No conocemos en la literatura dominicana ningún texto narrativo breve (cuento, relato, cuadro, apólogo, estampa o tradición) anterior a «El garito», de Alejandro Angulo Guridi (1823-1906), el fundador de nuestra narrativa. Localizamos dicha pieza, en octubre de 1989 en el periódico El Orden,1 del 22 de abril de 1854, en la colección de ese órgano informativo depositada en el Archivo General de la Nación de República Dominicana.
El escenario en el que se desarrolla la historia contaba por Alejandro Angulo Guridi es una casa de juegos de azar o garito, donde concurren fulleros y tahúres. él utiliza en su narración la técnica propia del relato: presenta a un personaje, quien, a su vez, cuenta la historia, y nos introduce en su lectura diciendo:
«Y éte aquí que un pobre amigo mío, natural de Oaxaca, acaba de vencer todos los obstáculos que se oponían a mi propósito, y heme a mí también en camino de escribir sus desventuras para satisfacer el deseo que antes he iniciado, sin otra pena que la de copiar su misma relación».
Oaxaca es un Estado de México. Es decir, la historia narrada por Angulo Guridi parece haber tenido lugar en el país azteca, lo cual se deduce no tan sólo del hecho de que el «desventurado» sea mexicano, sino, además, por el uso que hacen los personajes de vocablos propios del ambiente del juego de naipes en los garitos mexicanos: albur, valedura, tercio, etc. En el siglo XIX los dos últimos también eran —¿todavía lo son?— utilizados en Cuba, donde vivió Angulo Guridi desde su niñez hasta 1852, año en que, ya con una trayectoria intelectual reconocida en la patria de José Martí, arriba a la patria de sus ancestros: República Dominicana. Evidentemente, el narrador dominicano estaba consciente de la importancia de tener presente el habla y el lenguaje en la caracterización de los personajes de una narración; igualmente, la perspectiva del narrador al momento de asumir su rol como protagonista o como testigo de la historia contada.
Es notable la importancia histórica de «El garito» si tomamos en cuenta que, según el reputado crítico y antólogo estadounidense Seymor Menton, «los primeros cuentos hispanoamericanos aparecieron en plena época romántica»,2 es decir, entre 1830 y 1860. Uno de ellos es «El matadero» (1838), del argentino Esteban Echevarría (1805-1851), quien denuncia en su cuento el régimen despótico reinante en su país, presidido por Juan Manuel de Rosas, quien se mantuvo en el poder de 1835 a 1852.
Vicente Riva Palacio (1832-1896), en opinión de Enrique Anderson Imbert, «fue (después de Roa Bárcena) el fundador del cuento mexicano».3 Pero de Riva Palacio apareció en 1896, en edición póstuma, el libro Los cuentos del general, o sea, cuarenta y dos años después de que Angulo Guridi publicara su relato «El garito» en Santo Domingo. Este hecho posiciona al dominicano entre los pioneros de la narrativa breve de la América hispánica.
Sobre la historia de los géneros cuento y relato en las letras dominicanas, José Alcántara Almánzar, en su Antología de la literatura dominicana, señala que los «primeros intentos en este campo comenzaron en los años posteriores a la proclamación a la independencia».4 Dice el crítico dominicano que «tanto el cuento como el relato tuvieron en el siglo pasado sus cultores» en nuestro país y que los «cuadros de costumbres, las leyendas y los cuentos fantásticos son por este tiempo lo preferido».5 Cita a Rafael A. Deligne, a Virginia Elena Ortea y a Fabio Fiallo como ejemplos de esos cuentistas en boga.
Deligne publica en 1896 su texto narrativo Milagros: narración en verso6 y entre 1896 y 1898 escribe piezas narrativas que incluye en su libro En prosa y verso.7 Ortea publica en 1901 el volumen Risas y lágrimas,8 cuyos textos habían visto la luz pública a través de revistas y periódicos del siglo XIX. Pero la pionera de la narrativa breve femenina nacería 12 años después de la aparición de «El garito».
Fiallo, por su parte, publicó en 1908 su primer libro de cuentos: Cuentos frágiles.9 Al igual que Ortea, había publicado en periódicos del siglo XIX. En 1922 dio a la luz pública «Yubr: cuento», incluido en un volumen en el que aparece su Plan de acción y liberación del pueblo dominicano/Yubr,10 documento interesante en el que expone sus ideas políticas de contenido patriótico.
Cabe mencionar, como uno de los iniciadores de la narrativa breve en la literatura dominicana, a César Nicolás Penson, quien es el autor del primer volumen de textos narrativos (tradiciones) publicado en la República Dominicana: Cosas añejas: tradiciones y episodios dominicanos11 de 1891. Es una obra representativa de la literatura dominicana decimonónica.
Pero ocurre que antes de que César Nicolás Penson, Rafael Deligne, Virginia Elena Ortea y Fabio Fiallo nacieran ya Angulo Guridi había publicado su relato «El garito». Penson nació en 1855, Deligne en 1863 y Ortea y Fiallo nacieron en 1866 ambos. Los cuatro vieron la luz del mundo por primera vez en la ciudad de Santo Domingo y también fueron cultores de la poesía y articulistas.
En 1993 rescatamos dicho texto al recogerlo en nuestra obra Apuntes bibliográficos sobre la literatura dominicana.12 He aquí otro fragmento de «El garito», ejemplo del relato en desarrollo:
«—¡Ah! —le dije al entrar: ¿eres tú, Basilio? ¿Y a estas horas?
—A estas horas, —me contestó del mal humor, mientras se encaminaba á mi cuarto y cerraba yo la puerta. Después tendió la capa en una silla, tiró con rábia el sombrero, que sonó en tierra como una vejiga, se peinó con los dedos los cabellos, echándolos hácia atrás, en ademán desesperado dio unos cuantos pasos por la alcoba, y vino á sentarse junto á mi cama, como abrumado con el peso de sus propias reflexiones. Yo torcí un cigarro, y al mismo tiempo que lo aplicaba á la llama, le pregunté con afectada indiferencia:
—Pero, en fin, Dómine, ¿de dónde vienes?
—Del infierno.
—Pues hombre, no has andado cuerdo en llamar así á mi puerta, que yo no he hecho contigo pacto alguno.
—¡Vengo de una casa de juego!
—¡Ola! ¿De una casa de juego?
—Sí: por eso dije que del infierno.»
En conclusión, ¿podríamos considerar al autor de la novela Cecilia como el iniciador no tan sólo de la novelística dominicana sino también como el fundador de nuestra narrativa breve y uno de los pioneros del género en la América hispánica? De no existir otro texto dentro del género anterior a 1854, entonces se impone una respuesta positiva a la pregunta.
Notas:
1Este periódico, fundado el 11 de enero de 1854, era un semanario de carácter político, literario, mercantil y noticioso que circulaba en la ciudad de Santo Domingo. Tenía como redactor y editor al mismo Angulo Guridi, quien firmaba con el seudónimo de «Taramayna», nombre de uno de los líderes indígenas de la América colonial, de la estirpe de Moctezuma (azteca, 1466-1520), Cuitlahuatzin (azteca, 1476-1520), Guatimozin (azteca, siglo XVI), Atahualpa (inca, 1502-1533), Manco-Capac (inca, siglo XIII), Túpac-Amaru (inca, siglo XVI) y Guaycaypuro (cacique teque, 1530-1568), a quienes —incluyendo a Taramayna (cacique teque, siglo XVI)— el poeta cubano-dominicano José María Heredia (1803-1839), en su poema «Las sombras», los designa así: «los américos reyes».
2Seymour Menton. El cuento hispanoamericano. Antología crítico-histórica. 2.a edición. México-Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1965. Vol. 2. P. 7.
3Enrique Anderson Imbert. Historia de la literatura hispanoamericana. 2.a edición, 6.a reimpresión. México: Fondo de Cultura Económica, 1974. Vol. 1. P. 281. (Breviarios del Fondo de Cultura Económica; 89).
4José Alcántara Almánzar. Antología de la literatura dominicana. Santo Domingo: Editorial Cultural Dominicana, 1972. P. 19. (Biblioteca Esencial; 1).
5Locus citatus.
6Rafael A. Deligne. Milagros: narración en verso. San Pedro de Macorís: [s. n.], 1896. 23 p.
7Rafael A. Deligne. En prosa y en verso. Santo Domingo: [s. n.], 1902. 329 p. Los cuentos contenidos en este libro son parte de una serie inconclusa que Deligne había denominado «Cuentos del lunes». El autor también incluye poemas, artículos y ensayos críticos.
8Virginia Elena Ortea. Risas y lágrimas. Santo Domingo: La Cuna de América, 1901. 219 p.
9Fabio Fiallo. Cuentos frágiles. Nueva York: H. Bracunlich, 1908. 188 p.
10Fabio Fiallo. Plan de acción y liberación del pueblo dominicano/Yubr: cuento. Santo Domingo: Rafael V. Montalvo Editora, 1922. Xxx-238 p.
11César Nicolás Penson. Cosas añejas: tradiciones y episodios dominicanos. Santo Domingo: Impresora Quisqueyana, 1891. 270 p.
12Miguel Collado. Apuntes bibliográficos sobre la literatura dominicana. Santo Domingo: Biblioteca Nacional, 1993. Vol. I. Pp. 491-503. (Colección Orfeo-Segunda Etapa). Con este libro, agotado ya, obtuvimos el Premio Casa del Escritor Dominicano en 1993.
Otras fuentes consultadas:
Henríquez Ureña, Max. Panorama histórico de la literatura dominicana. Santo Domingo: Librería Dominicana, 1965. Vol. 2. (Colección Pensamiento Dominicano).
Henríquez Ureña, Pedro. La cultura y las letras coloniales en Santo Domingo. Buenos Aires: Edición de la
Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana, 1936.
Veloz Maggiolo, Marcio. Cultura, teatro y relatos en Santo Domingo. Santiago de los Caballeros: Universidad Católica Madre y Maestra (UCMM), 1972. (Colección Contemporáneos).