Epidemias, pandemias y crecimiento de la población en la antigüedad y en la edad media

"A peste, fame et bello libera nos Domine" (de la peste, de la guerra y del hambre, sálvanos señor), plegaria medieval

Los episodios de contagio masivo de enfermedades parecen ser tan antiguos como los primeros asentamientos humanos agrícolas que se inician hace unos 12,000 años, durante la época del Neolítico. La relativa alta densidad demográfica en esos poblados era uno de los requerimientos el trabajo colectivo agrícola, y a su vez un espacio propicio para que los virus se propagaran rápidamente hasta convertirse posteriormente en un problema de salud endémico.

De enfermedades infecciosas, epidemias y pandemias en los tiempos más remotos apenas se cuenta con escasas informaciones, en su mayoría anecdóticas, provenientes de narraciones literarias y religiosas, epigrafías y restos arqueológicos. Así, por ejemplo, en el Antiguo Testamento de la Biblia se encuentran las primeras claras alusiones a la peste, si bien se interpretan las epidemias como un efecto de la cólera divina. En textos místicos del Oriente se estima que hace aproximadamente unos 11,000 años apareció por primera vez entre las comunidades agrícolas en la India la viruela, una de las  infecciones virales más letales y devastadoras en la historia de la humanidad.

Ya en la era cristiana (D.C), las informaciones sobre las epidemias y pandemias ocurridas antes del siglo XVIIII siguen siendo frágiles e inciertas al provenir sobre todo de relatos o crónicas y ficciones literarias y pictóricas. Particularmente del registro de la causa de muerte y de diagnóstico de enfermedades infecciosas víricas apenas se dispuso a fines del siglo XIX, con la excepción de Inglaterra y Gales.

En resumen, si bien, de acuerdo con los  historiadores de la Antigüedad, en no pocas ocasiones las informaciones disponibles del pasado sobre la salud y la mortalidad de la población sobredimensionan los efectos de los eventos catastróficos, las mismas sugieren que en los tiempos remotos los episodios epidémicos y pandémicos debieron haber provocado enormes alzas en la mortalidad de las poblaciones a escala mundial, regional, continental y/o local, por lo que la población mundial se mantuvo estacionaria en unos pocos millones de habitantes durante más de 100 mil años. De acuerdo a las estimaciones de la población del pasado remoto, en los 30.000 años precedentes al Neolítico, el crecimiento de la población habría sido casi nulo (0.01% anual), con un tiempo de duplicación en aproximadamente 8.000 a 9.000 años.  En la época del Neolítico, aun cuando el ritmo se acelera, el crecimiento demográfico fue de apenas 0.04%, lo que implica una duplicación en menos de 2.000 años. Pese a ese lento crecimiento, en esos 10 milenios la población se multiplicó por 42, al pasar de apenas 6 a 252 millones.

La pandemia más antigua de la que se tiene alguna información es la plaga de peste ocurrida en  la ciudad de Atenas, Esparta y gran parte del Mediterráneo oriental de la antigua Grecia entre el año 430 y 425 A.C., la que relata Tucídides en su Historia de la Guerra del Peloponeso, y en la que, según su relato, murió cerca de un  tercio de la población. En otras crónicas se cuenta de una epidemia de viruela en Atenas en el año 430 A.C. que mató a una cuarta parte del ejército ateniense y a muchos civiles y se mencionan otras tres epidemias, pero sin aportar cifras de muertos: la Peste de Agrigento (406 A.C.) y Siracusa (396 A.C.) y la Peste Julia (180 A.C.). Más de 600 años después, en el año 166 (D.C.) otra plaga, la peste antonina en el imperio romano -llamada así por haber surgido cuando gobernaba Roma el emperador Marco Aurelio, de la familia de los antoninos- se extendió a toda a Italia y a la Galia (Francia), matando a más de 5 millones de personas en 15 años.

A mediados del siguiente siglo III (año 249 hasta el 269), otra “plaga”, la Peste de Cipriano, mató a 5 millones, devastando el Imperio Romano. Oriunda do Egipto, se expandió con rapidez a Grecia e Italia. Se estima que tan sólo en la ciudad de Alejandría falleció casi el sesenta por ciento de la población. “En Roma y en ciertas ciudades de Grecia, morían cerca de 5.000 personas por día". Casi tres siglos después, la peste bubónica, llamada la Peste de Justiniano, azota el imperio Bizantino y se extendió a África, Asia y Europa. En cuatro meses mató de 40 a 50 por ciento de la población. Sólo en Roma morían de 5.000 a 10.000 personas cada día. Se estima que a mortalidad alcanzó a más de 600.000 personas, un tercio de la población de la ciudad.

Entrada la edad media, en la primera mitad del del siglo XIV (1347 a 1350) una nueva oleada de peste bubónica (la Peste Negra) produce una de las mayores catástrofes que registra la historia demográfica. Esta gran epidemia que azotó a casi todo el continente europeo, cobrándose 34 millones de víctimas, contribuyó a desencadenar o agravar la crisis económica y social que vivió Europa desde mediados del siglo XIV hasta fines del siglo siguiente. Se cree que la epidemia provenía de Asia, probablemente de la India, y que llegó a Europa como consecuencia de los contactos comerciales que las grandes potencias mercantiles de Italia sostenían con el próximo oriente.

En el siglo XVI se producen en Europa y en América varias epidemias de viruela. En el Nuevo Mundo, a lo largo de esta centuria las epidemias continentales se espaciaron intervalos casi decenalmente (1519-24, 1529-35, 1545-46, 1558, 1576, 1588 y 1595). Las enfermedades traídas de Europa y África por los conquistadores o los esclavos, contra las cuales los nativos se hallaban indefensos, fueron devastadoras para la población aborigen en América son. Parecen ser la causa principal de la hecatombe demográfica ocurrida. La viruela paso de Europa al Caribe a poco de la llegada de los primeros conquistadores. En mayo de 1519, los oficiales de la Hispaniola daban cuenta de que había matado a la mayor parte de los indios de la isla. Casi la mitad de la población de México se dice que feneció a la sazón. En la inmensa mayoría de los países del Caribe implicó la desaparición de la población aborigen en menos de un siglo.

¿Cómo impactaron el volumen y crecimiento de la población mundial los eventos epidémicos y pandémicos antes mencionados?

En los 400 años antes del inicio de la era cristiana, la población mundial se habría casi duplicado, al haberse incrementado de 153 a 252 millones al inicio de la era, pese a las pestes del 430 al 180 A.C, aumentando a 225 millones en el año 200 A.C. casi en 50% en solo 200 años, creciendo a una tasa de 0.19% anual. Sin embargo, en los primeros dos siglos la población se mantuvo estacionaria o con crecimiento casi cero, y en los siguientes dos siglos el crecimiento fue negativo (-0.11%), reduciéndose la población mundial de 257 en el año 200 a 206 millones en el 400, cayendo por debajo de la población que había a inicio de la Era. Permanece estacionaria de nuevo hasta el año 700. Recupera su crecimiento a 0.08% en el siglo siguiente, pero cae de nuevo en el año 900.

Es entrando el primer milenio que la población mundial vuelve a recuperar el volumen que tenía ocho siglos atrás, en el año 200. En los primeros dos siglos de ese milenio la población mundial aumenta en más de la mitad (53%), alcanzando los 442 millones en 1340. Pero este esplendor demográfico se interrumpe abruptamente. En los siguientes dos siglos (1200-1400) se ralentiza el crecimiento demográfico, se reduce casi a cero a mediados del siglo XIV, y a inicios del XV (140) cae a -0.331%, disminuyendo población a 442 millones en 1340 y a 375 millones en el 1400.

En síntesis, las tres olas pandémicas de peste ocurridas en la Alta Edad Media y la última peste negra ocurrida durante la Baja Edad Media en el siglo XIV contribuyeron enormemente al descalabro demográfico en la edad media. Sin embargo, pese a esas pandemias y otros eventos catastróficos, la población mundial logró recuperar su crecimiento anterior en los próximos tres siglos (XVI, XVII y XVIII), alcanzando los 680 millones en el 1700. Pero es a mediados del siglo XVIII, con los inicios de la revolución industrial, cuando se inicia el crecimiento elevado y sostenido de la población mundial, pese a las nuevas olas de pestes de los siglos XVII y XVIII en Europa y las frecuentes epidemias y pandemias ocurridas en el siglo XIX. La población humana tardó centenares de miles de años en llegar a los primeros mil millones en el primer cuarto del siglo XIX, sólo cien años más para alcanzar los 2000 a principios del siglo XX, y sólo 30 años para los 3000 en los años 60 de ese siglo pasado.

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