En las últimas semanas, los dominicanos hemos sido testigo de la que considero una mala estrategia de campaña, la más autoritaria y abusiva que hayamos visto, en la que se hizo obligatorio, para todos los empleados públicos, asistir a las actividades políticas de uno de los Guppys o como se les ha querido llamar, Delfines del Danilismo.
Hay a miles de compañeros despedidos de sus empleos, sustraídos de sus salarios y del sustento de sus familias, sencillamente por no asistir a una u otra actividad de uno de los Guppys; igualmente pasa con aquellos que cometen “el atrevimiento” de asistir a una actividad o reunión de las que organiza en todo el territorio nacional, el candidato Leonel Fernández y sus tropas.
Pero, lo que el odio no les permite entender, es que a quien se despide y se le hace daño, no es solo a los “malditos Leonelistas” sino que esos Leonelistas tiene una madre y un padre que ven su hijo despedido, una esposa, unos hermanos, unos cuñados, primos, amigos y muy especialmente a cientos de miles de, ahora, excompañeros de trabajo que se entristecen, porque les duele ver como tratan a un compañero de partido, que trabajó como el que más en las campañas del presidente Danilo Medina, por el único hecho de manifestar sus actuales simpatías dentro del PLD.
Con esta estrategia, llenan los salones, polideportivos, multiusos, etc…, en donde realizan sus actividades; pero con quienes los llenan: primero, con atemorizados empleados públicos, sin considerar su condición de salud, sus compromisos familiares, sus posibles otros empleos y segundo con atemorizados ciudadanos que no simpatizan con el Guppy que organiza el evento, todo para aparentar y autoengañarse.
Su estrategia, que a todas luces, ha generado discordia y la división entre los propios Danilistas, como habíamos señalado que pasaría, en nuestro último artículo. Incluso ahora estamos seguros de que el efecto multiplicador que genera cada uno de los miles de despidos, provocados por el Guppy elegido por el equipo de palacio, le granjeó una aparente imagen de fortaleza, al lanzar su candidatura y en los primeros días de su campaña, pero en el devenir de los días, sus números se desinflaran tanto que si el proceso de Pre-Primaria hubiese sido más largo, se hubiera hecho más evidente el voto de castigo, de los propios Danilistas.
Si nos vamos a estudiar algunos momentos históricos similares a los actuales, podremos recordar, que en el año 1981, el presidente Antonio Guzmán apoyó, promovió e invirtió en lograr que el Lic. Jacobo Majluta ganara la candidatura presidencial, en unas primarias del PRD, enfrentando a Dr. Salvador Jorge Blanco. En esa ocasión, el apoyo del presidente Guzmán y de su equipo, fue realmente un apoyo a ganar o morir, pero ni así pudo el delfín Majluta, ganarle la candidatura a quien se había preparado creando una estructura política propia.
Mas recientemente, en el año 1995, el equipo del presidente Joaquín Balaguer apoyó con sus estructuras y estrategias la candidatura de Carlos Morales Troncoso, mismo que también fue derrotado por Jacinto Peynado, quien se adelantó y creo su estructura política, con un gran equipo distribuido en todo el territorio nacional.
En los casos anteriores, habría que señalar que ambos delfines (Majluta y Morales Troncoso) habían sido vicepresidentes de la Republica, por lo que eran candidatos ampliamente conocidos por toda la sociedad. Y que, a pesar de haber sido derrotados, ninguno de los dos enfrentaba a un extraordinario político, que ha sido presidente en tres períodos.
Pareciera que esta estrategia fue bien pensada y orquestada, desde la silla de alfileres, para posponer la soledad en el poder, en primer plano, evitar el surgimiento de una tercera figura en el PLD y para tratar de mantener su equipo, los más unidos posible, aparentando reciprocar el apoyo que le han dado sus compañeros danilistas.