Edgar Smith es un autor dominicano residente en los Estados Unidos. Como tantos compatriotas dibuja su mapa en la costa este. Escribe relatos, poemas, novelas, y también se desempeña como editor. Yo, por otro lado, estuve en Nueva York hace poco para participar en una lectura en una biblioteca en Corona, Queens. Esta es quizás una de las áreas de mayor mescolanza en cuanto se trata de razas y condiciones. La noche de mi lectura es materia de otro cuento, pero una de las tantas cosas importantes que pasaron allí fue que al fin pude conseguir la novela Arrimao, firmada por el mismísimo Edgar, y que yo andaba deseando leer ya hacer tiempo.

Resulta difícil no leer esta novela sin encontrar rasgos y lugares comunes. Este es un terreno escabroso ya que es fácil caer en el cliché. Smith se vale de los métodos de la novela policial para describir, en una suerte de autopsia en reversa, la historia de dos personajes que comparten situaciones similares: ambos son presa de una crisis económica caribeña, de decisiones que son tomadas en palacios y cuarteles pero que sus efectos son sentidos a todo nivel nacional. Asistimos a la desesperanza de dos personajes: uno de ellos, atacado por la precaria situación económica, se deja embaucar por el brillo del viajero. Este personaje arquetípico de nuestra fauna, es aquel que monta el performance del regreso: cadenas, vehículos alquilados, papeletas en dólares y en pesos y ropas y maletas desde donde se desprende un olor que cada vez es menos misterioso. Ese famoso olol a nuevayol. Ante esta falsa imagen del sueño americano, este personaje hará piruetas y dará vueltas y maromas para tratar de salir del país hacia los Estados Unidos de cualquier manera. En este sentido, aunque empujado por la situación de pobreza extrema del país debido a las invasiones norteamericanas, los abusos de las dictaduras de Trujillo y Balaguer y el desbarajuste del gobierno revolucionario de los 1980’s, este personaje sale en cierta manera voluntariamente del país. El segundo personaje, el contraplano del anterior, también se va pero en este caso, lo hace empujado por la desesperación de salvar la vida. Este personaje está del lado opuesto de la ley.

La llegada de estos personajes a la gran urbe no difiere de lo que miles de nosotros y nosotras hemos experimentado al llegar a un lugar que no es el nuestro. La fachada de bonanza inmediata cae muy rápido y toma su lugar una suerte de depresión y mal sicológico. La fuerza de choque de la realidad nos hace tirarnos a la calle y trabajar como sea en lo que sea. Lo que era al principio un proyecto de enriquecimiento financiero y búsqueda de un cambio definitivo de clase social, pasa a ser un estado de supervivencia. Edgar Smith dedica mucho tiempo en su novela a tratar de transmitir lo que se siente vivir en la casa de un familiar en Nueva York. El ritmo y las costumbres de hospitalidad que destacan en el terruño original, se vuelven un sin sentido en la ciudad de hierro. La frase popular que dice: El pez muerto a los tres días apesta, nunca tuvo más sentido en Nueva York.

¿Cómo se cuentan los sueños? Resultaría difícil cuantificar el peso o el tamaño de las ilusiones de los cientos de miles de dominicanos y dominicanas que constantemente van y vienen entre la mediaisla y varios lugares del planeta. Estos movimientos están justificados y son motivados sobre todo por la necesidad económica; la idea de superación para ellos y los suyos. Esta novela, a manera de crónica roja o diario del fracaso, persigue a estos dos personajes. Cabe destacar que en cuanto a la técnica narrativa la novela utiliza el efecto de la interlocución, en donde las escenas o estampas se van intercalando, mostrando episodios tanto del presente como del pasado y en cierto sentido, utiliza esos pasajes para también explicar o justificar el accionar de Ricardo y  Roberto ante las distintas situaciones de su presente situación. No voy a dañarles la lectura pero la novela empieza por el final y sería fácil intuir el resto de la historia pero lo interesante y a la vez seductor es seguir a los personajes y las vicisitudes por las que pasan los inmigrantes. Otro título para esta novela podría ser Enciclopedia de mi vida en Nueva York.

Cuando se trata de Ricardo, la narración tiende a enfocarse en la serie de mudanzas y distintos domicilios que ocupó a través de los anos. Sus aventuras en casas de primos lejanos, tíos fantasmales, apartamentos infestados de alimañas, el amor de paso en forma del cuerpo de una falsa flaca, un cuerpo ajeno y desafiante, lleno de una tranquilidad desesperada. Cuerpo parecido a un pueblo desierto en las afueras de Boston, tu cuerpo temblando bajo la nieve, tropezando con un Camry, sonriendo, pidiéndome que me quedara, tu cuerpo selva, salvaje, hecho de mí y también fuego, trazo, orilla de mí. Cuerpo de mí.

Esta novela es un desfile del amor.

Recién Tomás Modesto Galán publicó una carta cuestionando la falta de alineación entre el Ministerio de Cultura y el Comisionado en NY. Sin cinismo, de manera elegante, Modesto Galán puso ciertos puntos en varias íes. Uno de los más destacables fue el siguiente, ¿porqué darle la espalda a una iniciativa cultural de esta magnitud? ¿Cuál es el afán de apagar culturalmente a una comunidad que es parte integral de esa cultura y sobre todo de la economía de la nación? ¿Cuál es el fókin ninguneo? La diáspora no es una postalita ni es invisible, ahí están las cifras del Banco Central sustentando este imperio de remesas que no deja mentir.

Arrimao, como podemos ver, no es solamente un texto, sino un lugar en donde podemos reunirnos a tratar de elevar estas conversaciones alrededor de este sujeto arquetípico de la dominicanidad. El dominicano, dominicana ausentes, le llaman. ¿Pero en verdad estamos ausentes? ¿No son estas historias como Arrimao el pan nuestro de cada visa? ¿O no es acaso verdad que todo el mundo tiene un primo en Nuevayol?