Una de las labores más hermosas del año pasado fue la publicación del libro “Deja que te cuente”, el resultado de un esfuerzo de años de la Asociación Popular de Ahorros y Préstamos (APAP) por relatar de forma edificante las maneras en que nueve personas viven con discapacidades físicas e intelectuales. En un movimiento por la inclusión, este libro, que está disponible digitalmente en el enlace que coloco más arriba, en su versión impresa, cuenta con pasajes en braille.  Otro aspecto de su intención de atraer la atención a las discapacidades fue que, aunque estuvo listo en el mes de julio, fue dado a conocer en el día internacional de la discapacidad, el 3 de diciembre, para que su contenido obtuviera más proyección y significado.

Con fotografías de Ricardo Piantini, diseño e ilustraciones de Elías Roedán, textos de Vianco Martínez y bajo la coordinación editorial de Mildred Minaya, los lectores son invitados a tener una mirada nueva sobre cómo se hacen aportes productivos desde esas condiciones y, como alecciona Pablo Ámez en su estupendo prólogo, a hacerse la pregunta “Si mañana me quedo ciego o sordo o con discapacidad intelectual, ¿dejo de ser yo mismo?”.

Amelia Brea Bermúdez del libro Deja que te cuente.

La respuesta dependerá de cada cual, pero yo sospecho que todos cambiaríamos de manera significativa y lo deseable (y difícil) sería cambiar para ser mejores. Aunque no la conozco desde antes, sospecho que, en parte, esto le ha sucedido a Francina Hungría, una persona que ha motivado y acompañado a la propia APAP a volverse una institución más integradora, que une este discurso de inclusión con otras acciones como que las nuevas edificaciones sean accesibles a más tipos de discapacidades o que colabora con diversas entidades orientadas hacia la convivencia con la discapacidad.

Afortunadamente, ni Francina Hungría ni la APAP son los únicos ejemplos de haber emprendido este tipo de crecimiento a partir de la discapacidad. La sordera del gran compositor Beethoven es conocida de todos.  Esa fue una manera heroica de vivir con su limitación: haciendo creaciones que él mismo no podía disfrutar de la manera en que las grandes mayorías podemos aprovecharlas. O el también famoso Stephen Hawkins, a quien su creciente discapacidad motora le significó un acicate por dedicar mayores esfuerzos a realizar aportes intelectuales.

Tommy Guzmán del libro Deja que te cuente.

Más afortunados aún somos los demás, que – hasta ahora – podemos sumarnos a este camino en calidad de observadores y acompañantes.  Cada cual, en su condición presente, puede ser más agradecido de las capacidades que posee y aprender a conocer la gran cantidad de personas que lidian cotidianamente con la discapacidad.  Aunque gracias a iniciativas como las Olimpíadas Especiales, a entidades como la federación internacional de asociaciones El Arca y a muchos esfuerzos locales y globales, todavía suele ser motivo de silencio. y en ocasiones de vergüenza, la convivencia con la discapacidad, cuando, en realidad, es un motivo de orgullo y de entereza el contar con personas valientes que día a día continúan siendo felices en condiciones más demandantes que las que tiene la mayoría.

Hashtag: Inclusión, Francina Hungría, APAP, El Arca

Resumen corto: Todos cambiaríamos significativamente si nos despertásemos con discapacidad.

Resumen largo: En realidad, es un motivo de orgullo y de entereza el contar con personas valientes que día a día continúan siendo felices en condiciones más demandantes que las que tiene la mayoría.