Gran parte de la ola delicuencial y violenta que afecta la sociedad dominicana, es a causa de un Estado irresponsable manejado durante décadas por una clase gobernante que se ha descuidado en la inversión social.

Años y años de descuido en invertir en áreas prioritarias para hacer más llevadera las condiciones existenciales de los ciudadanos están cobrando una costosa factura: inseguridad ciudadana.

Ahora se quiere combatir la delincuencia con medidas populistas y coyunturales que se han tomado históricamente sin resultados evidentes: aumento de efectivos policiales y militares en las calles y el endurecimiento de las penas.

A estas dos medidas que señalé en el párrafo anterior son las vías más fáciles y menos costosas políticamente efectistas.

No obstante, combatir la delincuencia en todas sus formas, incluyendo los feminicidios, se requieren años de planificación y profundas reformas tanto al sistema judicial como al policial y militar.

Estas reformas por lo regular afectan intereses políticos y económicos. Solo es posible con una voluntad política fuerte y que piense en el futuro del país.

También se precisa de aunar un esfuerzo coordinado con todos los sectores sociales para tener una visión más integral del problema.

No obstante y más que todo, un aspecto importante a tomar en cuenta que para la planificación estratégica destinada a combatir la delincuencia, es la inversión social.

Para lograrlo, los gobernantes deben dejar la práctica del endeudamiento irresponsable en muchas ocasiones para financiar sus costosos proyectos políticos.

No es difícil. Es necesaria una agenda que no esté a espaldas de la población. Areas como la educación formativa en valores, el fomento de la educación técnico vocacional, acceso a vivienda entre otras, necesitan inversión.

Aunque muchos hayan perdido la esperanza, todavía estamos a tiempo de rescatar el país y cada sector puede dar su aporte. Nada más se necesita consciencia y voluntad.