Nuestra última entrega trató de probar la tesis de que la designación de James Brewster como Embajador de los Estados Unidos de Norteamérica en República Dominicana forma parte de un proyecto imperial de su gobierno, consistente en fortalecer al movimiento GLBT.

Una evidencia contundente a favor de nuestra posición fue el discurso del Secretario de Estado John Kerry, el pasado año, en la sede de Naciones Unidas, en el cual confesó que su gobierno, junto a otras naciones ricas, es el principal auspiciador del Fondo Global para la Igualdad, creado en el año 2011 con el propósito de financiar a los grupos de defensa de los sectores GLBT en los países en desarrollo.

La ponencia del Secretario de Estado fue transparente. Reveló que un grupo de países ricos y poderosos está financiando movimientos de insurgencia cultural en naciones pobres o en vías de desarrollo.

Los dominicanos no tenemos idea de lo que esto implica. Nuestro pensamiento acerca de los movimientos GLBT se limita al debate moral y creemos que sólo se trata de aceptar o rechazar la idea de que la institución del matrimonio se extienda a estas personas. El movimiento político GLBT no sólo se dedica a difundir una serie de ideas que a la mayoría de nosotros nos parecen irracionales. La promoción de estas creencias está motorizada por un torrente de riqueza, propaganda y poder institucional. Para muestra un botón: el seis por ciento del gasto filantrópico del mundo está dedicado al avance de la agenda GLBT.

La capacidad de recaudación de esta comunidad se ha puesto de manifiesto en los resultados obtenidos. El año 2013 fue uno de conquista para el sector: Reino Unido y Francia extendieron la figura del matrimonio a estas personas y la Suprema Corte Federal de Estados Unidos abrió el camino para la legalización de las uniones GLBT a nivel nacional en pocos años.

En un solo año, la comunidad GLBT conquistó los tres países líderes en la defensa de los derechos humanos a nivel mundial. Al mismo tiempo que consiguió leyes favorables, logró legislación que la protege de las críticas que puedan recibir de sus oponentes. Es un grupo que puede enfocarse en la ofensiva, sin temor a preocuparse por la defensa.

En conclusión, si limitamos la discusión a la República Dominicana, podemos hablar de que se está invirtiendo en la conformación de una comunidad o movimiento GLBT, auspiciado por los Estados Unidos de Norteamérica y otras naciones ricas y poderosas. Esto es sumamente peligroso para la integridad de la familia dominicana, tomando en cuenta que detrás de este nuevo grupo que ingresa al debate político nacional se encuentra un lobby mundial, forrado de dinero y posicionado estratégicamente en los centros de poder que han fungido como imperios durante los últimos seis siglos.

Es tiempo de que el combativo espíritu nacional, que ha enfrentado a los imperios en las distintas etapas de nuestra historia, se levante una vez más ante un grupo que para imponerse está decidido a borrar del mapa nuestros valores familiares y a enterrar de cuajo nuestra cultura.