El camino del verdadero desarrollo de la humanidad es tan difícil como complejo. Sólo recordar cuando millones de jóvenes en el mundo despertaron con la idea que el socialismo era la verdadera redención de la humanidad. Cuánto heroísmo, cuántos sacrificios, cuántas vidas entregadas en la búsqueda de una mejor sociedad ¿Y qué sucedió? Para sólo citar tres casos: Rusia que volvió mansamente a la economía de mercado hoy es superada entre otros por Chile en el Índice de Desarrollo Humano, con alarmantes casos de corrupción, sutiles y al mismo tiempo horrorosos asesinatos de opositores políticos. Vietnam y China, por otro camino han tomado la senda de la economía de mercado antes negada desde sus partidos comunistas, aunque es justo decirlo, con resultados de impactos en el corto plazo muy positivos para el Desarrollo Humano, aún pendientes de la libertad que la humanidad ha soñado desde antes, durante y después de la Revolución Francesa.
Y si miramos detenidamente en su conjunto hacia la economía de mercado esa ha prohijado niveles de desigualdad que no se detienen y uno de los estudios más famosos ¨El capital en el Siglo XXI” de Thomas Piketty ha demostrado cómo la desigualdad contradictoriamente aumenta y aumenta junto a una relativa prosperidad.
A partir de ese preámbulo procede analizar la democracia como sistema de gobierno a través de las elecciones de Brasil; cuya segunda vuelta el próximo domingo tendría posiblemente como ganador a un personaje llamado Jair Bolsonaro que de forma abierta se ha identificado como racista, a favor de las dictaduras con torturas, contrario a la igualdad de derechos entre las mujeres y los hombres, entre otras barbaridades.
Bolsonaro tiene hasta el momento el apoyo indiscutible, medido en las encuestas, de la mayoría del pueblo brasileño y lo que lleva a las preguntas: ¿Qué es la democracia? ¿Cuál es su valor y ventaja como sistema político? Y… ¿de qué manera se pueden producir en un sistema democrático esas aberraciones?
Sucede que igual de alguna manera como con Donald Trump, los partidos del sistema democrático a veces lo hacen tal mal, fallan en cosas tan elementales, que producen un verdadero hartazgo que se convierte en mayoría y/o que la economía sigue siendo un factor determinante en política y/o que el ¨marketing¨ vende exitosamente hasta al demonio.
Aun así en zigzag, con altas y bajas el progreso de la humanidad no se detendrá en Brasil y hasta el engendro Bolsonaro lo mismo que Trump, no podrán contra el avance de la humanidad, sin duda marcadamente evolutivo.
Aún con este tan extraño presente ¡Brasil sobrevivirá!