La cantidad de fallecidos a causa del dengue, una enfermedad endémica en el país desde hace décadas es un motivo de profunda reflexión acerca de cómo cambiar el rumbo de las políticas preventivas del país en materia de salud.
Hace dos días, a nombre del Consejo Dominicano de Unidad Evangélica (CODUE) solicité que de declarara al país en emergencia nacional, por ser el segundo país en toda América Latina en incidencias de casos de dengue reportados.
Según registra el portal de la Organización Mundial de la Salud, tenemos ese triste récord, siendo superados sólo por Brasil. Esto sin contar que estamos también entre los seis países con menor número de casos reportados.
Sin contar que tengamos casos lamentables de pérdidas humanas en dos días, tenemos un total de 97 muertes confirmadas según datos oficiales, lo que indica que las autoridades no han sabido manejar la magnitud de esta enfermedad, y a pesar de que es endémica desde hace mucho, no se cuenta con planes de prevención adecuados.
Datos conservadores del Ministerio de Salud Pública La incidencia acumulada del dengue es de 118 casos probables por cada 100,000 habitantes, representando un incremento de 2.4 veces en relación con el año 2012 y que estos datos fueron dados a conocer en su boletín.
La incidencia por esta enfermedad se ha incrementado este año en un dramático porcentaje de un 294% en comparación con los últimos cinco años y que en las provincias con mayor incidencia entre las semanas 37-40 incluye a Santo Domingo, el Distrito Nacional, Azua, Espaillat, La Vega, Hermanas Mirabal, San Cristóbal, Sánchez Ramírez, Santiago y Monte Plata.
Ahora bien la pregunta básica es la siguiente: ¿Qué debemos hacer? En nuestra opinión lo principal es ajustar de manera adecuada nuestras políticas preventivas en salud, no sólo para los casos de dengue, sino también para los de cólera. Una especie de enfoque integral preventivo que incluya a instituciones de amplio radio de acción de la sociedad como es el caso de la iglesia evangélica.
Se hace necesario de que cada año, y antes de la temporada de influencia de estas enfermedades endémicas se haga una planificación temprana involucrando en la política oficial de prevención a un sinnúmero de instituciones tanto estatales como privadas. Las iglesias de la comunidad evangélica están dispuestas a colaborar siempre, tal como lo están haciendo ahora.
Redoblar los esfuerzos para evitar muertes lamentables debe ser la tarea fundamental de toda política preventiva, tener metas de control y asimilar la realidad social de que tenemos un endemismo que debemos enfrentar.