Es evidente que antes de pensar en una ley  para que la población tenga el acceso a la tenencia de armas de diversos calibres, se debe tomar en cuenta los bajos niveles de seguridad ciudadana que existen en el país en estos momentos.

La tendencia en países desarrollados como es el caso de los Estados Unidos de Norteamérica, es al desarme de la población.   Son más ocurrentes los casos graves de violencia que se han suscitado en ese país por la relativa facilidad con que sus ciudadanos consiguen sus armas.

Sobran los ejemplos en ese sentido.  Por ejemplo, Apoyado en la conmoción provocada por la matanza en la escuela de Newtown, Barack Obama  lanzó la más ambiciosa ofensiva contra las armas de fuego en varias décadas, y prometió entregarse con toda su energía a lo que será una de las más costosas empresas de su segundo mandato.

No conforme con eso, el presidente Obama elaboró  una propuesta legal para la prohibición, entre otras medidas, de las armas de uso militar y ha firmado varios decretos para actuar sin permiso parlamentario en la mejora de las actuales medidas de control.

“Si hay una sola vida que podamos salvar, tenemos la obligación de intentarlo. Tenemos la obligación de actuar ahora”, dijo Obama en un dramático discurso, ante el clamor de la población estadounidense conmocionada por la matanza en la escuela de Newton.

Todos recordamos que el asesino de Newton fue identificado como Adam Lanza, de 20 años, que llevaba consigo entre dos y cuatro armas de fuego y vestía un chaleco antibalas cuando inició su sangriento asalto al colegio Sandy Hook, una localidad de la tranquila Nueva Inglaterra donde sólo se había registrado un homicidio en la última década. Según las autoridades locales, todas las armas empleadas por Lanza estaban registradas a nombre de su madre.

Este es sólo una de las matanzas sangrientas  en el gran país del Norte. El elemento que más llamó la atención que el asesino de apenas 20 años portaba armas de una gran colección que tenía su madre que era aficionada a ellas.

Ese hecho demuestra de la incapacidad de las autoridades estadounidenses en la vigilancia y control de la tenencia de armas.  En República Dominicana, todavía no existen controles ni estructuras suficientes para supervisar la tenencia de armas.

La tenencia de armas de calibres diversos es un asunto muy serio.  De hecho hacen falta más estructuras locales para una adecuada supervisión de las armas que ya hay en el país.

Actualmente todo lo relativo a las armas está controlado por el Ministerio de Interior y Policía, sin embargo otras entidades gubernamentales  deben ser insertadas en el sistema de control y supervisión, con una ley consensuada y adaptada a la realidad nacional.

No queremos una ley que sólo garantice el comercio de armas y su importación, sino que hay que pensar en una población como la dominicana, que ya está agobiada por los  hechos de violencia que la sacude. Ahí está el reto.