctica contra la energía magnética que fluye de la tierra (la fuerza de la gravedad) produce un movimiento constante pero, al mismo tiempo, hace que nuestros cuerpos envejezcan sin que apenas nos demos cuenta. Entre vuelta y vuelta nacen y mueren nuestras células, acelerando nuestro “viaje” con los disparates que comemos y nuestros estilos de vida demenciales. La vejez es la última etapa de nuestro gran viaje orgánico. El viaje se termina cuando nuestro organismo retorna a la tierra. Ese es precisamente el nombre autóctono de nuestra isla, Keskea, Quisqueya, madre de todas las tierras. “Entre vueita y vueita se aprende o se repite ei cuiso”, me dijo tía Corina en puro cibaeño, mientras preparaba las uvas del Año Nuevo.
“¿Cuándo fue la última vez que te viste frente a un espejo?”- me preguntó tía Corina (que no tiene nada qué ver con María Corina Machado de Venezuela).
“No es que te mires, es que te veas de veidá y te des cuenta de quién eres en realidad, mientras escuchas los últimos tuntunazos de la “Vueita vieja” de la tierra”.
“¿Tantas y tantas vueitas y todavía no has caído en la cuenta de quién eres, como un carajito vira latas cualquiera, de esos que pululan por la acera de este vecindario al que llamamos “tierra?”
“Por eso fue que Miguelito (Michelangelo Bonarote) pintó a todo el mundo con las pupilas desorbitadas en la Capilla Sixtina. El de las pupilas más desorbitadas fue el Papa, que estaba más perdido que el hijo de Lindbergh, creyéndose que era infalible y el papa- upa de la Matica, en nombre del hombre más humilde que ha existido jamás en la tierra. Eso es un fraude colosal”- remató tía Corina.
Como vemos, ella era más leída que yo. “El cibaeño es el lenguaje de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz”- me dijo un día. Se sentía muy honrada de hablar cibaeño, contrariamente a otros que erróneamente lo equiparan con la falta de cultura. “Es todo lo contrario”- decía ella. “Ei cibadeño lo falaba la Reina Isabel”.
Como algunos vecinos habían convertido sus patios en pocilgas vivientes, criando sus propios cerdos para las Navidades y el Año Nuevo, tía Corina exclamaba a los cuatro vientos, para que la oyera todo el vecindario: “Aquí no hay quién viva poique hay que viví con la ñata tapá. Este tufo ei diablo es el reflejo de la sociedad de hoy. Una veidadera pocilga humana. El que menos puja, puja una lombriz con cara de político. Por eso nunca progresamos en esta islita dei carijo”.
Para tía Corina, el Año Nuevo no era más que el inicio de una nueva vueita de la tierra alrededor del sol. Si no cambiamos nuestros propios pensamientos todo va a seguir lo mismo. Los mismos políticos, los mismos atracos (¡y existen muchos tipos de atracos!), las mismas desigualdades y las mismas injusticias de siempre. Lo importante es cambiar de dentro hacia afuera.
“La paz no existirá en este valle de lágrimas jamás de los jamases, mientras no exista la paz dentro de nosotros mismos”-decía. “Este paisito lo hemos creado nosotros mismos con nuestras propias travesuras heredadas de España y de África. Es el reflejo directo, como lo fue el gran Trujo (Trujillo), de lo que somos nosotros mismos”. “A esos políticos baratos Dios les va a limpiai ei pico a toditos”.
Junto con tía Corina (que no tiene nada qué ver con María Corina Machado), te deseamos Otra Vueita. Una nueva vueita alrededor del Macro-átomo repleta de cambios estructurales (jamás como los que sugiere el Fondo Monetario).
¡Desde las entrañas del sol te saludamos! ¡Trata de no achicharrarte este Año!