A diario es libre y activo el mercado secundario de bonos del gobierno dominicano. Esos atributos merecen más que una simple foto explicando que ayer gateaba y hoy va “raudo y veloz”. Aquí un esfuerzo subir a foto-crónica. Ayer se pelaba el mercado las rodillas porque los bonos los recibieron acreedores a regañadientes para saldar deuda administrativa entidades públicas. A ingenieros, colonos azucareros, comerciantes, depositantes y reclamantes expropiaciones de tierras, luego de la auditoría y validación de sus expedientes, se les entregaron bonos físicos con sus cartones de cupones punteados, para despegar con facilidad a la hora de cobrar los intereses.
Con el pago religioso de los intereses se fue esfumando el fantasma de aquellos títulos que emitió y nunca honró el Dr. Balaguer. Algunos bancos y puestos de bolsas fueron creando un mercado secundario para el bono de la Ley 104-99. Era más o menos activo y operaba con un descuento reflejaba dudas sobre la devolución del capital. Aunque el facial indicaba que el título sería aceptado para cancelar obligaciones tributarias, los participantes tenían, como el bolero del millón de recuerdos, muy “poquita fe”.Los recursos para devolver el principal se depositaron a tiempo en Banreservas, con funciones de custodio y liquidador. Sin embargo, se pagaron entantas semanas como seriespor una situación legal afectaba expedientes grandes aprobados en el período de transicióndel 2004.
El contratiempo no tuvo mayores consecuencias por el pago normal de intereses y del capital de otros bonos deuda administrativa. Así se fue creando la confianza para incorporar la emisión de bonos internos como fuente de financiamiento al presupuesto. El déficit público anual aprobado por el Congreso Nacional en la Ley de Presupuesto se cubría con fuentes externas por bonos y préstamos; internas, por créditos, casi en su totalidad del Banco de Reservas. Existían los inversionistas institucionales y el volumen de ahorro interno para crear un mercado primario de títulos del gobierno. Había también un apremio porque luego de la reestructuración de las emisiones en circulación del año 2004, el mercado externo nos tenía cumpliendo penitencia. Pasar de cadenita de oro a bono chatarra no es raro. Lo sabe el gobierno y empresas privadas de telecomunicaciones y turismo han hecho emisiones en el exterior.
Con el apoyo del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, la Dirección General de Crédito Público estableció un programa de creadores de mercado para bonos del gobierno. Bancos y puestos de bolsas participan en subastas competitivas, en una aplicación diseñada por Bloomberg, y se comprometen a mantener posturas de compra y venta que permitan dar liquidez y dinamismo al mercado secundario. Es así que se deja de gatear en la foto de ayer, para repetir desde el 2011 una experiencia local similar a la que referimos sobre los bonos soberanos: mayor aceptación voluntaria por los inversionistas y a menores tasas, de emisiones autorizadas por el Congreso Nacional en el plan de financiamiento.
A junio 2017, aproximadamente RD$230 mil millones en bonos del gobierno han entrado voluntariamente al portafolio de inversiones de Administradoras Fondos Pensiones, Bancos Múltiples, Asociaciones Ahorros y Préstamos, Cooperativas Ahorro y Créditos, Compañías de Seguros, personas físicas residentes e inversionistas no residentes.
El Portal de la DGCP trae información a diario y libre de la Curva de Rendimiento por fecha vencimiento bonos, las transacciones en el mercado secundario, los resultados de las subastas y otras de interés que son más valiosas que titulares sensacionalistas sobre variaciones absolutas de saldos. Estos pecan de ausencia de análisis y del error común de no ver la deuda pública como el resultado de aprobar una estructura de gastos que los impuestos no cubren, como bien muestra la secuencia de los artículos en la Ley de Presupuesto.