El Art. 4 de la Constitución de la República Dominicana del 26 de enero de 2010, dice "Gobierno de la Nación y separación de poderes. El Gobierno de la Nación es esencialmente civil, republicano, democrático y representativo. Se divide en Poder Legislativo, Poder Ejecutivo y Poder Judicial. Estos tres poderes son independientes en el ejercicio de sus respectivas funciones. Sus encargados son responsables y no pueden delegar sus atribuciones, las cuales son únicamente las determinadas por esta Constitución y las leyes". 

La democracia es un sistema político basado en el reconocimiento del principio de que toda soberanía reside en el pueblo y, en consecuencia, en el derecho de los ciudadanos a participar en la administración del Estado. La democracia es la expresión colectiva y la búsqueda del interés común de una comunidad, una sociedad. La democracia es la forma de gobierno en la cual la legitimidad y selección la hace el demos. 

Para Alain Touraine, la democracia es la búsqueda de combinaciones entre la libertad privada y la integración social o entre el sujeto y la razón. 

Por ello, en las democracias contemporáneas adoptan en su mayoría los principios de la democracia representativa. El gobierno del pueblo se hace efectivo mediante la elección de representantes que aceptan el poder con carácter transitorio y lo ejercen según las reglas fijadas en la constitución de cada país. 

Son esas reglas de juego, ese carácter de transitoriedad y la solemnidad de la Constitución lo que valida y da sustancia institucional a un país; más allá de todo interés personal, particular o corporativo. El armazón, la arquitectura fundamental ha de ser la estructura total de la sociedad para su bienestar colectivo. 

La construcción social en el respeto a las reglas del juego es lo que posibilita el puente de la esperanza, el vehículo de la confianza, lo que permea el sano entendimiento de los distintos actores de la sociedad. 

La base de esa construcción social de la democracia, en tanto que proceso, es lo que permite viabilizar el acercamiento más expedito entre lo ideal y lo real, entre la ficción  y la realidad, entre la democracia como sistema político y la parodia de los representantes del cuerpo legislativo. 

Una parte importante de los miembros del Cuerpo Legislativo de nuestro país, han demostrado en los últimos meses, en su praxis política social, que son negadores de la democracia. Eran y son auspiciadores de la violación a la Constitución. Son artífices de una democracia que pregonan y de una realidad que lo desmiente. No han internalizado el largo proceso histórico que va desde el autoritarismo neopatrimonial del trujillismo, al Balaguer autoritario, a las grandes tensiones de la democracia desde el 1978, hasta encontrar que no es posible una gobernanza sostenible, si no es en la búsqueda de la construcción de consenso y en el respeto a las reglas del juego instaladas. 

Por ello, en la Encuesta sobre Cultura Política de la Democracia en República Dominicana 2010, el índice de percepción acerca de la democracia ha disminuido 4 puntos y el Poder Legislativo y los Partidos Políticos constituyen parte de las instituciones peor valoradas. 

Esta forma de proceder de una parte importante de los legisladores ha generado un eco en la sociedad que ha devenido en un desazón de lo que es la democracia; más insatisfacción; de si es una parodia o que tenemos una democracia sin demócratas. 

Una clase política que no asimila los valores de la democracia, tales como: la Igualdad, la Equidad, el Pluralismo, la Tolerancia, la Libertad y el Respeto, sobre todo a las reglas que han creado y por la que tienen que regirse. Pierden su autoridad, sobre todo, los senadores y diputados que tratan de obviar el Art. 77 en su numeral 4, que señala "Las y los Senadores y Diputados no están ligados por mandato imperativo, actúan siempre con apego al sagrado deber de representación del pueblo que los eligió, ante el cual deben rendir cuentas". 

La deformación que han hecho los senadores y diputados cuando anteponen el bien personal y particular al bien común, expresa una dinámica demagógica que genera una desarmonía social institucional, todo lo cual retrata la fragilidad en que descansa la democracia dominicana. Ellos no entienden que la democracia hoy, como sistema político, encuentra su legitimidad en la verdadera vinculación del consenso social, en armonía permanente con el derecho. 

Lo que ha marcado la diferencia en los últimos meses es el rol estelar de los actores estratégicos de la sociedad (los comunicadores honestos y responsables, las iglesias, una parte importante del empresariado y la sociedad civil organizada), que se han constituido en cuasi un gran movimiento social. 

Es que movimiento social y democracia, lejos de oponerse, son indisociables; es lo que permitirá que la sociedad dominicana encuentre su democracia, con el respeto a sus reglas, para desdibujar y destruir la parodia de una democracia sin demócratas. 

¡El discurso del Viernes 8 del Ciudadano Presidente es un claro ejemplo del papel que puede y debe jugar la sociedad, para su propio bienestar colectivo!