La barbarie no genera otra cosa que barbarie. Y es lo que vivimos en paños menores. Cuando Trujillo era lo que se vivía. A su muerte, mil trujillitos le sustituyeron. Y hoy lo que todo eso ha generado es al anarco capitalismo, muy lejos del capitalismo per se, y en sus efectos una anomia social.

Entre la desaparición de Trujillo y el momento que vivimos, todo vestigio de renacimiento de la República Dominicana fue ahogado en sangre perdiendo lo mejor de lo mejor desde entonces. Y tuvimos lo peor de lo peor gobernando y apropiándose las riquezas de los que trabajan.

Hemos sido buena tierra para el capitalismo neoliberal, financierista, globalizado, un imperio descrito por Antonio Negri, quien demuestra que no estamos en un imperialismo sino en un imperio: "imperio" como orden jurídico-político implica que los resortes básicos de la soberanía -el poder militar, el poder monetario y financiero, y el poder comunicacional-cultural-lingüístico- se han trasladado a un conjunto de organismos y dispositivos supranacionales. Los "estados-nación" no han desaparecido, pero han perdido el control sobre esos atributos fundamentales de la soberanía; por encima de ellos existe un único poder supranacional que abarca el mundo entero sin dejar ningún espacio "afuera".

En una de sus afirmaciones más polémicas, Hardt y Negri sostienen que esto supone a la vez el fin del imperialismo, entendido como la expansión del estado nacional más allá de sus fronteras y la opresión de naciones fuertes respecto a naciones pobres o débiles: el imperio (que ya no tiene "un afuera y un adentro") no es norteamericano, ni europeo, sino simplemente capitalista, representa el poder del "capital colectivo". Éste gobierna, incluso, por encima de los estados más poderosos, y el conflicto y competencia entre las potencias ha dejado de ser un elemento relevante del orden global; la élite imperial incluye tanto a los capitalistas norteamericanos como a los rusos o africanos; y el "primer" y "tercer mundo" ya no se hallan claramente divididos por las fronteras nacionales, sino combinados uno y otro dentro de cada país. En este sentido, las diferencias entre Gran Bretaña o Estados Unidos, por un lado, y la India por el otro, por poner un ejemplo, son "de grado" y no "de naturaleza"; la jerarquía entre naciones se diluye en el horizonte unitario del imperio.”

Esa máquina no puede parar, sus ejecutivos entrarían en un tedio profundo si ocurre. Necesita lucrar como el viciado necesita de la droga. Estamos entrando a una sociedad de mercado que no vende zapatos. Solo vende servicios y productos de banco. Un capitalismo que vende jugos, redes, acciones, fármacos, y encima el capital financiero se mete con todo el pie en política para poner su gente en los sectores de decisión y robo.

Ese sector financiero piensa muy diferente de los intelectuales que los defienden, de los periodistas, profesores, economistas, a cambio de autonomía que en realidad es pseudo autonomía. Creen que son autónomos. ¡Atacaste al libre mercado!, allá van ellos a defender a la clase a las que están orgánicamente vinculadas. Esa clase los deja hablar y publicar sus argumentos.

Negri

Si un gobierno construye infraestructura para reindustrialización, si interviene en la economía que entorpezca aquello que está siendo privatizado y vendido, saltan las alarmas porque ven que no se está sistematizando a la constitución para que el capital financiero tenga parámetros para actuación.

Mientras tanto, ¿Cómo va la distribución del trabajo dentro del capitalismo internacional? Europa y USA trabajan con industrias de punta. Del otro lado están los que trabajan con el mercado físico: China, India; y están los de materias primas, commodities, tales como RD donde el sector de servicios crece, en cuanto el sector industrial decrece.

En todo eso, el problema de ese capitalismo financiero es que tiene fecha de vencimiento. No es posible imaginar que cada día habrá más dinero para unos y menos dinero para otros. En cuanto eso, la riqueza disminuye como agua en jarro pichao.

Por encuanto, están dominando a tal punto la afectividad que estamos actuando maquinalmente perdiendo aquello que es más fundamental para un pueblo: el espíritu.