La teoría de la unidad del tiempo nos dice que el presente siempre guarda información de los patrones del pasado. Todos conocemos el dicho la tormenta antes de la calma. O así ha sido en mi vida. El universo me ha puesto de rodillas antes de darme lo que deseo. Esa película siempre es la misma.

Si hacemos un análisis de la historia humana, en la edad media, después de la plaga bubónica en Europa, y de manera deliberada surge el renacimiento uno de los periodos de mayor creatividad, producción del intelecto humano, expansión de las ciencias, desarrollo del humanismo, y las artes. Recientemente, desde la mitad del siglo pasado, tras finalizar la segunda guerra mundial, ha imperado en gran parte del mundo, el periodo de larga paz, como denominan varios autores que tengo en mi e reader (Steven pinker, David Christian, Yuval Noah Harari) a esta época en la que vivimos. Nuestras sociedades modernas han sido construidas sobre la base de un orden mundial interconectado, sustentado en los avances tecnológicos, la expansión de los derechos humanos, un desarrollo económico inclusivo, y el fortalecimiento de las instituciones democráticas. Parecería paradójico, pero si observamos las civilizaciones pretéritas, la armonía en el mundo se construye sobre aspectos de la realidad que se contraponen. Todas las sociedades exitosas tienen esto en común. Sirva esta ilustración, el concepto de anti vida surge de la creación inconsciente de energía negativa autónoma, es un complemento de la vida (Eckhart Tolle).

En la historia dominicana hemos tenido ciclos sociales que han galvanizado a la nación completa. Ciertamente en situaciones criticas en el país, como es la actual pandemia, los mejores ángeles de nuestra naturaleza humana se han manifestado. El tiempo es un instante impermanente, por eso me pregunto ¿cuales son los sueños por los que vale la pena luchar como sociedad?, usemos el miedo generado por la pandemia y la incertidumbre para expandir nuestros conocimientos individuales, usemos las lagrimas por los que no sobrevivieron para irrigar la empatía, usemos las perdidas humanas y materiales para desarrollar la tolerancia en nuestras vidas, y usemos los obstáculos que debamos enfrentar en este año nuevo para abrir las puertas de la conciencia humana.

Sin embargo, si algo me ha enseñado este año que paso, es en la capacidad de los dominicanos de salir brillando con luz propia de las adversidades, y ese es el espíritu que debe guiarnos como nación. En el plano individual seamos la luz hacia un camino mejor para nosotros mismos y para todos los que queremos (Charles Dickens).