El esposo era públicamente conocido como un picaflor.  Era doctor de profesión, y en eso también tenía buena fama.  Poseía estabilidad financiera, familia y un set de amigos con los cuales “salir a botar el golpe”.  Los viernes por las tardes, era lógico encontrar al doctor en un bar, ambientado entre tragos y tirando canitas al aire.

Por su parte, la abnegada esposa, que había pasado por todas las etapas de insatisfacción, ante esa costumbre hecha ley a fuerza, tenía como norte el suprimir sus decepciones, para salvar la familia y el matrimonio.  Teniendo mucho tiempo para sí, sábado tras sábados, mientras el esposo extendía sus andanzas a lo largo del fin de semana, un día ella empieza a notar una congregación de carros, que llegan a casa de uno de sus vecinos a la misma hora.  Presa de la curiosidad veíaal grupo entrar a la casa y unas tres a cuatro horas más tarde, salir todos sonrientes.  El grupo cada vez se hacía más numeroso, así que para el cuarto sábado, la mujer decidió que ella averiguaría de qué se trataba.

Qué es ese grupo de personas que vienen a tu casa los sábados por la tarde?  Preguntó la mujer al encontrarse con el vecino en un supermercado.  Es un grupo de estudio Bíblico, -contestó el hombre con naturalidad- Nos congregamos, vamos estudiando los libros y explicamos el mensaje intrínseco.  También oramos e intercedemos por las necesidades de cada quien, y al final siempre tenemos una cena, ya que cada quien trae algo para compartir.

La mujer expresa su sorpresa, pues dicho escenario jamás le pasó por la cabeza.  El ver personas teniendo momentos amenos contrastaba con la soledad e indiferencia en la que se revolvía su vida.  Ella anhelaba un cambio y algo de atención.  Si ese vacío no se llenaba apropiadamente, quién sabe por cuál rumbo la llevaría.  Después de todo, sabía en lo que andaba el esposo, y ya en varias ocasiones se le había sugerido que hiciera uso de su derecho a divertirse también.

¿Y yo puedo venir? Preguntó ella esperanzada, deseando que no le pusieran peros, puesesta distracción era mejor que nada.  Por supuesto que sí, eres más que bienvenida!  Le expresó amablemente el hombre, dejándole saber que podía traer cuantos acompañantes quisiera.  Así, a la siguiente reunión, la mujer del escurridizo doctor se integró al grupo, con Biblia y comida en mano.  Al cabo de dos meses, un día pidió hablar en privado con el moderador, su vecino…

Se trata de mi esposo, -le dijo- tú sabes bien a lo que me refiero…   Pues sí hermana, lamentablemente su fama lo pone en evidencia.  Dijo el hombre tratando de ser respetuoso.   Es muy difícil sabes?, ser yo en esta comedia de matrimonio.  –dijo ella con un grado de dolor y resignación-  Es por eso que necesito saber qué hacer?  He escuchado los testimonios de los hermanos de cómo Dios les ayuda en sus circunstancias. Yo quiero que Dios me ayude en las mías, a ver si cambia a este hombre.

El vecino meditó brevemente antes de contestar.  Él no era Pastor ni consejero matrimonial.  Su rol como líder del grupo, se debía a los años que tenía ya compartiendo sus conocimientos Bíblicos con nuevos creyentes.  Su vida familiar, su trabajo y decisiones todas reflejaban los frutos de una vida en integridad.  Era feliz en su matrimonio, sus hijos llevaban una vida modesta pero estable y satisfactoria, por lo que la vida les sonreía.  Su vecina a lo mejor manejaba mucho más ingresos que él, por el éxito de su esposo, pero en todo lo demás era miserable.  No se trata de que nosotros lo cambiemos, -contestó-ese es trabajo del Espíritu Santo.  El mejor consejo que te puedo dar, es hacer lo que sé, decirte lo que dice la Palabra de Dios.  1 Pedro 3:1  Asimismo vosotras, esposas, sujetaos a vuestros propios maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas.  Este versículo no está obligándote a aguantarle todas sus acciones cual mártir; sino a actuar con sabiduría.  Tú conoces bien a tu marido, sabes lo que le gusta.  Has de tu casa eso, un lugar que a él le guste, al grado en que quiera estar allí más tiempo.  No estoy hablando de esperarlo lista para la intimidad, como dicen en las calles que así se amarra al marido.  Estoy hablando de que, lo expongas a ver los momentos gratos que se viven en el hogar.  Una buena cena, actividades con los niños; que él sienta deseos de no perderse lo que viene.  Por supuesto, no todo va a funcionar desde el principio, pero tu sé constante.  Deja la ira, no andes peleando, y cuando llegue le dices, mira lo que te guardamos, o cuéntale alguna hazaña de los hijos.  Mientras, ora, reclámalo en oración, cúbrelo, protégelo y sobretodo, perdónalo.  Cuando sanes tu corazón con el perdón, Dios te dará lo que más anhelas…

La mujer aceptó valientemente el reto.  Al principio muchos platos exquisitos se quedaron sin probar, lo cual resultaba decepcionante, más se mantuvo persistente.  Poco a poco las cosas empezaron a cambiar en torno al hogar.  Los niños estaban más felices, y respondían con entusiasmo ante este nuevo fenómeno transformador que se respiraba entre ellos.  La mujer misma se sentía menos frustrada, y que ciertas cosas estaban sucediendo con menos esfuerzos.  Tanto ella como los niños se maravillaron cuando empezaron a tener al padre presente en el hogar en horas en que nadie lo esperaba.  Al cabo de dos meses, los mismos amigos compañeros de andanzas se quejaban de que el doctor ya no era el mismo, algo estaba cambiando en él, pues no estaba frecuentando los bares tan a menudo.

Cuatro meses después de haber recibido aquel consejo, a la reunión Bíblica se integraron nuevos miembros.  La mujer no vino sola esta vez.  Llegó acompañada de los hijos y para sorpresa de todos, también del esposo.  Ese día ellos fueron los protagonistas.  Testimoniaban de los grandes cambios para bien que habían ocurrido en sus vidas.  La mujer puso en alto el nombre de su marido, ante todos en el grupo, presentándolo como un buen padre y compañero, que había respondido a la invitación de permanecer más tiempo con su familia, y que por cuanto lo hizo, ahora imperaba una valiosa felicidad entre ellos.  El grupo se regocijó con la noticia, y varias reuniones más tarde, el doctor mismo les agradeció el tiempo que cada uno de ellos dedicó en oración por el cambio surgido en su familia.

Desde entonces, el doctor desapareció del ambiente de los bares.  La porción de dinero que perdía entre tragos y mujeres estabilizó más aún su familia.  Su fama ahora se fragmentaba entre ser un buen médico y el cambio que había dado dejando de ser un Picaflor.   Él reconocía y empleaba su otrora fama para aconsejar a otros a valorar lo que realmente es importante en la vida.  Este hombre se ha vuelto un pilar en su congregación y un testimonio vivo de que Dios trabaja transformando los corazones, para que entonces demos buenos frutos en nuestras vidas.  Todo comenzó con una mujer atribulada por la soledad, que se integró a una actividad sana y positiva, donde tuvo un encuentro con su Creador, creyó a su Palabra, la puso en práctica y recibió como recompensa, los anhelos de su corazón.

Vale la pena meditar en lo que conviene, evitando caer en tentaciones.  Qué buscamos?  A quiénes escucharemos?  A aquel que nos invita a ser vengativos, alocados; o a Aquel que nos saca de las tinieblas a la luz?  Dios nunca va a pedirte que hagas nada que vaya en detrimento tuyo.

Proverbios 1:1-7Para entender sabiduría y doctrina; para conocer las razones prudentes;
3para recibir el consejo de sabiduría, justicia, juicio y equidad;
4para dar sagacidad a los simples, y a los jóvenes inteligencia y cordura.
5Oirá el sabio, y aumentará el saber; y el entendido adquirirá consejo;
6para entender parábola y declaración; palabras de los sabios, y sus enigmas.
7El principio de la sabiduría es el temor de Jehová. Los insensatosdesprecian la sabiduría y la enseñanza.

¡Bendiciones!