En mis tiempos de grado de derecho, en la otrora revista estudiantil Communis Opinio de la Escuela de Derecho de la PUCMM, dediqué varias entregas a la figura del Defensor del Pueblo, la cual siempre ha sido para mí una de las instituciones de nuestra democracia constitucional que pudiera tener un notorio desempeño en el mejoramiento de la institucionalidad democrática y el afianzamiento de los derechos fundamentales de todas las personas y colectivos a través de una agenda claramente definida de corte progresista.
El Defensor del Pueblo primero fue instaurado mediante la ley núm. 19-01, es decir, hace ya exactamente 20 años, y posteriormente con la reforma constitucional de 2010 dicha figura fue llevada a la categoría actual de órgano constitucional, debido a que conforme al diseño institucional de nuestra Carta Magna esta institución es otro contrapeso a los poderes del Estado para la salvaguarda de los derechos fundamentales de las personas, en especial de los colectivos y difusos.
La gestión del Defensor del Pueblo, Pablo Ulloa, tiene el desafío enorme de sacar del letargo a este órgano constitucional
La pasada Defensora del Pueblo, Dra. Zoila Martínez Guante, dejó, en alguna medida, las zapatas estructurales de la institución. Ahora con la designación de Pablo Ulloa, quien definitivamente era el mejor candidato, el Defensor del Pueblo debe asumir con presteza los grandes retos de la institución. El primero comienza con el fortalecimiento institucional, es decir, darle un carácter administrativo ordenado y transparente al Defensor del Pueblo, de tal forma que permita estructurar una gama de servicios al público en los diferentes ámbitos de su competencia.
Un segundo reto tiene que ver con la concientización y visibilización del Defensor del Pueblo. Esto implica una campaña importante de educación ciudadana para que la gente sepa de qué se trata la institución, cómo puede acceder a ella, los servicios que presta y la importancia del Defensor del Pueblo para la garantía y protección efectiva de los derechos fundamentales.
Esto último es muy importante porque el peso que pueda tener el Defensor del Pueblo va depender mucho de la valoración ciudadana respecto de esta figura. Recordemos que, en parte, el Defensor del Pueblo es una voz de autoridad moral frente a la Administración Pública, los servidores judiciales y los legisladores. Por eso la importancia que, desde el inicio de la presente gestión, se den los pasos necesarios para que el Defensor del Pueblo sea tomado muy en serio por la clase política y la población.
Otro reto importante es asumir una agenda muy clara de derechos fundamentales acorde a nuestra Constitución y a los tratados internacionales sobre derechos humanos suscritos y ratificados por la República Dominicana, lo que implica necesariamente que urge un Defensor del Pueblo proactivo en la defensa de los derechos de los diferentes colectivos vulnerabilizados, con quienes el Estado tiene una gran deuda social.
El Defensor del Pueblo puede y debe ser el órgano del Estado a través del cual se articulen los más diversos colectivos para encauzar por la vía institucional las demandas de estos en pro de garantizar los derechos de todas las personas. Este órgano constitucional tiene el reto (y también el deber) de asumir sin presiones de los sectores retrógrados de siempre, una agenda proderechos y por tanto, pronunciarse sobre las discusiones públicas que afecten los derechos fundamentales y no hacer mutis de las controversias, como hasta ahora ha sucedido.
Así pues, el Defensor del Pueblo no debe ser solo una institución que procura mayor transparencia en la Administración Pública o un ejercicio apegado a la ley por parte de los funcionarios o un disparador de acciones de amparo para casos puntuales. El Defensor del Pueblo tiene el gran reto de ser proactivo, asumir posturas y estar codo a codo con los movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil que procuran concretar y hacer realidad los derechos enarbolados en nuestra Carta Magna.
En resumen, la gestión del Defensor del Pueblo, Pablo Ulloa, tiene el desafío enorme de sacar del letargo a este órgano constitucional y convertirlo en todo un referente nacional por medio de logros palpables: conquistas de derechos y mejoramientos institucionales.
¡Éxitos y suerte en este camino que se comienza a trillar!