“Hoy ha muerto Brasil de la vieja República”, inicia Juan Arias su artículo en El País (disponible en el enlace siguiente: http://internacional.elpais.com/internacional/2017/04/12/america/1492030807_288240.html ), a propósito del emplazamiento que el Supremo Tribunal Federal le hace al vicepresidente convertido en presidente que es Michel Temer. La vieja República de Arias es la construida sobre los cimientos de la corrupción. ¿Podríamos decir lo mismo los dominicanos? La respuesta la ofrece Arias en su artículo: "Dependerá de nosotros, de la sociedad. Necesitamos estar unidos para no volver a ser engañados". Vale tanto para Brasil como para los del patio.
La pequeña diferencia es que la catarsis que sufre Brasil, aquí ni la soñamos. En Brasil tienen fe de que entre los escombros de la clase política surja un nuevo liderazgo que cumpla la promesa de la sociedad de bienestar que promete el gigante del sur. Nosotros asistimos a una claque política que quiere retorcer los hechos para que todo siga igual, no importan los resultados que llegan de los tribunales norteamericanos como brasileiros.
Si en Brasil tienen la sensación de haber llegado a un callejón sin salida, los dominicanos ni pensamos que estamos en uno. Mientras el Tribunal Supremo Federal brasileiro dirige todo el proceso seleccionando a los jueces menos “politizados” o “partidarizados” para adelantar las pesquisas, aquí nuestro aparato de justicia nos regatea la información que le llega desde Brasil sobre los delatados “sobornados” en nuestro patio, con la excusa de cotejar los resultados de allá con unas investigaciones inexistentes acá.
Si en Brasil la presidenta del Supremo Tribunal Federal surge como referencia de integridad para echar hacia adelante la maraña de los casos de corrupción, aquí vivimos dándole “no ha lugar” a nuestros corruptos.
Parece que vernos en el espejo de Brasil nos devuelve la imagen inversa de lo que pasa allá. La maquinaria partidaria dominicana, sea oficialista u opositora, no está viendo más allá de sus narices. Su preocupación es ¿Quiénes son candidateables en el 2020 para seguir con el mismo sainete?
Como una piedra en el zapato, la movilización ciudadana identificada como “la marcha verde” trata de ser desprestigiada al ser señalada como conspirativa, produciéndose trampas para su represión e identificación con una violencia sediciosa. Gracias a Dios que es una muestra de que nos parecemos a Brasil: la ciudadanía se ha dado cuenta de su poder soberano, y solo esperamos que aquí como allá, se imponga por encima de las trampas partidarias.