Los Derechos Humanos son el conjunto de prerrogativas sustentadas en la dignidad humana, cuya realización efectiva resulta indispensable para el desarrollo integral de la persona. Son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los mismos derechos humanos, sin discriminación alguna. Estos derechos son interrelacionados, interdependientes e indivisibles.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos data de 1948, y es tan necesaria hoy día como en el momento de su aprobación por la Asamblea General de las Naciones Unidas. En su preámbulo considera que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana.

Federico Mayor, quien fuera Director General de UNESCO por más de una década, señaló que “el respeto de los derechos humanos garantiza la integridad física, psíquica y emocional del individuo, pero también la solidez de la estructura social y de un modelo de convivencia viable. Dichos derechos fundamentales trascienden la esfera puramente personal, siendo cuestión de índole colectiva que es preciso estudiar a la luz de la sociología, el derecho, la política y, también, la psicología”.

Mayor considera útil el abordaje de los derechos humanos como una vía para acompañar a individuos y grupos que han sufrido vulneración o violación de esos derechos; y propone mejorar las condiciones de vida del individuo, asi como su capacidad de autopercepción, su soberanía personal, dar a los aspectos afectivos y no sólo intelectuales el lugar que merecen en una formación que se denomine integral. Además, destaca la importancia de formar a los distintos grupos sociales para reaccionar de manera constructiva ante la violencia estructural e identificar los nuevos retos derivados de la globalización tales como: la diversidad de culturas, la variedad de códigos éticos y de formas de interpretar la realidad.

Los derechos humanos más que una norma jurídica, son una serie de principios que rigen la conducta social, que generan y regulan vínculos entre los ciudadanos, que orientan sobre la diversidad, el respeto a las diferencias, al reconocimiento de la otredad, la facultad de resolver los conflictos a través de la argumentación y por tanto, tienen son una herramienta clave para la redución de la violencia y la construcción de una convivencia pacífica entre las personas.

La psicología se considera una profesión al servicio del bienestar humano. Las y los profesionales de la psicología han de vincular los derechos humanos a su ejercicio profesional en cualquier ámbito, porque éstos permiten potenciar la autonomía de las personas, sujetos de las intervenciones, y de sus relacionados.

Desde la disciplina psicológica debemos fomentar el reconocimiento, ejercicio y protección de esos derechos dada la responsabilidad ética y profesional que implica la participación activa en la búsqueda del bienestar colectivo. Significa que desde los procesos terapéuticos individuales, de pareja, familiar o de grupos; hasta las intervenciones que buscan la transformación social en las comunidades, se deben realizar con un enfoque de derechos y promover las garantías que merecen la persona o la comunidad que se acompaña durante la aplicación de las estrategias psicológicas para el cambio.  Como afirmó Levine,  “promover la creación de sujetos autónomos, capaces ellos mismos de reclamar voz y participación en la vida pública”.

En ese sentido, es indispensable que desde la formación de las nuevas generaciones de psicólogos de todas las especialidades se incorpore el tema de los derechos humanos, lo que permitirá fortalecer la construcción de ciudadanía y la participación activa en la búsqueda del bienestar biológico, psicológico, social, ecológico y espiritual que cada ciudadano merece y que es parte importantísima de la misión de esta disciplina científica.

Conocer la declaración de los derechos humanos no ha sido suficiente para que todas las personas asuman y respeten esos derechos a los otros, con total independencia de edad, sexo, género, credo, nacionalidad, clase social o nivel educativo. Han pasado más de 70 años de haberse aprobado esa declaración, que considera son derechos para cada integrante de la raza humana, y que son inalienables…  A pesar de ello, grupos de personas continuaron sufriendo vulneración de derechos. Esto obligó a las Naciones Unidas a proclamar los derechos para esas poblaciones y así contamos con otras declaraciones de derechos: para la mujer, la niñez, las personas con discapacidad, las personas con discapacidad mental, para las personas migrantes, entre otros. A final de cuentas, son los mismos derechos que han debido reiterarse en virtud de la exclusión y la discriminación con que han sido tratados esos grupos en virtud de sus diferencias.

La contribución de la psicología al reconocimiento pleno de los derechos humanos y libertades fundamentales de las personas será de mucho valor para la construcción de la sociedad que todos aspiramos. Así, desde los distintos ámbitos de intervención: individuos, parejas, familias, centros educativos, centros clínicos y hospitalarios, organizaciones laborales, organizaciones no gubernamentales, grupos deportivos, y comunidades, el trabajo realizado con ese enfoque tendrá un impacto más allá del bienestar de las personas objeto de la intervención pues también movilizará las conciencias de los otros con que las primeras se relacionan.