I.- El ambiente feo que nos movemos

1.- Porque nací y me desarrollé  en una sociedad humana integrada por personas con afecto profundo hacia los demás, jamás pensé que llegaría a compartir en un medio con entes sociales dominados por el desamor, la inquina y otras taras que causan daño.

2.- En estos momentos resulta sumamente difícil permanecer con tranquilidad espiritual, porque en un abrir y cerrar de ojos aparece aquel que se siente bien llevando a otras personas decaimiento de ánimo, hundiéndole el deseo de vivir.

3.- Luego de haber pasado la mayor parte de mi vida codeándome con personas amorosas, llenas de cordialidad, ahora he tenido que ser testigo del proceder de ese odioso que se mantiene listo para odiosear, hacer incomodar al más apacible; motivar enfado y contrariar al de más dulce y afable trato.

4.- Por la forma como está diseñada la conducta de la generalidad de nuestros connacionales de hoy, hay que estar mentalmente preparado para cambiar, modificar el estado de sentimiento grato por tristeza. El abatimiento se lo traen al que se encuentra más gozoso.

5.- En nuestro país, además de la atribulación que ha creado la pandemia, causando más de 2, 496 muertos y afectados 201,145, el desconsuelo lo genera también aquel que disfruta amargando, sembrando  congoja, sea con la noticia fea, el rumor malvado o el comentario lo más siniestro posible.

6.- Aquella persona noble,  que no quiere ver su buen humor hundido hasta lo más hondo, que tenga mucho cuidado a la hora de abrir el celular o leer un mail, porque es posible que escuche o lea el más cruel  mensaje dirigido para causarle pesadumbre e inquietud.  Se procura con la información dañina herir, lastimar, causar decaimiento de ánimo, fastidio e incomodidad.

7.- Por muy contenta que esté una persona, el maldito se la ingenia para transformarla en acongojada. Aquí abundan abominables que tienen como objetivo estar de miserables amargando al ser humano bueno, al incapaz de comportarse como los endemoniados.

8.- Lamentablemente, el ordenamiento bajo el cual estamos viviendo hoy los dominicanos y las dominicanas, es el adecuado para que se desarrolle la malignidad, y el pernicioso dé riendas sueltas a su malevolencia. Allí donde sobresale el que es propenso al mal,  de seguro se mueve en una sociedad enferma, propia de los que se entregan a las perversidades.

9.- Una vez se comprueba que odio, resentimientos y prejuicios forman parte del conjunto de la forma de proceder de amplios segmentos de la sociedad, lo que procede es hacer una labor de selección, para solo tratarse y confiar en los extraídos de ese montón de aguafiestas, azarosos y espantagustos.

10.-  Porque no siempre resulta fácil identificar a las personas malvadas, lo que manda la prudencia y sana inteligencia es mantenerse esquivo, pero sin caer en insociable. Afable con el bueno, pero retraído con el bellaco.

11.- La mayor parte de los hombres y las mujeres de mi generación, son confiables, aunque debo reconocer que algunos se han dejado contaminar por los vicios sociales propios del modelo económico que hoy predomina. De ahí la sorpresa y la decepción que es para mí comprobar la felonía en aquel que, supuestamente, fue mi amigo desde los primeros años de mi existencia.

12.- Debo decirlo con todo pesar: no estoy preparado para la vileza, y mucho menos que venga de quien siempre esperé fidelidad. En mi  código de la amistad  no existe la indignidad, aunque he sido víctima de canalladas.

II.-  Que el proceder  de los malvados no nos deshumanice

13.- Por muchos malvados que nos encontremos en el círculo social que nos movemos, no debemos caer en la deshumanización. Estamos en el deber de conservar el sentido humanista, y razonar en el sentido de que si nos despersonalizamos, si procedemos alienados, insensibles, entonces ha triunfado la basura social.

14.- Ante las maldades que hace el desleal a quien traiciona, hay que procurar descubrir, buscar  hasta encontrar al digno, al honroso, a ese que con su actuación nos hace ver que por muy rebajada que esté la sociedad dominicana, todavía podemos confiar en los buenos que quedan.

15.- El desánimo que resulta de una acción perversa llevada a cabo por un retorcido social, jamás debe motivarnos a portarnos odiosos. Por el contrario, estamos en la obligación de poner la dulzura por delante de la dureza. Que el accionar del pérfido, nunca nos incline a ser falaz, un felón.

16.- Porque las personas de malos sentimientos buscan atormentarnos, para que pasemos la mayor parte del tiempo entristecidos, debemos sobreponernos para no afligirnos y, por el contrario, animarnos, darle bello color a la vida, levantar el espíritu y echar a un lado lo que sea abatimiento.

17.- Por muy deteriorada que está la sociedad dominicana en lo social, ético y moral, no podemos entregarnos y dejarnos dominar por aquellos que son unos podridos sociales, pervertidos, que gozan desmoralizando a hombres y mujeres de bien. Que nunca nos llegue la desesperanza ni el desaliento, para conservarnos incentivados, estimulados para continuar aportando hasta llegar a construir el ordenamiento en el cual merecemos vivir, un medio sin farsantes, traidores y perversos.

18.-  Porque lo mejor del pueblo ha luchado y lucha para vivir en un país donde impere la conducta del ser humano de buen corazón, bondadoso y altamente compasivo, es nuestro deber seguir trillando el camino que nos ha de llevar al ambiente donde estaremos compartiendo con el ser humano virtuoso, excelente.

19.- Es de desear que más temprano que tarde, solo nos tratemos  con personas sanas de mente y corazón, para así sentirnos realizados y motivados para continuar viviendo confiados en la integridad, y olvidarnos de los corrompidos que dañan hasta el aire que respiran.

20.- La ley de desarrollo de la sociedad humana nos dice que aunque hoy nos estamos moviendo en un fango, por causas propias del sistema social predominante, que genera personas de conducta y mente sucia, ha de llegar el día que nuestro país esté viviendo en un orden social que ha de engendrar seres humanos libres de estigmas como la falsía.