No han pasado los primeros cien días del nuevo gobierno que preside Luis Abinader y el escepticismo  se apodera de la gente poco a poco. Tres cosas han jugado en contra del presidente Abinader.

La primera es la gran expectativa que se generó con el llamado “cambio” que se iba a materializar a la llegada de las nuevas autoridades, hoy actuales. La segunda es una sociedad que al parecer sí ha cambiado y sin ningún temor, valiéndose de las redes sociales, denuncian y propagan la noticia en cuestión de segundos. La tercera es el resultado de las elecciones que se celebraron el día 5 de julio de este año, donde si es cierto que el PRM y aliados ganó con una ventaja cómoda al PLD, unos 15 puntos porcentuales, no es menos cierto que ganó en primera vuelta con 2.5 porcentuales por encima de lo que establece la ley del 50% más un voto y un 47.48% no votó por Abinader, todo esto sin tomar en cuenta la abstención que fue, según la JCE, de un 44.71%, la más alta abstención electoral desde 1961.

Todo comenzó en plena transición con los famosos “decretuits” del entonces presidente electo, que generó una ansiedad colectiva, ya que los publicó gota a gota. En ese mismo período y posteriormente, las designaciones de familias completas a altos cargos dentro del tren gubernamental, que si bien técnicamente y legalmente no hay nepotismo, éticamente sí lo hay.

Ministros y viceministros han puesto a familiares, hijos, sobrinos, cuñados, en las mismas instituciones que dirigen. Hay personas que ocupan el mismo puesto de hace veinte años cuando el PRD fue gobierno. No se debe dejar de mencionar de la ratificación de muchos de los funcionarios, desde los más altos, hasta funcionarios medios, que no tuvieron una buena gestión según los resultados. Nombramiento de personas que han pululado en los últimos veinte años en el Estado y la gran mayoría, con el título de “asesor”, cobrando sin trabajar. Hay más asesores nombrados.

Y para colmo, los honorables congresistas de la Cámara Alta, no quieren renunciar a lo que mucho criticaron antes de llegar al cargo, salvo dos senadores que lo hicieron. Hubo una tercera que se sumó, porque no pudo “re direccionar” dichos fondos y dijo que trabajaría en una propuesta para eliminar el “barrilito”, un “si no hay para mí, tampoco para nadie”.

Pero lo que más ha escandalizado en este tiempo, son las declaraciones juradas de bienes de los funcionarios. Y es que no dejo de preguntarme cómo una persona de menos de cincuenta años puede tener tanto dinero. Llamó la atención la de mucha gente, no sólo la de Kimberly o Kinsberly, hoy Ministra de la Juventud en licencia, que la verdad no sé cómo podrá salir de ésta, porque según lo que se ha visto, en irregularidades lo tiene todo.

Y la curiosidad de muchas personas, en las que me incluyo, hizo  que se pusieran a indagar y ver otras declaraciones juradas de las que están ya colgadas en las diferentes páginas de internet de algunas instituciones.

Llamó mucho mi atención la de un vice ministro, que si bien no tiene mucho, cuando veo las cuentas por cobrar de este año, le deben millones de pesos, lo más grande es que es por una actividad que yo no sabía que era tan lucrativa y lo que más me extraña es que debiéndole tanto dinero dicha empresa, ni siquiera tenga una página de internet. Me pregunto, ¿qué hace un hombre en un vice ministerio, cuando le deben tanto dinero por un año? Esto por citar uno de muchos que he visto.

Debe investigarse a todo mundo y que haya un régimen de consecuencia. No sólo a los funcionarios salientes, sino también a los entrantes. Todo aquel que haya robado, usado a un testaferro, quien haya sido beneficiado por tráfico de influencias o cualquier otro delito, debe pagar.

No, aún no hay cambio.