I

Las personas que conocen a Manolo Mora, es decir, a la persona, no a ese Manuel Mora Serrano el escritor, saben muchos secretos de su vida que nunca se presentan en los actos públicos. Cierto que casó con una mujer a quien amó y tuvo con ella las cuatro hijas del matrimonio que aparecen en los periódicos y en la nota de prensa oficial del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC). Ellas: Taiana, Odaína, Maricécili y Ana Patricia Mora Ramis, estuvieron presentes. Sin embargo, aparte de toda la parafernalia en torno al poeta o al narrador, fuera del país andan las otras cuatro hijas: Miguelena y Fanny Mora Polanco en el Puerto Rico devastado: Cecilia Mora Ramos y Emelinda Mora Monegro en el territorio continental de USA, sus nietos y bisnietos, a quienes quiere mucho y de manera especial, a ellas y a todos, les dedica el evento.

Como solo leería un poema, y daría las gracias, tampoco aclaró que su nacencia fue en Pimentel, no en Altamira, como aparece en algún vídeo. Los pimenteleños aunque pertenezcan a la provincia Duarte, son muy quisquillosos con este asunto y prefieren, por humildad o falso orgullo, simplemente que se diga que son,  de lo que Luis Alfredo Torres en su columna periodística por allá por los años sesenta, llamaba: “El lugar denominado Pimentel”, por el desconocimiento de ese pueblo como productor de arte literario. Pero ya no se justifica.

En cuanto a lo de declararlo Monumento viviente de la literatura nacional, fue el 29 de junio de 2013 en la ciudad de Miches, por Artemiches, Inc. Como se le ha quejado su presidente Sélvido Candelaria, por el lapsus de que fue en Puerto Plata.

Haciendo estas aclaraciones pertinentes, le gustaría explicar a los lectores lo que se dice y lo que no se dice en dichas notas y lo que realmente sucedió.

II

Como dije, a Manolo Mora no le gustan los homenajes ni los premios ni las presentaciones públicas. Disfruta ser un personaje anónimo. Uno más en la multitud. Pero el otro, Manuel Mora Serrano, por su edad quizás, ha bajado la guardia y por su vicio de escribir desde niño, a veces ha sido reconocido y aunque ha evitado también estas cosas, al extremo de que en su casa no hay ni siquiera su diploma de abogado en las paredes, que ha sido el aporte de Manolo para su subsistencia, hasta que al final, soltero, retirado de la profesión, vive de la pensión que recibe el escritor. Es decir, que ha terminado siendo un mantenido del que perdió su tiempo en la poesía, que como dijo Percy B. Shelley: “La poesía es una espada de luz, siempre desnuda que destruye la vaina que intente contenerla”. Paradojas de la vida. Manolo deja entonces hablar al otro, como ocurre casi siempre:

Cuando Maricécili me dijo que en la Facultad de Humanidades del INTEC me querían entrevistar, pensé que se refería a mi libro Modernismo y criollismo a fines del siglo XIX (La turba letrada y los mitos literarios) que hace un año había entregado a dicha alta casa de estudios para su publicación. Fui con ella, inocentemente. Vaya sorpresa cuando la decana profesora Elsa Alcántara y el celoso guardián del evento, profesor Carlos Enrique Cabrera, me dijeron que había sido escogido como el Escritor del Año (palabras textuales), y que oportunamente se fijaría la fecha. Mi hija como docente, me aclaró que no votó por mí, y que la alternativa había sido mi admirado y querido amigo Jorge Tena Reyes. Nada podía hacer. Era un hecho consumado. Di las gracias y dije que no lo merecía, como realmente sucede.

Pero ahí no termina la historia. Un día con el autor y su obra en su edición XXIII, como realmente se llamó el evento, ocurrió el 24 de noviembre. Era preciso, por ser la tradición, que recibiera o que fuese a entrevistas por los colegios que regularmente participan.

Aquejado de la gripe Manolo, ya en un artículo anterior señalé los contactos de ambos con el Colegio Santa Teresita y con La Comunidad Educativa Lux Mundi, que tuvieron un contacto más directo con la persona, su obra y su vida. De ahí que sus presentaciones dieron constancia de ello, incluso con la pantomima extraordinaria.

El poema El Camino de las sombras fue dicho a dos voces.   

Las comunicaciones telefónicas o por medio de los correos, los envíos de textos, las fotos. En fin, todo termina y un día fijan fecha, van los dos al evento y aparecen dos colegios más: Babeque Secundaria y el Centro Educativo Las Américas.

Estos fueron sorpresas. No me contactaron y sin embargo hicieron dos presentaciones, una sobre las ciguapas por el personaje de mi novela Goeíza y la otra con una muestra de lo que mis obras le provocaron, mi poema El vino innominado y las ciguapas.

En realidad, como dije al iniciar mis palabras: Estaba abrumado. Las palabras del rector profesor Rolando Guzmán y las de cierre de doña Elsa Alcántara, complementaron el evento. 

Al margen: No solo me fue entregado por el INTEC el Reconocimiento que aparece en las notas publicadas, sino que el Colegio Santa Teresita también hizo el suyo. Lux Mundi enmarcó mi poema El camino de las sombras. Los de Las Américas me entregaron un álbum con dibujos alegóricos realizado por sus alumnos.

También más al margen y sin indicar cuáles de las entidades presentes lo hicieron, Manolo, como siempre, termina disfrutando la labor del escritor, recibiendo dos botellas de vino Protos para deleite de ambos; una fina camisa Mauricio Coletti, dos no menos  finas corbatas marca Barone y un deliciosos quesillo de piña, postre que por su trabajosa elaboración, ya no se hace en los hogares como antaño. Y el cariño de los asistentes, sobre todo de familiares y amigos.

Dejando para el final, la presencia del poeta Cayo Claudio Espinal, Viceministro de Cultura, de Fari Rosario del departamento de publicaciones del Intec y mi viejo amigo Avelino Stanley, cuyas participaciones me emocionaron.

Como un regalo especial a los lectores de Acento. Com, ofrezco los textos de los poemas citados, incluyendo El vino Innominado que no se recitó. Finalizando con el que leí, Sinfonía en Miedo Mayor.

Aclarando a los jóvenes, un detalle técnico: Durante unos años fueron los dos, Manolo y el escritor a sitios aislados a realizar lo que hacían los pintores impresionistas y expresionistas del siglo XIX. El Camino de la sombras fue escrito en la playa del río Cuaba en Pimentel, y lo que de narra allí fue lo que captó el inseparable cuando se alejaba de Manolo al verlo atrapado por las musas. El otro solo iba a disfrutar del aire libre y el agua fresca. Aunque el tema no estaba de moda en 1956 el poema es actual y ecológico.

El segundo de esa serie de textos naturistas, fue en las proximidades de la casa de ambos, en campo abierto. Pueden y deben ser vistos como “cuadros”, o intentos de pintura lírica. De ahí que la enmarcación del poema por Lux Mundi haya sido un acierto.

El vino innominado también podría agregarse a esa serie, pero ya en un marco urbano.

III

Los poemas de Manuel Mora Serrano

El camino de las sombras

Yo hablo del río que es una culebra flaca escamada de verde

escurriéndose entre las barrancas.

Hablo de este mismo río creciéndole la barba en la montaña

y emprendiendo resuelto su camino de sombras.

Hablo de estos árboles que hacen equilibrio en las barrancas

con los músculos desnudos de sus raíces.

Hablo de estos pájaros que llegan a los árboles

y se quedan cantando para nadie en el campo.

Hablo de los frutos que joroban las matas

tan solo para que el hombre las degüelle risueño.

Hablo de las cosas que florecen y cantan

y se quedan con sus cantos y sus flores

olvidados y lejanos en sus sitios de siempre.

Las hormigas hacen un palacio de un ruiseñor muerto.

Alguna saldrá florecida de cantos de su garganta.

Jamás pensaremos en la agonía de los peces

que se arriman al fondo para volverse piedras.

Ni en los pájaros que mueren con las alas abiertas

para que el viento los convierta en nubes.

No pensaremos que los árboles mueren

y se quedan de pie con sus esqueletos desnudos.

Pasaremos por los campos, por los ríos y las montañas

sordos, ciegos, e impíos; miserables y odiosos.

El Caribe 1956

Cuartel del sueño

Aquí nadie piensa en el atardecer.

Las vacas, misioneras dóciles del rocío,

con sus lenguas ásperas, en paz pastan.

Las ciguas palmeras palmo-pitean sus sonoros chuis-wis-wis

y a carcajadas rumbo al arroyo

ríe su nombre relincho el julián chiví.

Todo es crudo y cierto, menos el vuelo blanco

casi sueño, de las garzas del sur.

Alguien nos regala un fresco gris

en los lejanos salones del oeste.

Todo, hasta los árboles, vuelven el rostro

para ver el jugueteo de las aves últimas

en las casi oscuras parcelas del valle.

Yo estoy contigo, amor que estás lejísimo

haciendo la última guardia del día

y recogiendo el lienzo plegable de su bandera de luz.

El vino innominado

  Tal olor a vino emanará de mi tumba

que todo aquel que pase cerca se embriagará”.

Omar Kayyán

Es un barato vino ibérico, anónimo,

sin denominación de origen, un tinto

humilde como un monje creyente,

que bebo, leyendo, en la taberna barrial.

 

Levantaba la mirada y pasaban

cimbreando, las ávidas mujeres del atardecer

mientras el vino labraba mi nostalgia,

tallaba en mi espíritu a una ausente

que emergía en complicidad con la noche.

 

Hija del vino ácido de ultramar

es la mesa de la taberna donde se evoca

la juventud que se ha perdido

y aquella mujer, única en la tierra

con quien esperamos compartir

el amargor de los últimos tragos,

el estertor de los últimos estertores,

en este otoño absurdamente verde,

edad de nuestra edad, ácido y triste

como una copa que nunca podrá tomarse

como se bebe un vino prestigiado

por una denominación de origen.

Sinfonía en miedo mayor

Introducción

En ti vibra el amor. Es una cuerda asible hasta en el viento.

Cuando pasas, se puede aupar la ternura que derramas como aroma.

De ti sale el amor. Es una vocación trinante, clamorosa.

Tu cuerpo grita que eres amada. Camina derribando al mundo

y habla de un nuevo amor, con la lengua radiante de la primavera.

Quien te toque, me tocará en la llaga viva de mi vida.

Lo que digas, me concierne. Lo que pienses, me pertenece.

Si a otro das lo que a mí me has reservado, me lo darás a mí.

Cuando la noche y tu soledad se aúnen y se cierren sobre ti.

Cuando penetres a las aguas sombrosas del recuerdo

cruzarán las avenidas de mis ojos en tu piel

y abrirás el cuerpo palpitante para que te tacte a la distancia.

¡Oh miedo mayor, miedo mayor, miedo mayor mío!

Primera Variación

Soy como el tiempo: Te traigo una nueva y verdadera juventud.

Vengo armado de primaveras. Traigo un ejército de aromas

y no dejaré lugar alguno en tu cuerpo claro para la noche.

Serás el día a pesar de las sombras en la noche de tus piernas.

Te traigo valles. Te entrego parcelas ordenadas.

A cambio de tu soledad, he aquí mis versos pulidos por la primavera.

A cambio de tu muerte, he aquí mis cantos.

¡Oh miedo mayor, miedo mayor, miedo mayor mío!

Para decir tu nombre lo hago huyendo bajo los árboles

porque nada hay en el mundo que no sospeche mi ternura.

Nada hay en el mundo que no sea cómplice secreto del amor.

Miedo mío, miedo mío poderoso y terrible. Miedo, miedo mío.

Podría llamarte así: Muchachita otoñal. Primavera antigua.

Podría llamarte así: Mujer limpia en el agua de su piel de seda,

Pero te llamo en mí, miedo mayor, miedo mayor, miedo mayor mío.

¿Querías un lugar para esconder tus vergüenzas?

He aquí mis brazos. He aquí mi pecho, limpio de promesas,

aseado de sueños, construido para contener tus lágrimas.

¡Solo el amor limpia por su vocación de agua!

Pero he aquí que tienes miedo tú también, aunque eres poderosa.

He aquí que todo tu poder está en la soledad o en la ausencia.

Nada podrás hacer para evitar mi hora. He aquí que me la ofreces:

¡Oh miedo mayor, miedo mayor, miedo mayor mío!

Segunda Variación

Solo quiero un lugar de tu cuerpo que nadie haya besado.

Un dedal de piel que nadie haya tocado deseándote.

Me dirás aquí, y yo lo sacaré con los dientes de tu carne.

¡Qué pocas cosas pide quien pide andar caminos recorridos!

Y debo, tener a cambio, alguna comisura de mis labios intacta para ti.

¡Cómo quisiera haber aprendido a inventar besos como versos!

¡Oh miedo mayor, miedo mayor, miedo mayor mío!

¿Qué hago ahora que te tengo desnuda ante mis ojos?

¿Cómo iniciar? ¡Iníciame de amor, maestra de ternuras!

¿Puedo besar primero las uñas de tus pies?

¿Puedo poner las manos sobre el lunar del vientre?

¡Me dejas que te mire y que muera mirándote!

Soltaremos las bestias. Ya no es hora de versos.

¡Qué mucho me recuerdas desnuda la palabra libertad!

Cuerpo tuyo desnudo llamaré a la poesía desde ahora.

¿Puedo cruzar tantas barreras de temblores? ¿Me dejas?

¡Oh miedo mayor, miedo mayor, miedo mayor mío!

Tercera Variación

Ahora cuando regresamos de la muerte y es aún la primavera.

Ahora cuando cruzamos ese puente total que separa del mundo.

Ahora que pisamos el tenebroso camino de las estaciones.

Ahora que vuelves cantando con la muerte en los labios,

que giras, que caes, que vuelves, que vas, que giras y giras

Y giras y giras y viene el ¡ay! naciéndote como una flor,

yo quiero hablar de versos, yo quiero hablar de versos.

¡Oh miedo mayor, miedo mayor, miedo mayor mío!

Final

En ti vibra el amor. Puedo verlo en el espejo de tus pasos.

Me has ungido de paz, de tormento y primavera.

Sólo un gran amor puede hacer el canto.

Y yo te canto y en ti canto lo que canto y lo que no canto,

Canto y canto en ti que eres mi canto.

En ti vibra el amor, crecer parece bajo la sombrilla  de la primavera.

Y yo te canto y te temo. Tiemblo cantando:

¡Oh miedo mayor, miedo mayor, miedo mayor mío,

miedo mayor mío, miedo mayor mío, miedo mayor mío!