El debate organizado por ANJE, Grupo Corripio y Grupo SIN el lunes 18 de abril de 2016 demostró una casi generalizada coincidencia de los participantes acerca de todos los temas tratados. Era de esperarse porque asistieron ¡todos! los candidatos presidenciales de la oposición: Luis Abinader (PRM), Guillermo Moreno (Alpaís), Minou Tavárez Mirabal (APD), Hatuey de Camps (PRSD), Elías Wessin Chávez (PQDC), Pelegrín Castillo (FNP) y Soraya Aquino (PUN). Danilo Medina, candidato del PLD, no aceptó ir al debate.

La única divergencia tangencial fue en torno a la propuesta programática de Pelegrín (FNP) de levantar un muro en la frontera para impedir la entrada de ilegales, que fue atacada por Minou (APD), por Moreno (Alpaís) y por Hatuey (PRSD) esgrimiendo argumentos muy convincentes como aquello de que con 3,000 pesos cualquier ilegal soborna un soldado fronterizo para hacerle un hoyo al muro, que era necesario crear empleos y hospitales en la frontera o que lo importante es que el gobierno dominicano haga respetar la ley dentro. Pelegrín aclaró que está consciente de que el muro por sí solo no resuelve el tráfago del tráfico ilegal en la frontera, pero se constituiría en el símbolo de que el país estaría en disposición de afrontar un serio problema de soberanía.

Todo lo demás fue coincidencia absoluta y un respeto mayor entre los participantes y los tiempos. La moderación de Roberto Cavada y Alicia Ortega no pudo ser más equitativa y respetuosa.

Conclusión: La oposición coincide programáticamente en todo pero no pudo o no quiso crear un frente común opositor donde el 90% de ellos –todos se oponen a la reelección- pudo ser electo a una posición legislativa y respaldar a un solo candidato presidencial que es muy probable que forzaría una segunda vuelta muy peligrosa para la reelección.

¿Qué explica que la oposición tenga plena coincidencia programática y no tenga unidad táctica para participar en las elecciones y ganarse una parte importante del poder si es que no pone en peligro la reelección? La falta de un líder o un partido auténticamente popular, preclaro, bañado en el mar del pueblo, que ponga en sintonía las aspiraciones históricas de los dominicanos con las batallas cotidianas de la supervivencia en un país donde los pobres pagan los impuestos y los ricos gozan de las exenciones para hacer de sus monopolios verdaderas fuentes de riquezas.

Cuando a esos partidos que dividen el campo opositor les cuenten los votos y se vean con sus porcentajes de fracción de enteros y enteros de un dígito, el pueblo acumulará otra frustración y ellos una nueva satisfacción porque del 1% de 2012 han pasado al 2% cuatro años después. A ese ritmo se enterrarán al descubierto diez generaciones de pobres dominicanos que ellos creen representar y en las elecciones de 2036 irán (sus copiadores) acumulando un 14% del electorado.

Mientras tanto, la corrupción, el clientelismo y la ignorancia continuarán provocando estragos en la patria de Duarte, Sánchez, Mella, Luperón, Manolo y Caamaño, que supieron cumplir su responsabilidad en cada momento, pero que ahora se invocan como símbolos para hacer exactamente lo contrario de lo que ellos hicieron sin pedir nada a cambio.