En el diccionario de la lengua castellana existe registrada la palabra apendejarse, que en algunos países se considera algo malsonante y cuyo significado es para una persona hacerse bobo o imbécil. Ya los dominicanos, que somos unos fenómenos en creatividad lingüística informal, estamos inventando y usando una derivación de la misma que es la ¨desapendejearse ¨.
Hay que reconocer nuestra capacidad de inventar palabras para designar muchas de las cosas difíciles de explicar que nos suceden a menudo. Así tenemos las de fucú para la mala-mala suerte, amemarse para ir más allá de atontarse, la de siripa para un mal repentino, el yeyo para el desmayo o patatús, la de canchanchán para el amigo más que íntimo, los tululuses para los pesos, y tantas otras tan originales como simpáticas.
La de desapendejarse, va cobrando cada día más fuerza entre el habla coloquial para quienes las de despertarse, despabilarse, desanestesiarse, desatontarse, desperezarse, desinhibirse, desentumecerse o desacostumbrarse, se quedan cortas para expresar la necesidad que tenemos de reaccionar ante enorme modorra colectiva que padecemos frente a tantas agresiones sociales, económicas y políticas a las que estamos sometidos los ciudadanos de este curioso país ¿Cómo es posible, que apenas tres o cuatro meses atrás nos anunciaran un aumento de un 8% en la factura de la electricidad y ahora estemos pagando un 40%, 50%, 80% y 100% más.
Si lo duda, pregúnteles a sus familiares o vecinos o vea sus propias facturas, si bien en este caso le recomendamos tomarse antes unos calmantes de potente efecto. Si uno acude al organismo oficial designado para corregir estos abusos, lo mandan de aquí para allá, de allá para acá, dando más vueltas que un trompo de muchacho y acaba desistiendo por mareo e impotencia ¿Y qué hacemos para que esto nos siga sucediendo? nada de nada ¿Qué sigue sucediendo con el gas, combustible de vital importancia en hogares y transportes ? este debería ser medido una y otra, y otra, y otra vez para evitar los tradicionales fraudes que durante años y años hemos venido soportando como estoicos consumidores.
Hace un tiempo ya hubo una campaña de fuerte alharaca y repercusión mediática al respecto. Se iban a controlar los pesos con balanzas y sofisticados aparatos especiales para detectar fraudes y esas cosas que se dicen siempre y que no acaban de llevarse a cabo nunca Al día de hoy, demasiados tanques vienen con 85 libras, más anoréxicos que una modelo de pasarela, en lugar de las 100 que deberían tener y religiosamente pagamos. Y qué hacemos para que esto no siga sucediendo? Nada de nada ¿Y la gasolina y gasoil que a la fecha deberían tener una buena cantidad de pesos menos por galón debido a las últimas y sustanciales rebajas internacionales del petróleo?
Los gobiernos se hacen oídos sordos y sigue embolsando una cantidad enorme de millones para sus asuntos de gastos prioritarios a costa del bolsillo de de los consumidores y el nivel de vida de los ciudadanos ¿Y qué hacemos para que esto no siga sucediendo? Nada de nada. ¿Y el asunto de la basura? que de manera cíclica tenemos que soportar por impericia de las autoridades correspondientes, abandonando toneladas y toneladas de desperdicios en fundas bronceándose al sol como turistas, o en desperdicios regados por las calles dejando que nos acogoten, apesten, enfermen, afeen o nos depriman. Pues la misma cantinela, nada de nada.
Ya va siendo hora de que tomemos posturas más firmes sobre estos karmas que venimos padeciendo durante décadas manifestando de manera ordena pero firme todo nuestro rechazo. Es urgente. ¡Desapendejéemos! pues.