Último artículo de esta serie. En los dos primeros, intenté presentar el problema y llamar la atención a la necesaria reflexión sobre la delincuencia común que se adueña del país; y como se dan las relaciones de poder que perpetúan y generan comportamientos violentos. En esta ocasión les presento algunas propuestas, encaminadas a acometer y transformar esa realidad.

La verdad es que, si nos interesa tener un país en el que sea posible vivir en tranquilidad, es necesario que la inversión pública apueste a disminuir la brecha que genera la exclusión social. Y debe acompañarse de políticas en varios ámbitos: 

  1. Prevención

Implica, por ejemplo,  que la inversión en educación refleje una mejora sustancial en la calidad educativa. Lograrlo requiere formación de formadores-as, inversión en infraestructura, definición de pruebas pertinentes para escoger al personal docente y técnico (que no necesariamente es un “concurso”). Creación de programas para la tanda extendida, con clases de música, artes plásticas, teatro, deportes, derechos, capacitación técnica… También se debe insistir en una implementación que responda a criterios no clientelares. Un ejemplo esclarecedor sobre clientelismo en educación, es la escuela recién construida que una tormenta provocó que se cayera la pared perimetral, y cuando se cae, nos damos cuenta que fue construida sin varillas ¿Se necesitan más palabras?

Evidentemente, prevención implicaría superar la corrupción y la impunidad, que son de los generadores principales de la delincuencia. No debería tolerarse la ostentación desde funciones públicas. Crear programas para la generación de ingresos en grupos en condición de vulnerabilidad. Fomentar la creación de redes solidarias para la cohesión social, no es posible continuar un ejercicio de la función pública, vinculado al voto. Es urgente aprehender que los servicios que se prestan desde el Estado son en cumplimiento de su principal obligación jurídica que es garantizar derechos.

Hay mucho más que hablar sobre programas de prevención: trabajo comunitario, asociacionismo, sistema de consecuencias, salud, una adecuada política cultural, respeto a los derechos.

2. Atención

Administración de justicia cercana y eficiente; organismos de seguridad con capacidad de generar confianza (transparencia, inteligencia policial, mecanismos internos y externos de contrapeso en el sistema policial y la procuraduría); profesionalización; sistema de indicadores orientado a resultados (por ejemplo medir el miedo al crimen no solo por  la incidencia delictiva, sino por la confianza de la ciudadanía en la policía y las fiscalías; tomar en cuenta índices de percepción de miedo e impunidad); elevar capacidades humanas y estructurales en materia forense y pericial).

Eliminar el dispendio irresponsable de los bienes públicos. ¿Es ético que un país con poblaciones con niveles de pobreza tan altos, conviva con una función pública llena de vehículos de lujo? O ese despliegue impresionante de seguridad para las autoridades civiles, policiales y militares, conviviendo con destacamentos sucios, sin material de trabajo, con policías esperando que quien haga uso del servicio le “regale” algo. Y con un sistema judicial funcionando de forma absolutamente precaria.

Insisto en lo que afirme la semana pasada, la evidente carencia de una política de Estado para   la seguridad pública, hará que los personajes como La Falacia, proliferen como la verdolaga.

3. Otros aspectos a considerar

Deconstruir una filosofía educativa, que forma hombres violentos con las mujeres y con ellos mismos. Trabajar para lograr una educación inclusiva, respetuosa, que construya seres humanos que se reconozcan como legítimos-as, a sí mismos y a los demás.  Garantías de seguridad para las mujeres víctimas de violencia, desde el reconocimiento de que esta violencia se relaciona con su condición de mujeres. Erradicar el racismo. Combatir el tráfico de drogas, que parecería se ha convertido en un medio de ascenso social y económico que no se cuestiona. Suprimir los puntos de venta de artículos robados. Recuperar el espacio público, establecer mecanismos de control ciudadano. Asumir en todas sus partes la estrategia nacional de desarrollo.

Recordar que el rol del Estado es para toda la sociedad, de ahí que presentar intervenciones aisladas, por exitosas que sean, no evidencia una política pública responsable. Es necesario reconocer que la delincuencia es multifactorial y pluricausal, así que superemos la exclusión social, la desigualdad, la falta de oportunidades y los demás factores ya mencionados que alimentan la espiral de delitos y crímenes.


Vivir en un país seguro, es urgente.