Pandemias y población en los tiempos modernos

En el siglo XVIII, sobre todo en la segunda mitad, con los inicios de la revolución industrial, se habría cerró un larguísimo ciclo de epidemias recursivas, de acuerdo con los planteamientos clásicos de la llamada teoría de la Transición Demográfica (TD). Es el fin de la era de la peste y la hambruna o de la época de las pandemias catastróficas, y el inicio de la “era del de las pandemias en retroceso, cuando la mortalidad disminuye progresivamente; y la tasa de disminución se acelera a medida que los picos epidémicos se vuelven menos frecuentes o desaparecen”, según la teoría de la Transición Epidemiológica (TE). Marca un hito, en tanto que las fluctuaciones en la mortalidad se hicieron menos frecuentes y menos drásticas (Omran, 2005).

Sin embargo, contrario a lo se sostiene en el enfoque más canónico de las teorías de las transiciones antes invocadas, si bien la frecuencia e intensidad de las crisis de mortalidad producidas por las epidemias y pandemias disminuyeron durante el siglo XVIII, se siguieron registrando pandemias a un intervalo promedio de unos cinco años, con varios rebrotes de la peste (1720, 1743, 1764 en Italia y 1771 en Moscú), que se estima mataron unas 600 mil personas. Es durante este siglo XVIII que en Europa la viruela tuvo un periodo de expansión dramático, infectando y matando a millones de personas. En este siglo se registran en total unas veinte pandemias, en su mayoría de viruela, fiebre amarilla, tifus e influenza, entre las que se destacan la pandemia mundial de gripe de 1732; la de influenza en Europa en 1775; la de tifus en 1744 y la de viruela en 1774 en casi toda Europa; y las de fiebre amarilla en varias ciudades de EEUU entre 1795 y 1798.

Un hecho que sí fue constatado en los países hoy desarrollados es el inicio en el siglo XVIII del abatimiento generalizado y sostenido de la mortalidad endémica por enfermedades infecciosas que trajo consigo las mejoras que trajo consigo en las condiciones sanitarias y en el medio ambiente, las mejoras alimentarias, higiénicas y terapéuticas en menor medida. Esta baja sostenida en la mortalidad significó un aumento significativo en la duración de vida al nacer y una aceleración en forma exponencial del crecimiento a un ritmo no registrado antes de la revolución industrial, marcando los inicios de las transiciones demográfica y epidemiológica.

Las pandemias siguieron su agitado curso en el siglo XIX. Aunque un tanto más espaciadas y con efectos más atenuados en la población por los avances importantes en saneamiento ambiental y terapias de la medicina y la biología -sobre todo de la inmunización contra la peste, la difteria, el tétanos, la rabia, y el ántrax en el último cuarto del siglo- y la salud pública, las pandemias recurrentes siguieron afectando a millones de personas tanto en el mundo desarrollado como en el no desarrollado. En ese siglo ocurrieron cinco grandes pandemias de colera (1817-1824, 1827-1835, 1852, 1881), una epidemia de viruela en 1870-1875 y la llamada gripe rusa de 1889 que se estima mató a un millón de personas.

Pero es en el siglo XX que el ser humano toma control de la muerte, sobre todo de la mortalidad infantil. Es en ese siglo que se produce el descenso espectacular de la mortalidad por el desarrollo y aplicación de la investigación a la medicina, la quimioterapia y cirugía, con avance de la tecnología médica en inmunización y antibióticos. Sólo el descubrimiento de los antibióticos provoco un descenso simultaneo de la mortalidad catastrófica y ordinaria. El fin de las grandes epidemias tendría que ver con la efectividad de la vacunación, en el caso de la viruela, y con las medidas de saneamiento y control en lo que se refiere al cólera y la fiebre amarilla. No obstante, aún entrado el siglo XX persistieron otras enfermedades epidémicas como el sarampión, la tos ferina, la gripe y la fiebre tifoidea, mientras que la malaria y la tuberculosis siguieron siendo un componente importante en el conjunto de las causas de muerte.

Del siglo pasado hasta la fecha, las cinco pandemias más letales han sido, por este orden: viruela, sarampión, la mal llamada ‘gripe española’ de 1918, la peste negra, y el VIH. En concreto, el más letal de los virus hasta la fecha ha sido el ‘Variola virus’, causante de la viruela, hoy erradicada gracias a las vacunas. En el caso de las pandemias provocadas por virus, durante el siglo XX ocurrieron en1900, 1918, 1957 y 1968, separados respectivamente por 11, 18, 39 y 11 años. Sólo en la pandemia de influenza o gripe en1918, durante y después de la Primera Guerra Mundial, denominada “gripe española”, se estima que murieron en total entre 50 y 100 millones de personas o entre el 3 y el 6% de la población mundial. Diversos autores coinciden en afirmar que el grupo de edad más afectado en 1918 fue el de hombres y mujeres, entre veinte y cuarenta años (Crosby, 2003, p.202-226).

Posteriormente, en la segunda mitad del siglo XX ocurrieron otras dos pandemias de gripe de menor virulencia: la de influenza asiática (H2N2) de 1957 que registró un millón de muertos en todo el planeta y la de Influenza de Hong Kong (H3N2) en1968 que produjo entre un millón y cuatro millones de muertes, principalmente en grupos de riesgo tradicionalmente alto como los ancianos (Ayora-Talavera, 1999, p.58). A fines de 1946, ocurrió un brote de influenza en Japón y Corea en tropas americanas. Se extendió en 1947 a otros bases militares en los Estados Unidos, incluido Fort Monmouth, Nueva Jersey y otras ciudades de EEUU. No clasificadas como verdaderas pandemias hay 3 epidemias notables: una pseudo pandemia en 1947 con bajas tasas de mortalidad, una epidemia en niños en 1977 y una epidemia abortiva de influenza porcina en 1976 que se temía tener potencial de pandemia.

La epidemia que desde el siglo XX a la fecha ha producido más muertes es la de VIH-SIDA. Se calcula que el VIH ha podido causar alrededor de 25 millones de muertes en todo el mundo. En la primavera de 2009, surgió un nuevo virus de influenza A H1N1. Fue detectado primero en Estados Unidos y luego se extendió rápidamente por todo el mundo. Durante esa pandemia de H1N1, se estima que murieron en todo el mundo entre 151,700 y 575,400 personas durante el primer año en que el virus circuló. A nivel mundial, se estima que el 80% de las muertes ocurrieron en personas menores de 65 años.

Respecto del impacto demográfico de las pandemias y epidemias que se produjeron desde el siglo XVIII hasta el siglo pasado, si bien en general la letalidad y mortalidad en la población tienden a ser menores por una mayor resistencia de la población debido a mejor y más estable alimentación y mayores niveles de inmunidad y mejores condiciones de higiene y salubridad ambiental, en el caso de los países en desarrollo es apenas en la segunda mitad del siglo XX cuando se inicia el descenso sostenido de la alta mortalidad endémica, produciéndose como resultado el acelerado crecimiento demográfico que ha llevado a triplicar a la población mundial en apenas medio siglo. 

 

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