La polarización partidista que vivimos hoy en día nos ha colocado ante la difícil situación de pensarlo dos veces a la hora de emitir algún juicio en relación a los dos principales partidos del país.

El chantaje es la nueva forma de hacer política convirtiendo la opinión pública casi en monotemática ante una clase periodística que ha sucumbido a los encantos del poder.

Es así como hemos llegado a la situación de que se acepta como opinión responsable lo que venga de algunas personas identificadas con el pensamiento de uno de los partidos mayoritarios.

Si, por el contrario, usted no comulga con ellos y emite alguna opinión prepárese para coger su cuerda cuando le hagan la misma pregunta ¿De qué partido es usted? Y pobre de usted si afirma no pertenecer a ninguno porque vendrá la burla en su propia cara y hasta la desconsideración.

El problema radica en que, al identificar de qué partido es usted, por sí solo se descalifica para opinar a favor o en contra porque ambos han demostrado ser más de lo mismo y entre bomberos no se pisan la manguera.

También tal situación nos deja otra lectura: nos dice qué tan deteriorada está la imagen de esos Partidos que el solo hecho de pertenecer a alguno de ellos le inhabilita y descalifica para opinar.

Pero, identificarse con un partido de esos tiene sus ventajas porque cada denuncia que se hace, cada nuevo caso de corrupción que aparece si quien lo formula pertenece a uno de estos partidos, su denuncia pasará a formar parte del rumor de las esquinas o terminará en la última gaveta de un archivo, que por cierto están de moda.

Pertenecer a un partido de estos, dependiendo la figura política que represente o su  nivel de influencia, le garantiza que cualquier caso en su contra sea archivado y reinará la impunidad como hasta la fecha ha sido la práctica común de este país.

Las personas denunciadas o acusadas de corrupción o lo que sea se escudarán tras la cortina de humo que dibuja la expresión “eso tiene intereses políticos” y al final nada pasará como sucede con toda denuncia, siempre y cuando  no se trate de un pobre.

Podrán surgir miles de denuncias y ninguna va a prosperar porque existe una componenda entre los partidos que se han alternado el poder y los estamentos que están llamados a administrar la justicia. Cada uno comete hechos bochornosos, pero el próximo no podrá juzgarle porque él o su partido tienen cola que le pisen.

A veces pienso que el pueblo es masoquista pues nos quejamos de ellos, sabemos de más todo lo que hacen y a fin de cuentas se emite el voto por los mismos partidos y como bien dijera Einstein “No puede haber resultados diferentes si hacemos siempre lo mismo”.

Los acontecimientos últimos que hemos visto en donde se llama ladrón a un expresidente y a sus cercanos colaboradores no son más que cantos de sirena que se ahogarán cuando llegue la campaña electoral y se produzca el toma lo tuyo y dame lo mío.

Y seguiremos retrocediendo en el tiempo en esta tierra de Duarte gobernada por una clase política con tanto honor por defender que cualquier acusación la resuelven preguntando ¿De qué partido es usted?