La depresión es una enfermedad mental que ha tomado fuerza en los últimos cuarenta (40) años, con más de trescientos cincuenta millones de personas enfermas alrededor del mundo, según el Informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS-abril/2019). La depresión es considerada como la enfermedad del siglo XXI, ya que según datos de la OMS, para el año 2023 se pronostica será la segunda causa de discapacidad a nivel mundial (OMS).
El síndrome depresivo se caracteriza por manifestaciones psicológicas, tales como humor melancólico y apático, lentitud en los procesos de pensamiento y en la actividad motora, disminución o pérdida de interés por la vida y baja estima. Los psicólogos y psiquiatras sabemos que, la tristeza es un sentimiento normal que todas las personas vivimos en algún momento en nuestras vidas como respuesta a situaciones poco gratas. Lo que no es normal es la depresión, pues es una alteración bioquímica que afecta todo el organismo humano (DSM-V-abril del 2018)
Las causas de la depresión son variadas, pero la bioquímica puede ayudar a explicar algunos casos. Las personas deprimidas muestran niveles muy altos de la hormona del cortisol y de varios agentes químicos que actúan en el cerebro, como los neurotransmisores, la serotonina, la dopamina y la noradrenalina. Desde hace veinte (20) años, la depresión se ha transformado en la perturbación psicológica más común después de la ansiedad. En las estadísticas de consumo de fármacos, los antidepresivos están a la cabeza, procedidos sólo por los tranquilizantes. Cualquier persona que experimente síntomas depresivos por un período mayor de dieciocho (18) meses debe ser vista, tratada y acompañada por un especialista en Higiene y Salud Mental (OMS-DSM-V).
En la actualidad se conocen varios tipos de depresión que requieren un abordaje diferente cada uno. La depresión leve o moderada se manifiesta con síntomas que, detectados a tiempo, se pueden manejar sin mayor dificultad y se supera en un cien por ciento (100%); mientras que, la depresión mayor se manifiesta por una combinación de síntomas, los cuales interfieren las laborales cotidianas de las personas, tales como trabajar, estudiar, dormir, comer y disfrutar de actividades que en circunstancias normales deberían resultar placenteras. La depresión suele ocurrir una vez, pero es una enfermedad que suele provocar recaídas a lo largo de la vida. Los profesionales de la Higiene y Salud Mental sabemos que, un cuadro depresivo mayor aumenta los riesgos de alteraciones cardiovasculares, cerebrales, inmunológicas y hormonales. Más del 87% de los pacientes con depresión mayor reportan algún nivel de disfunción, sea esta laboral, económica o social, así como un cuadro deprimente sobre su sexualidad (DSM-V y estudios de la OMS-Julio del 2018).
Al cuadro depresivo mayor se agrega una serie de perturbaciones somáticas como la anorexia, el insomnio y las cefaleas, poco o ningún interés por la vida, trastorno de ansiedad, entre otras. Varios estudios realizados a nivel mundial por la OMS/2012-2019 coinciden en que, la depresión mayor se origina por múltiples variables psicológicas, las cuales están siendo estudiadas por neuro científicos, psiquiatras y psicólogos. Los psiquiatras y los psicólogos sabemos que, “un cuadro depresivo mayor está marcado por un sentido de impotencia como consecuencia de un mal aprendizaje sobre el manejo del fracaso. La persona que padece depresión mayor se siente sin alma e inútil, por un lado, y, por el otro, se siente que lleva una vida sin sentido cuando el cuadro depresivo es recurrente y agobiante” (Dr. Martin Seligman, 2019).
Según el neuro científico Dr. Martin Seligman, “cuando un individuo ha padecido una serie de frustraciones relativas a la salud, al trabajo y en las relaciones sentimentales e interpersonales, es propenso a que su autoestima disminuya y desarrolle un círculo vicioso por el cual él sienta que es incapaz de llevar relaciones armoniosas y exitosas en la vida”. La depresión no tiene edad, sexo ni condición social. Un caso que ha llamado la atención de los pediatras, psiquiatras, psicólogos y médicos es, el número cada vez mayor de madres primerizas que debutan con un cuadro depresivo. Alrededor del diez (10) al quince (15) por ciento de las nuevas madres lloran y se sienten terriblemente ansiosas, no pueden dormir bien e incluso no son capaces de tomar decisiones sencillas y proteger a sus hijos (OMS-OPS reporte sobre madres primerizas, 2017). Este cuadro de salud mental se conoce como “depresión post-parto”.
La depresión post-parto es una deformación severa del baby blues (tristeza puerperal o postparto), un problema que sufren las dos terceras partes de las madres primerizas. El cuadro descrito más arriba se manifiesta con un poco de tristeza y ansiedad. No obstante, algunas madres sufren una ruptura total, denominada sicosis post-parto (DMS-V). Entre los principales síntomas de la depresión post-parto, se destacan la tristeza profunda, el insomnio, el letargo, la ansiedad y la irritabilidad. Las razones por las que se produce el cuadro baby blues en madres primerizas no están muy claras todavía, según los estudios realizados por los especialistas e investigadores de la OMS y la OPS (2002-2018). Se cree que dicho cuadro podría estar asociado al estrés o al desajuste hormonal producido durante el embarazo y el posterior parto, ya que las hormonas femeninas circulan abundantemente durante el embarazo y caen bruscamente después del parto (E-OMS-2012,00-18).
Los médicos, psicólogos y los psiquiatras sabemos que, durante el embarazo suben los niveles de endorfina, una molécula humana que provoca que el organismo humano se sienta bien. No obstante, esta molécula decae tras la mujer dar a luz. Según estudios realizados por psiquiatras y psicólogos sociales, la tristeza es un fenómeno mucho más poderoso que la propia felicidad. La neuro ciencia ha descubierto que, el placer es mucho menos poderoso de lo que se pensaba y que el dolor es más poderoso que la felicidad. La felicidad siempre es más efímera cuando la comparamos con el dolor, según un reporte científico socializados en febrero del 2018 por tres (3) psiquiatras de Inglaterra, los USA y Canadá y seis (6) psicólogos sociales y neuro científicos de la India, China, El Salvador, Guatemala, Honduras y Brasil (CR-00124-QC-F.2018)).
Por su parte, la depresión mayor tal y como se describe en el DMS-IV (Abril 2018), es la principal causa de discapacidad en los Estados Unidos de Norteamérica y en el resto del Mundo, afectando a personas cuyas edades oscilan entre los quince (15) y los setenta (70) años de edad. En el Mundo, incluyendo a los países ricos y en vías de desarrollo, la depresión mayor representa, después de las enfermedades cardiacas, la mayor carga sanitaria para los Estados y los sistemas y sub-sistemas de salud. Atender a las personas afectadas por un cuadro de depresión mayor, requiere más recursos que aquellos que se invierten en las guerras, el cáncer, el VIH y los tratamientos de las enfermedades derivadas del consumo de tabaco, drogas licitas e ilícitas y los accidentes de tránsito.
La depresión mayor es uno de los trastornos de salud mental que recibe, por un lado, un escaso tratamiento y, por el otro, un excesivo tratamiento, según los recursos de que dispongan las personas que padecen de dicha enfermedad. Muchas personas con un cuadro depresivo mayor son hospitalizadas y reciben el tratamiento psicólogo y/o psiquiátrico requerido, mientras que hay una gran cantidad de personas que sólo les queda resistir y seguir sufriendo, pese a los avances que existen en el campo psicológico, psiquiátrico, psicofarmacológico y de la neuro ciencia a nivel planetario (CR-00124-QC-F.2018). La propia atención psicológica y psiquiátrica es discriminatoria, según los recursos a los que tengan acceso las personas con una enfermedad mental grave.
Las estadísticas que se conocen indican que, alrededor del quince por ciento (15%) de la población mundial sufre de problemas mentales. De este quince por ciento (15%) de enfermos mentales, el diez por ciento (10%) con depresión mayor intenta suicidarse; mientras que casi el cien por ciento (100%) de este diez por ciento (10%) que intenta suicidarse, lo logra (OMS/OPS). El suicidio en sus múltiples formas, es una complicación de la depresión y es fundamental comprender cómo esta puede llegar a ser mortal. Estos datos son asombrosos, pues veinte (20) años atrás sólo el dos por ciento (2%) de la población que padecía de depresión mayor se suicidaba. Un dato relevante es que, cerca del cincuenta por ciento (50%) de los norteamericanos sufre de depresión leve, moderada y mayor (OMS/OPS). La depresión mayor es un problema de salud mental que tiene en jaque a los Gobiernos y a los sistemas de salud preventivos y curativos de los países industrializados y en vías de desarrollo, según los últimos estudios realizados por neuro científicos y psicólogos sociales (período 2001-2019).
Los casos de depresión mayor siguen aumentando en los países ricos y en vías de desarrollo, según las últimas estadísticas socializadas por la OMS en el mes de Noviembre del año 2019. A diario son muchos los niños, adolescentes y jóvenes que debutan con un cuadro depresivo leve o moderado. La depresión mayor presenta cuadros clínicos que se confunden con la mayoría de las enfermedades físicas. No obstante, todas las enfermedades mentales afectan de una forma u otra la salud física de las personas enfermas mentalmente. Es bueno que ustedes conozcan amables lectores que, el noventa y nueve por ciento (99%) de las personas que sufren de depresión mayor les preguntan a los psicólogos y a los psiquiatras, cómo podrían ellas salir del cuadro depresivo que les afecta. Ante esta pregunta, los psicólogos y los psiquiatras les comentamos que, el modo más seguro de ellas salir de dicho cuadro consiste en “identificar el origen de la depresión, trabajar duro para no volver a caer en la situación que provocó la enfermedad y, al mismo tiempo, hacer todo lo que esté a su alcance para no acostumbrarse a depender de los psicofármacos y los antidepresivos.
Es honesto compartir con ustedes que, los psicofármacos “son necesarios” para compensar el estado bioquímico del organismo de las personas que padecen de depresión moderada y/o mayor, pero tratar de no depender de ellos, es la peor pesadilla que tienen que soportar las personas cuyo control psico emocional depende de la medicación controlada. No obstante, alimentarse bien, hacer ejercicios, evitar el estrés innecesario, leer buenos libros, escuchar buena música, tener buenos amigos, hacer yoga, dormir entre 7 a 9 horas diaria, escribir cuentos y novelas, tener contacto con la naturaleza (parques, lagos, bosques, ríos, playas, etc.), entre otras iniciativas y hábitos sanos, contribuyen a canalizar el estrés, la angustia, el miedo, la carga laboral y social y, al mismo tiempo, prevenir cualquier cuadro de depresión moderado o mayor.