Desde el 1938 es posible rastrear textos y experiencias en Juan Bosch que fueron forjando en él una sólida defensa de la democracia como modelo político y que sirvieron de base a su gobierno del 1963 y la Constitución que impulsó. Y fue por su defensa radical de la democracia que los grupos reaccionarios de la sociedad dominicana en alianza con intereses imperialistas destruyeron el gobierno más avanzado que el pueblo dominicano se había dado en toda su historia. Todos los que participaron en aniquilar la democracia dominicana tienen sus manos manchadas con la sangre de los miles de hombres y mujeres, y sobre todo jóvenes, que fueron asesinados entre septiembre del 1963 y agosto del 1978 porque intentaban que retornara la democracia y la justicia social.
A los pocos meses del crimen político del 25 de septiembre del 1963 Juan Bosch publica una reflexión amplia y profunda de las causas y factores que intervinieron en su derrocamiento. El libro se llamó Crisis de la democracia de América en la República Dominicana, acunado en Puerto Rico, donde fue acogido Bosch por la UPR y el gobierno de la Isla. El argumento central de nuestro autor se define desde los primeros párrafos: “Este libro se ha escrito para poner de relieve ante los ojos de dominicanos y latinoamericanos las debilidades intrínsecas de una sociedad cuyo desarrollo ha sido obstaculizado sistemáticamente por fuerzas opuestas a su progreso. Como resultado de esas debilidades, la democracia, creada por el pueblo, era también intrínsecamente débil y no podía hacer frente a sus enemigos tradicionales” (Bosch, 2009, v. XI, p. 5).
Es fundamental destacar que los artífices del golpe de Estado tienen una profunda genealogía de acciones contrarias al desarrollo del pueblo dominicano. No fue un hecho coyuntural, ni siquiera temporalmente ligado al final de la tiranía trujillista. En 1940 Bosch identificada a esos sectores hostiles al bienestar del pueblo dominicano como “pueblitas”, los que vivían en los pocos pueblos que existían en el país y que mediante varios recursos explotaban a la mayoría campesina. Debido a esa confabulación de los enemigos del pueblo en contra del proyecto que los más pobres se daban con el gobierno del PRD, la democracia que comenzó a construirse era débil por las acciones perversas de sus enemigos.
Bosch procede a bosquejar una definición de la democracia y listar quienes eran enemigos de ese sistema de gobierno en 1963. “La democracia es un régimen político que se mantiene sobre la voluntad de todos los sectores sociales y de todos los individuos que tienen alguna responsabilidad que cumplir como ciudadanos. Si falta esa voluntad, la democracia no puede sostenerse. En la República Dominicana, los sectores sociales más influyentes y los líderes políticos que habían conquistado prestigio luchando contra la tiranía, conspiraron en la forma más vulgar para derrocar el sistema democrático; trabajaron concienzudamente en los cuarteles para llevar a los soldados a dar el golpe del 25 de septiembre de 1963. Los soldados se dejaron conducir a esa triste hazaña, ¿pero qué había de pedírsele a ninguno de ellos si los doctores, los abogados y los sacerdotes eran incapaces de frenar sus pasiones?” (Bosch, 2009, v. XI, p. 5-6). Aunque los guardias ejecutaron el Golpe, los que montaron la trama y empujaron a ejecutarlo fueron profesionales, abogados, sacerdotes, empresarios, periodistas, y los que se llamaban “de primera”. Todos esos sectores que se creían dueños del país y que a su entender Trujillo les había quitado ese “derecho” por tres décadas, encontraban en Bosch un obstáculo grave para retornar a la explotación del pueblo para su beneficio.
La convicción de Don Juan sobre la naturaleza de la democracia y la necesidad de que el pueblo lo asumiera y defendiera se ve claramente en su mensaje al pueblo dominicano luego del Golpe: “Ni vivos ni muertos, ni en el poder ni en la calle se logrará de nosotros que cambiemos nuestra conducta. Nos hemos opuesto y nos opondremos siempre a los privilegios, al robo, a la persecución, a la tortura. Creemos en la libertad, en la dignidad y en el derecho del pueblo dominicano a vivir y a desarrollar su democracia con libertades humanas pero también con justicia social”. Es en el pueblo dominicano donde debe desarrollarse la voluntad de construir la democracia y defender la libertad y la justicia social.
Sigue Bosch en el mensaje que envió el 26 de septiembre del 1963 al pueblo dominicano: “En siete meses de gobierno no hemos derramado una gota de sangre, ni hemos ordenado una tortura ni hemos aceptado que un centavo del pueblo fuera a parar a manos de ladrones. Hemos permitido toda clase de libertades y hemos tolerado toda clase de insultos, porque la democracia debe ser tolerante; pero no hemos tolerado persecuciones, ni crímenes ni torturas ni huelgas ilegales, ni robos porque la democracia respeta al ser humano y exige que se respete el orden público y demanda honestidad”. Esa hoja limpia de ejercicio del poder fue desde el 1963 el paradigma de lo que esperamos como mínimo de un gobierno y que ninguno ha logrado.
Al final Bosch destaca que un gobierno democrático no es atribuible a una persona o grupo de personas. “Los hombres pueden caer, pero los principios no. Nosotros podemos caer, pero el pueblo no debe permitir que caiga la dignidad democrática. La democracia es un bien del pueblo y a él le toca defenderla. Mientras tanto, aquí estamos, dispuestos a seguir la voluntad del pueblo”. Si el pueblo dominicano no es capaz de defender su derecho a la democracia, no tendrá democracia. Si no somos capaces de exigir nuestros derechos, tal como recientemente manifestó el ministro Miguel Ceara-Hatton de que el pueblo debe empoderarse y monitorear la manera en que el gobierno usa los recursos que hemos puesto en sus manos. Que uno de los principales actores de este gobierno reclame al pueblo movilización para controlar el gobierno, su gobierno, es una señal alentadora de que la prédica de Juan Bosch no ha muerto, a pesar de que los dos partidos que fundó en República Dominicana pervirtieron sus enseñanzas y la memoria de su moralidad.