El presidente Danilo Medina ha demostrado no solo inteligencia, sino sobre todo astucia para manejarse en medio de una situación económica crítica y una situación política compleja, y a pesar de ello incrementar su popularidad a niveles espectaculares.

Se argumentaba que el presidente Medina no podía realizar cambios importantes en las posiciones relevantes de la administración pública, sin enajenarse voluntades como las del ex presidente Leonel Fernández, su actual Vicepresidenta, Margarita Cedeño de Fernández y sobre todo la de los miembros de la Comisión Política, el poderoso polit bureau del PLD.  El riesgo es más elevado si se toma en cuenta que Leonel Fernández se fue, pero no se fue, quedándose con una parte importante del poder y con la clara aspiración de retornar a la presidencia en el 2016.

Luego de un excelente discurso inaugural, el presidente Medina asumió la realidad que le rodea y tuvo que decepcionar a mucha gente dejando a la mayor parte de los mismos funcionarios que han mantenido a la República Dominicana como líder en materia de corrupción y dispendio del gasto público. También tuvo que asumir la difícil situación económica heredada, que aunque tuvo como causa parcial ayudarlo a subir al poder (la otra parte fue para comenzar a  preparar el regreso de Fernández en el 2016), ahora le tocaba enfrentarlo como presidente de la República.

Pensaba que el presidente Medina se reservaría la rectificación del caso de Bahía de las Águilas para tener un punto alto en su discurso del 27 de Febrero, pero ocurre que ya tenía previsto uno todavía mucho más alto: la Barrick Gold

El presidente Medina convocó el 3 de octubre a los miembros del Consejo Económico y Social (CES) en el Palacio Nacional  para que, él presente,  Temístocles Montás, jefe del equipo económico del gobierno pasado y del presente,  apurara el trago amargo de anunciar al país el mayor déficit anual en toda su historia, que se proyectaba a diciembre 31 en alrededor de un 8% del PIB, es decir cerca de  187 mil millones de pesos, en datos oficiales.

La astucia interviene cuando se proyecta el gasto público como si en los últimos cuatro meses y medio el nuevo gobierno fuera a seguir gastando de la misma manera en que lo había hecho el viejo durante los primeros siete meses y medio del año. La estrategia era exagerar la proyección del déficit, creando  las condiciones para lograr la aprobación de la reforma tributaria y del presupuesto del próximo año, pudiéndole atribuir a otro las consecuencias, y protegiendo así la imagen del nuevo  gobierno.

La estrategia funcionó, pues la mayoría culpó a Leonel Fernández del déficit y el presidente pudo lograr su reforma tributaria y su presupuesto sin consecuencias para su popularidad, que por el contrario siguió creciendo. Hoy finalmente se sabe que el déficit que en octubre se anunció que terminaría en 8% del PIB, terminó en 6.6% del PIB. Y a esta parte también le sacará partida el presidente Medina, informando que todo el mérito lo tiene su gobierno por las medidas adoptadas, lo que es cierto.

Cuando la decisión del gobierno sobre Bahía de las Águilas parecía que comenzaría a minar la popularidad del presidente Medina, tuvo el acierto de dar marcha atrás, afianzando su popularidad.  Lo hizo protegiendo a sus ministros y a su Consultor Jurídico, asumiendo la responsabilidad de la errada decisión, pero consciente de que lo importante era la rectificación, que terminaría sepultando el error inicial, como efectivamente aconteció.

Pensaba que el presidente Medina se reservaría la rectificación del caso de Bahía de las Águilas para tener un punto alto en su discurso del 27 de Febrero, pero ocurre que ya tenía previsto uno todavía mucho más alto: la Barrick Gold.

Es cierto que el presidente omitió hablar sobre corrupción o sobre el déficit fiscal del 2012, no dio detalles sobre su plan de seguridad ciudadana, se olvidó que la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo lo obliga a llegar a un pacto eléctrico, uno educativo y otro fiscal (que parece fuera de la agenda del gobierno en estos momentos), que no ha enfrentado el desorden que impera en el Ministerio de Relaciones Exteriores, pero contaba con que la parte final de su discurso sepultaría todas las omisiones y así efectivamente ocurrió.

El presidente Medina obtuvo el apoyo de una inmensa mayoría del pueblo dominicano con respecto a su posición frente a la Barrick Gold. Su popularidad escaló, sin duda, cumbres insospechadas y su posición como presidente se ha consolidado, lo que es bueno porque lo coloca en condiciones inmejorables para que no haya excusas en hacer lo que nunca se ha hecho. Son muchos los temas en los que se necesita de voluntad política para que avancemos. ¡Manos a la obra, presidente!