El reconocimiento del derecho que tienen las personas de optar por una orientación sexual distinta a la heterosexualidad es una demanda de la comunidad LGTBI. El mes de junio está declarado como el mes del orgullo en el ámbito internacional por las luchas que han desarrollado mujeres trans, personas homosexuales, lesbianas, bisexuales e intersexuales en todo el mundo que ha costado la vida a muchas de ellas.

En nuestro país existe un movimiento social que revindica estos derechos y que reclama que se apruebe una ley contra la discriminación de las personas LGTBI, así como afrodescendiente, de origen haitiano, por condiciones de discapacidad, VIH y otros tipos de discriminaciones.

En el estudio de prácticas de crianza que realizamos para PLAN RD (2020) en las tres provincias estudiadas se les preguntó a las personas (adultas y adolescentes) sobre si entendían que las personas homosexuales, lesbianas y transexuales tienen derechos que deben ser respetados. La mayoría de la población adulta y adolescente en las encuestas señaló que esta población tiene derechos (82% en ambos casos) y solo un 15 y 16% lo negó. Mostrándose así una alta aceptación de que son sujetos de derechos en comunidades rurales y urbano-marginales de las tres provincias estudiadas.

Al profundizar desde grupos focales sobre el tema con preguntas abiertas encontramos distintos matices en las percepciones de los derechos que oscilan desde el rechazo hasta la aceptación. Con elementos como los siguientes:

  • Discriminación hacia la población LGTBI sustentada en concepciones religiosas. “La homosexualidad, es mal hecho, si Dios le dio la oportunidad a usted para ser hombre, no puede ser mujer
  • Consideraciones de que la homosexualidad genera confusión y provoca agresión con justificaciones del bullying y acoso hacia personas LGTBI.
  • Prohibiciones a hijos e hijas de juntarse con adolescentes LGTBI. “Yo no lo dejo juntarse con muchachos raros. Si lo dejo se va a meter en eso”.
  • Reconocimiento de agresiones físicas hacia hijos e hijas con orientaciones sexuales diversas.

“Mientras viva en mi casa le doy un tablazo que se doble o se endereza”

  • Uso de la violencia en la relación padres-hijos para reforzar su masculinidad heteronormada en oposición a la homosexualidad.

Yo tengo hijos varones le digo a la madre no me lo añoñe, hay que hablarle como hombre porque ahí es que viene el problema”.

En ellas se muestra la visión de que al sexo masculino desde su niñez hay que maltratarlo para que sea agresivo y por tanto no se incline hacia la homosexualidad.

  • Cuestionamiento de la población infantil y adolescente hacia padres y madres sobre el matrimonio igualitario cuenta con respuestas agresivas y tabúes. “La hembra mía me pregunta mami como dos mujeres pueden tener un hijo. Me pregunta porque se da eso, me quilla y le digo muchacha cállate. Eso no se pregunta”.
  • Mayor tolerancia hacia la población LGBTI si fueran sus hijos e hijas o parte de la familia y con explicaciones religiosas “A cada quien lo que Dios le dio”

“Si tengo un hijo asi, yo lo acepto como Dios lo mande”

“Bueno dicen que ellos nacen con una vena, si él era hombre y decidió pasar a mujer hay que aceptarlo Es peor que haga algo malo porque uno lo rechace”

Es interesante que la concepción religiosa aplica tanto para el rechazo hacia la población LGTBI como para su aceptación. Moviéndose así la interpretación del “mandato de Dios” en ambas posiciones.

Reconocimiento de derechos en población LGBTI

Para mí los homosexuales son personas igual que nosotros que cada quien coge un camino, tiene una decisión. Yo respeto su decisión. No debemos discriminarlos

Dios lo hizo así, hay mujeres que le gusta mujeres, no es por necesidad. Porque Dios los hizo así homosexuales

Aceptación de que hijos e hijas tengan amistades de la población LGTBI

Yo lo veo algo normal. Tengo una hija que se junta con homosexuales y es normal.

Yo tengo dos sobrinos que son homosexuales y mis hijas comparten con ellos igual y no hay diferencia

Es algo que te digo que si tienen amigos así no tiene inconveniente, pero no tienen que hacer lo que ellos hacen

El abordaje de la realidad de la población LGTBI y sus derechos tiene una fuerte polarización en la población entrevistada. Esta polarización se encuentra en las distintas provincias y con los diferentes grupos poblacionales. La homofobia tiene mayor fuerza en la población adulta y no así en adolescentes. Aun así, existen brechas de tolerancia y apertura hacia los derechos de esta población LGTBI tomando en cuenta la posibilidad de tener casos cercanos en la familia o de hijos e hijas.

Se presentan reacciones muy agresivas y discriminatorias hacia la población LGTBI con prácticas de rechazo hacia la posible relación de sus hijos e hijas con personas de orientaciones sexuales diversas y de justificación de manifestaciones de violencia en caso de tener un hijo o una hija con una orientación sexual distinta.

Sin embargo, también encontramos una población adolescente en las tres provincias y algunas madres y padres que reconocen que esta población tiene sus derechos y en algunos casos lo justifican desde la perspectiva religiosa.  Algunos adolescentes reconocen que tienen amistades que son LGTBI o familiares.

Reconocer derechos a la población LGTBI es cumplir con lo establecido por la constitución. Se necesita una legislación que garantice los derechos de esta población y otros grupos poblacionales que sufren discriminación y exclusión, hasta que no logremos erradicar estas practicas desde procesos educativos y sanciones contra el acoso, violencia psicológica y física contra cualquier persona por ser distinta sexual, étnica, religioso o culturalmente no podemos afirmar que vivimos en una sociedad democrática.

Este articulo fue publicado originalmente en el periódico HOY