Hola amig@s. Les propongo iniciar las reflexiones de este año con un tema del que todavía hace falta pensar y actuar mucho: la corrupción dominicana, la falta de valores y la responsabilidad que como ciudadanos y ciudadanas tenemos. Y es que muchas veces al tratar este tema victimizamos demasiado a la categoría social llamada “pueblo” y queremos responsabilizar a un sólo sector.  Para demostrar porqué esto no es correcto, me parece que Carlos Heredia, uno de esos jóvenes que sienten por su patria, es el interlocutor perfecto, por eso les dejo a continuación el artículo que sobre este tema él ha escrito.

De valores, corrupción, gente y cambio

Carlos Heredia

Hace alrededor de un año, compartiendo con viejos amigos de la secundaria debatíamos un tema sensible de la nación: la corrupción en los sectores privado y  público, y sus efectos negativos en el desarrollo de los pueblos. En aquel momento, tuvimos opiniones encontradas respecto a la razón de ser de este problema y nos centramos, de manera específica, en el cobro a suplidores, aceptación de regalos que reciben las personas de forma paralela al sueldo, su carácter no-oficial en una nómina y las implicaciones de esta práctica, es decir, las comisiones. Discutimos  acerca de como ese pago no figura en la compra o venta, pero, indirectamente, se transfiere a los precios de artículos y servicios.

Dado que en la actualidad, mis antiguos compañeros de estudios y yo estamos situados en diferentes lugares del mundo, recientemente, por vía electrónica, hemos entrado en un nuevo debate que tuvo origen al conocer las cifras de corrupción resultantes para nuestro país en el "Foro Económico Mundial de Davos" (Encuentro que evalúa los niveles de competividad de las naciones, citados en ella solo las más altas élites financieras, empresariales y políticas del planeta) celebrado anualmente en Suiza.

La reacción inicial, fue tratar de minimizar la información del estudio, porque quien enviaba los datos era una persona que, en años pasados, estuvo comprometida en una posición política. Las cifras, que no vamos a detallar, nos dejan mal parados en muchos aspectos de la administración gubernamental, pero este no es el tema a tratar.

Lo cierto es que, luego de esa discusión comprendí, una vez más, que nuestro problema, como país, es SOLO UNO y créanme, no son los políticos o nuestros empresarios. El problema, como tal es que ellos son nuestros “representantes”, una selección de nosotros mismos; con lo cual, es una muestra de lo que realmente somos todos nosotros. Si nuestro sistema es corrupto es porque la gente que interactúa con él, también lo es.

La falta de valores es algo que, lamentablemente, y causa indignación decirlo, pareciera estar en el ADN del dominicano. Es muy común escuchar frases como: "Si no coges lo tuyo cuando tienes posibilidad, eres un parigüayo", "Fulanita tiene xx años trabajando y no se le ve ni un carrito", "Sal de ese partido político que ahí no vas a conseguir nada". Todas estas expresiones, de alguna manera, ya son conocidas y, desafortunadamente, aceptadas dentro de un marco de “normalidad” que en particular aunque no es algo nuevo, aún así debería considerarse alarmante. Y es que nos han educado para conseguir dinero "fácil".

Si bien es cierto que la finalidad para la cual se trabaja es producir y acumular riquezas económicas, de manera que una persona pueda incrementar su calidad de vida y la de los suyos, no es menos cierto que esta mejoría, debe ser algo sostenible; que NO se base en acuerdos "YoGano-TuPierdes” (Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, S. Covey). Es que, por ejemplo, ese bolígrafo que usted se llevó de la oficina para SU uso personal, fue comprado para otros fines y, así como se lo lleva usted, sus compañeros de trabajo también lo hacen, y eso, amiga/o mía/o, se llama ROBO. Da igual que se robe usted tres kilométros  de cable eléctrico ó  500 planchas de madera, o la energía eléctrica consumida en su casa, o los RD$20 que le devolvió demás el cobrador de la guagua, créame, todo eso da igual. Está usted robando. Pero eso, no es lo peor, el problema radica, en que, LE ESTOY LLAMANDO LADRON, y eso no significa nada para usted.

Esto no tiene solución, dicen algunos. No la tiene amigo mío, porque mientras a usted "le importen un carajo" las decisiones que toman los políticos, las cosas no cambiarán. Muchos ciudadanos se hacen eco de la frase: "A mi no me importa quién gobierne, porque yo trabajo en una institución privada, en mi familia nadie tiene cargos políticos, así que no quiero saber de eso porque eso no me afecta".

¡FALSO! ¿Todo el dinero que recibe usted de su labor, sin distinción del sector donde se desempeñe, se gasta comprando con los precios que se encarga de fijar quién? ¿Quién? Pues el Gobierno y los funcionarios de turno, quienes, supervisados por organismos internacionales, son los que fijan nuestras tasas.

El problema, reitero, está presente en las esferas públicas y privadas. En el caso de la primera, actos de corrupción en el sector público, han sido detectados y comprobados, en algunos casos sancionados (la mayoría de estos eventos denunciados por comunicadores de gran valor o sectores externos de ciudadanos activos). En el caso de la administración privada, existe corrupción también y en proporciones quizás mayores. Y aunque usted no lo sabe, o lo sabe pero “se hace el loco”, todo esto, se traduce en aumento de los precios de los bienes y servicios allá, al final de la cadena, a nosotros los consumidores.

Como ciudadanos y ciudadanas, nuestro deber es escoger muy bien a nuestros representantes públicos, a esos sí les podemos escoger. Aunque, claro, el problema es que escogemos tomando en cuenta a los que “sueltan el peso” durante campaña, a los familiares, incluso,  decidiendo, en muchos casos, solo basados en los pronósticos de cuál es el que tiene mayor posibilidad de ganar… ¿ganar qué?

La solución forma parte de usted (y sí, sé que suena como un spot cliché), porque sólo cuando los valores sean más importantes que los beneficios a corto plazo, sólo en ese momento las cosas mejorarán.

Me consta que hay personas y organizaciones que tratan de rescatar algo y enseñan con el ejemplo. Pero es que necesitaríamos un flash masivo (como el que usaron en Men In Black), para borrarnos la memoria y poner ahí VALORES en todos los niveles sociales. Mientras tanto, en lo que se desarrolla o se coloca al mercado esa avanzada tecnología, hagámoslo de la manera tradicional, comencemos por tomar conciencia y educar a nuestros hijos con valores, transmitamos esa forma de vivir desde las aulas, desde el entorno laboral y familiar, en todos. Tenemos los medios necesarios para cambiar, y aunque nos tome varias generaciones, lo primordial, es que comencemos ya.