El 10 de diciembre conmemoramos el 71 Aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Luego de las calamidades y actos de barbarie experimentados por los pueblos del mundo durante la Segunda Guerra Mundial, la comunidad internacional decidió trazar una carta de derechos que afirmara los principios y valores defendidos en la lucha contra la tiranía y la opresión. Una vez creada la Organización de Naciones Unidas en 1945, el Consejo Económico y Social estableció la Comisión de Derechos Humanos, conformada por 18 Estados miembros con el mandato de elaborar la Declaración Universal de Derechos Humanos.

En diciembre de 1948, luego de más de dos años de negociaciones presididas por Eleanor Roosevelt, se aprobó por unanimidad la emblemática declaración, que considera que “la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”. Los 30 artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos son el texto más traducido en el mundo, lo que representa un claro testimonio de su carácter universal y de su permanencia en el tiempo.

La declaración inspiró movimientos de liberación en todo el mundo y propició un régimen de derecho protegiendo los derechos fundamentales, la dignidad y la igualdad entre hombres y mujeres. Los pueblos de las Naciones Unidas, a través de la declaración, también se han declarado resueltos a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de libertad y justicia social.      

Esta declaración instaura la igualdad de todas las personas en dignidad y valor y se constituye en el documento histórico más importante en derechos humanos. A lo largo del texto figuran nuestros derechos a vivir libres del miedo y de la miseria, a la libertad de expresión, los derechos a la salud, al trabajo y a la educación, a disfrutar de las medidas orientadas a promover la justicia económica y social.

Por otra parte, y a 70 años de la creación de las Naciones Unidas, en octubre de 2015 los 193 Estados miembros se comprometieron a reforzar sus aspiraciones de alcanzar una vida digna a través de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible; la cual, con sus 17 objetivos y 169 metas, recoge las más severas preocupaciones de la humanidad sobre el desarrollo económico, social y ambiental, como un compromiso colectivo de unir esfuerzos para enfrentarlos y solucionarlos “sin dejar a nadie atrás”.

La Agenda 2030 es, por tanto, una agenda civilizatoria que pone la dignidad y la igualdad de las personas en el centro del desarrollo. Por lo tanto, también se fundamenta en los derechos contenidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos, que están reflejados en numerosos tratados e instrumentos internacionales. La Agenda 2030 es un plan de acción en favor de las personas, el planeta y la prosperidad. También tiene por objeto fortalecer la paz universal dentro de un concepto más amplio de la libertad y reconoce que la erradicación de la pobreza en todas sus formas y dimensiones, incluida la pobreza extrema, es el mayor desafío al que se enfrenta la humanidad, y constituye un requisito indispensable para la creación de sociedades inclusivas y justas, al servicio de las presentes y las futuras generaciones.

Este plan será implementado por todos los Estados miembros mediante una alianza de colaboración que busca liberar a la humanidad de la tiranía de la pobreza y las privaciones y a sanar y proteger nuestro planeta, a través de medidas audaces y transformadoras que se requieren urgentemente para reconducir al mundo por el camino de la sostenibilidad y la resiliencia.

Por tanto, la Declaración Universal de Derechos Humanos y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) constituyen compromisos asumidos por los Estados, para que cada persona pueda vivir una vida en condiciones dignas, “sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”, tal como lo precisa la declaración. 

La celebración del aniversario de la Declaración Universal cada 10 de diciembre busca recordarnos que los derechos humanos son patrimonio de todas y todos, y solo mediante nuestra apropiación cobran vida. Quizás quien mejor llegó a expresar este sentimiento fue el ex secretario general de las Naciones Unidas Kofi Annan, quien nos instaba reiteradamente: “Los derechos humanos son sus derechos. Tómenlos. Defiéndanlos. Promuévanlos. Entiéndanlos e insistan en ellos. Nútranlos y enriquézcanlos. Son lo mejor de nosotros. Denles vida.”

Debemos avanzar con firmeza. La humanidad siente cada vez más temor ante las grandes transformaciones que el mundo experimenta. Es precisamente en estos tiempos de confusión e incertidumbre cuando la Declaración Universal de Derechos Humanos puede guiarnos paso a paso y debe tomar vida orientando nuestro camino.