Decir lo malo siempre, y en todo lugar, aúnque sea sólo porque el derecho a discentir y a la libre expresión es un derecho ciudadano supuestamente “consagrado” en la Constitución Dominicana. Decir lo malo, que es todo, o casi todo, a pesar y en contra del empeño omnipresente de tapar o negar todo eso malo, de algunos alumnos aventajados de aquel “ilustre” maestro para quien la Constitución era solo un “pedazo de papel”.
Decir lo malo siempre, y en todo lugar, aunque sea solo para contrarestar el asqueante hecho de que las supuestas bondades del gobierno nos la meten hasta en la sopa cada segundo, cada minuto, cada hora, todos los dias del mundo.
Decir lo malo siempre, y en todo lugar, a pesar y en contra de lo que quisieran las bocinas pagadas y gratuitas que vegetan cual verdolaga por todos los rincones del país.
Decir lo malo siempre, y en todo lugar, ante la churia de programas de “opinion” en la Radio y la TV dominicana, financiados todos, en un elevadísimo por ciento, por el gobierno, con los cuartos sacados de las costillas de los ciudadanos/contribuyentes dominicanos.
Decir lo malo siempre, y en todo lugar, por la asqueante presentación como “noticia” de propaganda elaborada por el gobierno, en la Radio, TV, periódicos impresos y digitales, y en todos los medios de comunicación habidos y por haber.
Decir lo malo siempre, y en todo lugar, porque lo bueno, cuando así sea, es lo que debe hacer todo gobierno, y es el derecho y deber de todo ciudadano exigir que así sea. Porque de eso es que se trata, de que todo gobernante, todo funcionario y todo empleado público, desde el más importante hasta el de menor escala, es pagado por el ciudadano/contribuyente, y por tanto debe hacer lo que es bueno para todo el país, y cuando no haga lo bueno debe ser, no solo criticado, si no que debe ser sancionado y castigado con todo el peso de la Ley y la Justicia.
Decir lo malo siempre, y en todo lugar, porque hacer lo bueno, lo correcto, desde el gobierno, no se trata de que estemos todos en una especie de onda positivista, una buena onda de “superación”y “aspiraciones” personales. No, el gobierno, lo público, todo y cada uno de los sueldos y botellas que paga el gobierno; toda obra y servicio que hace el gobierno, incluidas las dadivas, es pagado con los impuestos de los ciudadanos/contribuyentes. No se trata de que tengamos que agradecer a un “benecfator” de la Patria, a un senador, diputado o funcionario dadivoso. Y cuando, las escasas ocasiones, en que alguien en el gobierno haga lo correcto, no tenemos los ciudadanos/contrubuyentes que agradecerle nada, en ese caso, para esa persona debería ser suficiente con sentirse que ha cumplido con su deber, que ha hecho el trabajo para el cual los ciudadanos/contribuyentes le pagamos para hacer.
Para terminar, decir lo malo siempre, y en todo lugar, porque me da la gana. Porque coño, y retecoño, es la única manera en que se construye ciudadanía.