Según nuestra Constitución los partidos, las agrupaciones y los movimientos políticos tienen como finalidad: a) garantizar la participación de ciudadanos en los procesos políticos que contribuyan al fortalecimiento de la democracia; b) contribuir, en igualdad de condiciones, a la formación y manifestación de la voluntad ciudadana, respetando el  pluralismo político  mediante la propuesta de candidaturas a los cargos de elección popular; y c) servir al interés nacional, al bienestar colectivo y al desarrollo  integral de la sociedad dominicana.

Todo el accionar de los partidos políticos se debe enmarcar en ese mandato constitucional y democrático. No obstante, circunscritos o no en esas exigencias normativas  y sustantivas, deben ganar elecciones, deben lograr que la mayoría vote por ellos. Los votos les hacen ganar elecciones y las elecciones los legitiman en la ejecución de su plan de gobierno.

Ahora bien, ¿por qué votan los ciudadanos por un determinado partido? ¿Por qué se comportan electoralmente de una forma u otra? Entre los factores que inciden en la preferencia del voto podemos mencionar el ideológico, las campañas electorales y su desarrollo en los medios de comunicación, así como los temas que se colocan en el debate político preelectoral como propuestas partidarias.

Otros aspectos inciden a la hora de por quién se marca la boleta electoral, como son la personalidad del candidato y la coyuntura económica. Los factores negativos que repercuten en la selección del voto son el clientelismo político y la campaña sucia, en uso constante en algunos países latinoamericanos. Hay un elemento interesante que identifico como mixto (puede ser negativo o positivo) que es el voto por asociación espuria, es decir,  por pertenecer a un partido determinado. Aquí prima el sentido de pertenencia.

En las pasadas elecciones dominicanas (mayo de 2016)  partidos políticos, la academia,  medios de comunicación y sectores sociales hicieron suyos temas que consideraron de interés  para el debate político. Entre esos citamos la seguridad ciudadana, la lucha contra la corrupción, la educación, la salud, el aborto, la migración, la discriminación hacia la mujer, entre otros.

Cuando el debate político-electoral se enfoca en la discusión de temáticas específicas en base a un plan de gobierno, se fomenta el voto temático o issue voting (de origen norteamericano) por parte de un electorado más consciente. Esto así, según Anduiza y Bosch (2015) cuando un elector no vota en función de factores estables, sino en función del acuerdo o desacuerdo con un partido en torno a alguno de estos temas de debate, se dice que este elector vota temáticamente. Este tipo de voto coincidiría con el ideal de la democracia representativa porque expresan preferencias sobre políticas, y se acabarían implementando aquellas con mayor apoyo entre los ciudadanos.

Estos autores indican que el voto temático asume tres condiciones mínimas:

  • El ciudadano tiene una opinión sobre un determinado debate político, ya sea la política de vivienda, una guerra en un país remoto, los impuestos, etc.
  • El ciudadano está interesado en ese asunto, es decir, le resulta relevante.
  • El ciudadano conoce la posición que uno o varios partidos mantienen sobre ese tema.

Una de las críticas más sólidas al issue voting es que no se convierte en una realidad empírica, que no pasa de ser un ideal democrático.  Empero, la habilidad cognitiva de hoy en día del ciudadano y la capacidad de acceder a los debates en los medios de comunicación han creado públicos especializados que fortalecen esta forma de voto. (Anduiza y Bosch, 2015).

Particularmente, destaco la evolución de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) y su incidencia en la concienciación del ser humano, lo que permite construir un ciudadano con una visión más crítica y consciente  a la hora de otorgar su voto. Ese voto temático, ese voto motivado en las  propuestas que el elector considera prioritarias para el interés nacional, el bienestar colectivo y el desarrollo  integral de la sociedad dominicana debe ser un objetivo de los propios partidos políticos y de toda la comunidad nacional.

El ciudadano debe conocer qué plantean los partidos políticos  no solamente sobre el tópico de su interés, sino sobre los de la planificación del Estado; para ello se deben impulsar acciones, principalmente, desde la academia que sensibilicen sobre la necesidad de que el debate político se enfoque en ese políticas serias y pertinentes para el colectivo, y que den como resultado un voto temático.

Y ha habido impulsos hacia esos caminos. En el pasado proceso electoral se organizaron los llamados “Diálogos Presidenciales”, en donde distintos candidatos y candidatas presidenciales presentaron sus propuestas sobre los derechos fundamentales, bajo la coordinación de la Universidad Católica Santo Domingo, el Grupo Santo Tomás Moro y Redsocial. Posteriormente, lo propio hizo la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE) en lo que definió como un debate electoral y la Fundación Institucionalidad y Justicia (FINJUS) con el tema de la justicia penal.

Todas son iniciativas que marcan los primeros pasos hacia la cultura de un voto temático o issue voting que pueda vencer el voto clientelista, oportunista, de asociación espuria, al  provocado por una campaña sucia y a otros que las malas prácticas políticas arrastran. Haría falta la implementación de debates electorales institucionalizados, por qué no, mediante una ley.

Anduiza, Eva y Bosch, Agustí (2015). Comportamiento político y electoral. Editora Planeta S.A. 3ra ed. Barcelona.