Aristóteles, en la Política, elabora una clasificación de las democracias y las oligarquías, y las transiciones de una a otra. Sobre los modelos de democracia existentes indica que: 1) “…la primera forma de democracia es la que recibe su nombre especialmente basándose en la igualdad (…) que no sobresalgan más los pobres que los ricos, y que ninguno de estos dos grupos ejerza soberanía sobre el otro, sino que ambos sean iguales” (p. 231) Modelo ideal de democracia que todavía en el presente se postula como la forma adecuada en las sociedades occidentales más desarrolladas, al menos como discurso. 2) Otro tipo de democracia es cuando “…las magistraturas se conceden a partir de los tributos, pero siendo éstos poco elevados; el que alcanza esa renta debe tener la posibilidad de participar en el gobierno, y el que no llegue a ella que no participe” (p. 232) El énfasis en los tributos pocos elevados es una referencia a la clase media que para Aristóteles es la garante de una democracia estable. 3) Una tercera modalidad es “…que todos los ciudadanos no desacreditados [es decir, que tienen alguna renta o riqueza] participan del gobierno, pero la ley es la que manda” (p. 232) Es una variación de la anterior pero enfatizando el imperio de la ley sobre todos. La discusión filosófica y política desde la modernidad sobre el Contrato Social es heredera de esa tercera y la siguiente. 4) Una cuarta es “en la que todos participan de las magistraturas, con sólo ser ciudadano, pero la ley es la que manda” (p. 232) Esta variante enfatiza la condición de ciudadano con independencia de la riqueza, pero hay un ordenamiento legal por encima de las magistraturas que norma las relaciones entres todos los sectores de la sociedad. Modelo aún más cercano que el anterior a los discursos de la democracia contemporánea en Occidente. Por último Aristóteles señala una forma perniciosa de las variantes de la democracia. 5) Una quinta es “soberano el pueblo y no la ley; esto se da cuando los decretos son soberanos y no la ley” (p. 232) En este caso Aristóteles apela a una causa… “Y esto ocurre por causa de los demagogos. Pues en las ciudades que se gobiernan democráticamente no hay demagogos, sino que los ciudadanos mejores ocupan los puestos de preeminencia; pero donde las leyes no son soberanas, ahí surgen los demagogos” (p. 232) Por eso la importancia de que la ley anteceda a la cuestión planteada y no que se dicte una ley para solucionar un problema.
“Un pueblo de esta clase, como si fuera un monarca, busca ejercer el poder monárquico, sin estar sometido a la ley, y se vuelve despótico, de modo que los aduladores son honrados, y una democracia de tal tipo es análoga a lo que la tiranía entre las monarquías” (p. 233) “…ambos regímenes ejercen un poder despótico sobre los mejores” (p. 233) “Podría parecer razonable la crítica del que dijera que tal democracia no es una república, porque donde no mandan las leyes no hay república. La ley debe gobernarlo todo, y los magistrados y la república deben decidir en los particulares” (p. 234) Que un demagogo alcance el poder mediante la democracia sin afectar el régimen legal sería un caso no contemplado por Aristóteles en este punto, lo cual es fértil para analizar casos como el de Chávez en Venezuela o Trump en Estados Unidos.
A partir del estudio de las 5 variantes de democracia existentes, reconocemos que Aristóteles señala la relevancia de la ciudadanía y de la ley. Una ciudadanía que trasciende el nivel de riqueza y una ley que se impone a todos por igual. Son esos factores los que apuntan las democracias reales al modelo ideal de República. En el lado opuesto, y me refiero al tipo 5, es cuando antes la falta de ley o su no cumplimiento, prevalecen, en medio de un discurso de igualdad, los demagogos. Esta argumentación hereda la crítica de Platón a los sofistas, especialmente en relación a la condena de Sócrates. Sin ley prevalecen los astutos, los que aprovechan la falta de criterio de la mayoría para dirigirles, sea vendiendo un falso ideal de prosperidad y justicia, o inventando mitos como la construcción de muros fronterizos. El triunfo de los demagogos es la forma más perversa de las democracias, conservando la apariencia de que se someten a la voluntad popular.
Clasificadas estas cinco formas de democracias, que no olvidemos que son para Aristóteles desviaciones de la República, procede a clasificar cuatro formas de oligarquías existentes en su tiempo. 1) “…una es la que hace depender las magistraturas de rentas tan altas que los pobres, aún siendo mayoría, ni participan de ellas, pero el que las adquiere puede participar del gobierno” (p. 234) Esta modalidad de oligarquía fomenta la corrupción entre los pobres que buscan ganar riqueza a cualquier costo para poder ser de los gobernantes. En la actualidad las candidaturas resultan tan costosas que únicamente quienes son capaces de acumular riqueza pueden optar por las mismas. 2) “Otra se da cuando las magistraturas dependen de rentas elevadas y ellos mismos eligen a los que deben ocupar los cargos vacantes” (pp. 234-235) En tal caso son los ricos quienes ponen y quitan gobernantes, convirtiéndose en el poder detrás del gobierno. A su vez los gobernantes favorecen a los ricos precisamente por ser quienes le han catapultado a la magistratura. 3) “Otra forma de oligarquía es cuando el hijo sucede al padre. (p. 235) La mayoría, en este caso, carece de poder para escoger a quien gobernará y su selección se da por voluntad del gobernante. Una variante actual es la postulación de hijos y familiares a posiciones electivas con el poder de la riqueza acumulada y no olvidemos el caso paradigmático del PRI en México que por décadas el presidente en ejercicio escogía a su sucesor, una suerte de paternidad política putativa. 4) “La cuarta, cuando (…) manda no la ley sino los magistrados” (p. 235) La forma más extrema de oligarquía, carente de ley, en muchas ocasiones leyes formales pero no efectivas, como el caso del trujillismo o el conflicto actual en Venezuela.
De los cuatro modelos de oligarquía que presenta Aristóteles el factor clave es el poder que brinda la riqueza, tanto previo a controlar el gobierno, como desde el gobierno mismo, ricos que gobiernan o gobernantes que se enriquecen para mantenerse en el poder. Donde la ley está ausente o es una formalidad que no exige cumplimiento, o incluso en casos donde la ley protege la preservación del poder de quienes tienen la riqueza.
Aristóteles incluye un factor muy importante que son las transiciones entre modelos diferentes de gobierno, debido a que la vida política en la ciudad no es estático y en pocas ocasiones es estable. En los procesos de transición se mezclan elementos del antiguo régimen y del nuevo, generando dificultades para clasificarlo. “…en muchos lugares ocurre que el régimen establecido según las leyes no es democrático; sin embargo, debido a la costumbre y a la formación se gobierna democráticamente; e igualmente, pero al revés, en otros casos el régimen legal es más bien democrático, pero por la formación y por las costumbre se lleva más bien como una oligarquía” (p. 235) esto ocurre cuando hay cambio de regímenes y la transición mezcla elementos de ambos. “de modo que las leyes siguen siendo las preexistentes, pero mandan los que logran el cambio de régimen” (p. 235) Platón también en el capitulo VIII de la República explica esas transiciones. Por tanto no es cuestión de modelos estáticos, sino que continuamente en la mayor parte de las sociedades las transformaciones provocan modelos mixtos, donde, como dice Aristóteles, debido a la costumbre y la formación, existen aspectos que permanecen del antiguo régimen. Un caso digno de estudio en nuestra historia es el gobierno de Bosch, que a pesar de postular una democracia ideal, incluso a nivel constitucional, no logró erradicar los procesos autoritarios heredados del trujillismo que al final generaron el Golpe de Estado.
Referencias.
Aristóteles., (1988) Política. Madrid: Editorial Gredos. (Introducción, traducción y notas de Manuela García Valdés)
Jaeger, Werner., (1946) Aristóteles. Bases para la historia de su desarrollo intelectual. México: Fondo de Cultura Económica. (Versión española de José Gaos)