La recién estrenada novela sobre la política, un fabuloso culebrón para este invierno, denominada Operación Anti Pulpo se está poniendo más buena que unos churros con chocolate en un fresco día de lluvia para entretenimiento del personal del país, que somos todos sus sufridos ciudadanos. Su tema son los últimos casos de corrupción descubiertos por las nuevas autoridades y que alcanzan cifras estafatorias impresionantes.
Los casos de los capítulos de la serie, que se presume será larga, están suscitando más interés y chismorreo aún que aquellas tan famosas novelas de La Colorina, Doña Bella y Betty la Fea que en su tiempo arrasaron con todas las audiencias y lloriqueos del país .
Ya sabíamos por oídas, por intuición, y por pura tradición histórica, que habían corruptos en el pasado gobierno como los ha habido en el antepasado, en el ante-antepasado, en el ante-ante pasado y así hasta los albores de nuestra creación como país, y aún mucho antes con los barbudos, no los de Sierra Maestra, sino aquellos que desembarcaron con la cruz y la espada en las manos por si fallaba la primera actuar con la segunda.
En estos asuntos de meter la mano donde no debemos los dominicanos somos únicos, increíbles y excepcionales, hay que reconocerlo aunque nos duela más que una patada en las canillas. Y ya nos han dado tantas que apenas las sentimos. Es más, en esas artes de las malas artes somos como unos virus endémicos, epidémicos y hasta pandémicos por usar términos que por desgracia están en boga.
Pero cosa rara, y tal vez hasta esperanzadora, el nuevo gobierno está llevando una interesante acción anticogioca a la que le ha denominado con acierto ¨Operación Anti Pulpo¨ dado que los perseguidos y atrapados hasta el momento en las redes de los pescadores justicieros tienen, presuntamente, muchos tentáculos para manejar cantidad de negocios ilícitos y atrapar enormes capitales ya sea desde dentro o fuera del gobierno.
En realidad esto no es raro porque siempre por estos patios hemos tenido Pulpos de todas clases. Por ejemplo los Pulpitos de pequeño tamaño como los de los tiempos de Balaguer, que se llevaron entre sus patas infinitos pedazos de los dineros del Estado que son de todos los que engordamos sus arcas con el sudor de los impuestos. Pedazos que comparados con las cantidades que se roban ahora podrán considerarse unas verdaderas chilatas.
También los hemos tenido y con bastante abundancia los Pulpos medianos en aquellos tiempos en que el PRD antiguo ostentaba el poder, en los que muchos políticos y también ¨particulares¨ amasaron fortunas dolosas muy considerables a escondidas o la vista de todos, amparados por el eterno pararrayos de la impunidad oficial. Que nadie se ofenda. Ya hemos dicho que esto de tener manos demasiado largas ha sido una constante en todos los gobiernos que hemos tenido, o mejor dicho, padecido.
Y con el recién afuereado PLD aparecieron en auténticos cardúmenes unos Pulpos grandes, muy grandes, que entre sus larguísimas y activas patas se embolsaron cantidades de dinero estatal de dimensiones que podríamos calificar como bautistianas, nunca antes vistas ni soñadas hasta el momento por los mortales de este patio caribeño, y cuando en un acto de inusitada valentía alguna de ellas se llegó a denunciar, la impúdica impunidad de la justicia contestaba ¨No ha lugar¨.
Pero ahora se han atrapado en las redes unas variedades de pulpos también de gran tamaño, los Pulpones, los cuales presentan ciertas alteraciones genéticas que los hace considerar como una subespecie bastante peculiar, asimismo peligrosa para los humanos pues suelen atacar los bolsillos y la economía de los ciudadanos honestos.
Los Pulpones, que ya no poseen ocho patas como los que a diario se pescan en el mar -los octópodos- sino que por la necesidad y costumbre de tanto coger y devorar ingentes cantidades de recursos han desarrollado docenas y cientos de extremidades -los centópodos- con una capacidad de agarre extraordinaria, sobre todo si son contratos o licitaciones oficiales con miles de millones de pesos dominicanos de por medio.
Asimismo, de tanto sacar la cabeza fuera de su ambiente natural para ver nuevos horizontes los Pulpones han evolucionado para poder vivir, y muy bien por cierto, en tierra firme. Han prosperado sobre todo cerca del palacio presidencial donde tenían un pariente muy cercano de aspecto inocente que los trataba con cariño fraternal, si bien éste no conocía, ni veía, ni se enteraba, de sus delictivas actividades pesqueras.
Entre todos, Pulpitos, Pulpos y Pulpones han logrado montar una monstruosa Pulpería en el país, una factoría que no para de trabajar día y noche, y que de tanta mercancía acumulada en sus almacenes esparce un olor a tiburón podrido que inunda y contamina todo el territorio nacional. A todos esos pulpos, deberían apalearlos y sancocharlos para ablandarlos, como se hace con los de verdad cuando se cocinan, después cortarlos en ruedas finas y echárselos a los tiburones, pues para el género humano son incomestibles y hasta venenosos.
¿Qué exageramos? Pues creemos que aún nos quedamos cortos. Demasiado cortos.