La sociedad dominicana aborda el tema de la delincuencia juvenil e infantil con mucho sensacionalismo y dramatismo. Parece que no existe la problemática de la delincuencia y sorprende de repente con acontecimientos trágicos que demandan la inmediata acción contra los menores.

El involucramiento de la población infantil y juvenil en redes delictivas es parte de la cotidianidad en nuestra sociedad. Tanto niños, niñas como adolescentes son involucrados por personas adultas en las redes delictivas desempeñando diversos roles.

Las condiciones de vulnerabilidad y desprotección que vive la infancia y la adolescencia empuja a esta población a dedicarse a las actividades delictivas .Hay que entender las condiciones en que vive la gran mayoría de la población infantil y adolescente de nuestros barrios y campos.

Los niños tienen que salir a la calle a buscársela desde edades muy tempranas ( 6-7 años), hacer cualquier oficio desde vender huevos, dulces, limpiar zapatos, ser buzos en vertederos,  hasta lo que "aparezca" para conseguir algo "con que comer". Entre las alternativas que tiene la población infantil y adolescente para conseguir una fuente de ingresos se encuentran las actividades delictivas que están presentes en los barrios.

La población infantil y adolescente vive en un contexto de permanente violencia en el hogar, en las calles y en la vida diaria. ¿Son los menores los principales protagonistas de los crímenes más horrendos en nuestra sociedad?

Por el contrario, la población infantil y adolescente diariamente es testigo de los crímenes más horrendos que comete la policía contra los jóvenes, contra sus propios padres y hermanos.  Recientemente en un barrio de Valverde Mao una niña estaba en los brazos de su padre cuando la policía fue a su casa y lo asesinó. Muchos niños y niñas en grupos focales nos cuentan con detalle los crímenes cometidos por la policía en sus barrios. Estas escenas impregnadas de violencia afectan notablemente a la población infantil que aprende que todo el que quiere imponer su autoridad (padres, madres, maestros y policías) lo hace con violencia.

Otro factor importante en la inserción en redes delictivas es la desprotección en que vive la infancia y la adolescencia de un sistema educativo deficiente en calidad, cobertura, infraestructura y recursos de aprendizaje.

¿Quiénes son los culpables de la delincuencia en nuestra sociedad, los menores?

Todo este panorama nos muestra que la delincuencia juvenil no es el producto de una población infantil y adolescente que se ha vuelto criminal de la noche a la mañana.

Si estamos buscando culpables para someterlos a las duras penas en la cárcel deberíamos empezar por nuestros gobiernos que no invierten en políticas sociales eficientes dedicadas a esta población ni efectivas en la erradicación de la pobreza y la marginalidad. Igualmente a esos mismos gobiernos que no invierten lo mínimo requerido en el sistema educativo para que sea eficiente ( ver caso 4%  y el incumplimiento de la ley) , ni en sistemas de protección de la infancia y la adolescencia con una oferta recreativa, artística y deportiva amplia que llegue a todos los barrios y campos.

Otro elemento a analizar es la acción violenta de la policía. La violencia se aprende, no es una facultad nata de las personas. La policía sirve como modelaje social de la violencia y la delincuencia por su complicidad con las redes de narcotráfico, de robo y atraco presentes en nuestra sociedad. En una sociedad donde un gran narcotraficante internacional tiene un carnet de policía honorífico no puede sorprenderse de que su población más vulnerable esté involucrada en el delito.

El intento continuo cada cierto tiempo de revisar el código del menor y de aumentar la pena contra los menores que delinquen es una buena excusa para desconocer los derechos que tiene esta población en su condición de "menor" y de una personalidad en proceso de formación. También se pretende con ello ignorar la gran responsabilidad que tiene el estado y los organismos de seguridad en que estos menores cometan delitos. Es más fácil buscar opciones de "mano dura" que no han funcionado en ningún país donde se han establecido  (ver experiencias de Guatemala, Honduras, El Salvador, entre otras) que dedicarse a indagar en las causas de la delincuencia y erradicarlas.

Debemos recordar que el problema en este país no es de penas más largas ni más cortas, sino de un sistema judicial que funcione de forma eficiente y transparente. Los únicos que terminan cumpliendo las penas son aquellos que no tienen buenos abogados, dinero para corromper, que están enganchados con autoridades policiales o políticas o simplemente que los sacan para contratarlos como sicarios del mismo sistema.

La eliminación de los delincuentes no elimina la delincuencia, por el contrario, aumenta, se reproduce y se multiplica mientras más duras son las condenas. Las cárceles en vez de rehabilitar son lugares de abuso y de reinserción en actividades delictivas hacia la población infantil y adolescente. ¿Si no hemos sido duros con los narcotraficantes  y los grandes criminales vinculados a las grandes redes del delito (por el contrario se les entrega carnets del DNI entre otros…) porque queremos serlo con los más pequeños?

¿Si a Sobeida se le pone una pena de 5 años, porque queremos poner a exponer los/as adolescentes más tiempo?