Ahora a los funcionarios corruptos de todos los partidos que han pasado por el poder, les produce pánico contar y presentar públicamente la fortuna que se robaron en tiempo récord en el ejercicio de los asuntos de Estado.

Los funcionarios corruptos están bajo el ojo del huracán y prefieren soñarse viviendo en el patio del barrio, y en el barrio del patio, donde vivieron cuando estudiaban en la universidad. Prefieren ahora caminar con caretas puestas cuando se encuentran con grupos de ciudadanos.

Les tienen miedo a las multitudes. Antes exhibían su fortuna "orgullosamente" en los centros sociales. Hasta hacían fiestas y apuestas cuando llegaban a cierta o determinada cantidad de millones de dólares robados al pueblo. Organizaban actos festivos para tales fines.

A todos ellos les produce pánico contar sus fortunas. También les produce el mismo pánico cuando van a los restaurantes y allí está el mismo pueblo con esos ojos desafiantes y rebeldes.

Los corruptos quieren pasar a darle las gracias a la “junta central electoral”, pero no quieren pasar por la Plaza de la Bandera. Los jóvenes les producen problemas gastrointestinales. SÍ, diarrea. Sí, junta con minúscula hasta que cambien a los miembros del pleno. Sí, Plaza de la Bandera (con mayúscula), siempre, porque allí estará la dignidad del pueblo, aunque esté vacía y no haya un alma.

Los corruptos pueden ser coloraos, blancos o morados. O grises en la combinación de los colores primarios. O del color de uno que fue de la izquierda, pero que camina por la derecha. Pero a todos les da pánico contar los millones de dólares para hacer su declaración jurada. Y eso que todavía no hay una Cámara de Cuentas, como necesitan y reclaman el pueblo y la sociedad dominicana.