Los ministerios de Turismo, Medio Ambiente, Hacienda y Cultura han modificado la densidad de construcción de edificaciones en Verón-Punta Cana. Han decidido modificar unilateralmente la densidad de 4 niveles para construir proyectos inmobiliarios con densificación irracional. Han salido beneficiarias las empresas de Donald Trump, presidente de E.E.U.U., y Hazoury. Ahora, pueden construir torres de hasta 22 niveles. La decisión sobrelleva la violación a la Constitución dominicana y a la Ley 176-07 del Distrito Nacional y de los Municipios. Quebranta postulados de la Ley 107-13 sobre Derechos y Deberes de las Personas y su Relación con la Administración Pública y varios principios de la Ley 1-12 de Estrategia Nacional de Desarrollo; y también, contraviene el propio programa de Gobierno de Danilo Medina sobre turismo sostenible. Toda la filosofía y perspectiva en materia de uso de suelo ha sido borrada en una reunión de Confotur. El valor de uso, aliado del poder económico nacional y transnacional, se impuso a la institucionalidad de la decisión sobre el uso de suelo, que corresponde a los ayuntamientos. La nueva densificación va a quebrar la armonía de las infraestructuras, como se quiebra la armonía de la densidad en los ensanches y urbanizaciones de las ciudades y metrópolis, provocadas por los voraces desarrolladores que invierten y revierten la sostenibilidad inmobiliaria y ambiental. Aquellos que asumen la ciudad como muros, son los mismos que asumen el desarrollo turístico por la medición de los beneficios económicos más que por la humanización del disfrute de los patrimonios naturales, como es el caso de la invasión voraz del Morro de El Macao, en Punta Cana, y que el Ministerio de Turismo lo observa como una oportunidad para aportar a la meta presidencial de los 10 millones de turistas. El ordenamiento territorial en materia de uso de suelo y densificación no es competencia de un ministerio, es una competencia propia de los gobiernos locales, aquí y en el mundo institucionalizado.

Con una densidad de 22 niveles no se aporta al turismo sostenible. Es una densidad que desencadena en aislamiento social y en la pérdida de interración entre turistas. Genera espacios menos amigables por la predominancia de los muros de concretos, cuestión similar al rompimiento de los vínculos sociales por el aislamiento en que se vive en las ciudades modernas o en las metrópolis o megalópolis. La alta ocupación o masificación centralizada en pocas infraestructuras físicas incrementa las molestias provocadas por altos ruidos y por iluminación nocturna o luces artificiales. El turista busca innovación, experiencias, contactos con lo creativo y nuevo, más que con estructuras físicas apoteósicas o frenéticamente faraónicas. El turismo del siglo XXI es más abierto a la naturaleza, menos amurallado.