Como ya he dicho otras veces, la educación es la eterna asignatura pendiente en la República Dominicana, cuando no cojea de un pie cojea del otro y a veces parece paralítica por lo difícil que es avanzar en esta materia. A pesar de las declaraciones optimistas, los continuos seminarios y reuniones sobre el particular, en donde se repite una y otra vez, la importancia que tiene para alcanzar el desarrollo y como vehículo de movilidad social; los hechos se encargan de desmentir las palabras.

En los últimos días, los comentarios se han centrado en los resultados de un concurso de oposición docente para escoger a miles de maestros que necesita el sistema educativo dominicano, convocado por el Ministerio de Educación. De acuerdo a las informaciones que circulan, en éste participaron unos once mil postulantes, de los cuales sólo 528, menos del cinco por ciento, lograron pasar las pruebas aplicadas, que fueron las correspondientes al nivel primario. Aunque estos datos no han sido confirmados por el Ministerio, no resultan sorprendentes, pues anteriormente en casos similares los resultados habían sido tan decepcionantes como éstos.

Este es un problema que viene presentándose desde hace tiempo, en donde ha quedado evidenciado más de una vez, que quienes tienen la responsabilidad de enseñar, no saben lo que tienen que saber y las víctimas de esta situación son los estudiantes.

Los miles de millones de pesos que se han dedicado a costear cursos de actualización y preparación de profesores, impartidos por varias universidades, no han dado los resultados esperados, pues éstos continúan siendo tan incompetentes como siempre. Las universidades cobraron por sus servicios, sin que nadie cuestionara los pobres resultados obtenidos.

Creo que el caso es para que todos nos sintamos preocupados y avergonzados. Una Nación con las nuevas generaciones en manos de profesores con tan mala preparación no le espera un futuro prometedor. Mientras tanto, la educación pública continúa estancada, la publicitada " revolución educativa" nunca se produjo. Sí se hicieron grandes negocios construyendo escuelas y comprando solares.

Me parece que más importante que criticar y señalar errores, es encontrarle solución a este importante problema que padecemos, el cual dificulta la obtención de la prosperidad y fomenta la desigualdad. No creo que sea necesario argumentar a favor de los impactos positivos de la educación, ni de  las ventajas que se obtienen con programas bien sustentados y planificados, pero lograr esto sin buenos profesores es una tarea imposible. Educar es dar oportunidades; está más que demostrado, que una buena educación disminuye los niveles de pobreza y aumenta las capacidades productivas.

Pongamos manos a la obra y capacitemos con supervisión y evaluación continua a nuestros profesores, escojamos para esto a las universidades que han demostrado tener los mejores resultados.

Las nuevas autoridades han anunciado que harán las cosas de manera diferente y que cambiarán muchas para mejorarlas. Esperamos que estos anuncios se conviertan en realidad para ver a la educación transitar por nuevos caminos que nos lleven a tener una buena calidad educativa.

Recordemos que sin educación no hay futuro, ni desarrollo, ni país.