ENERO.

Enero,  janeiro,  Janvier,  January debe su nombre al dios de la mitología romana Jano. Jano es el guardián de la puerta. La puerta es el comienzo del nuevo año. Jano además tiene dos caras. Albert Camus utilizó esta imagen para simbolizar en su obra “La Caída” el debate de su protagonista entre el pasado y el futuro.

Este enero, como siempre, apela con sus resoluciones, a la mejora personal y colectiva; brinda oportunidades, trae desafíos, incertidumbre y nos ofrece con su tabla rasa la posibilidad de imaginar rupturas y reinicios (pasado-futuro).

Y qué oportuno es que sea en enero el aniversario del natalicio de Juan Pablo Duarte y podamos iniciar este año con Duarte en nuestro “top of mind” gracias a la efeméride de su bicentenario.

El bicentenario del nacimiento de Juan Pablo Duarte, si bien pudiera generar mayor entusiasmo y utilizar recursos novedosos para acercar al Prócer a las nuevas generaciones, ha desplegado de manera principal en las pocas librerías que nos quedan, literatura que permite a los aficionados a la historia y los libros, trazarse al menos como meta personal, redescubrir a Duarte.

Y en ese ánimo emprendimos la lectura de la Biografía de Duarte de mi profesor Orlando Inoa y de la colección del Banco Central titulada Duarte Revisitado.  El contrapunto obligado al leer de Duarte, los trinitarios y su triste y olvidado destino, es la reflexión sobre el estado de cosas actual; particularmente la comparación entre el ideario de Duarte y el ejercicio político contemporáneo.

Sin embargo, lejos de abordar este punto, quisiera compartir lo que fue para mí el mayor y mejor de los descubrimientos, quizás porque difícilmente sea esa observación algo relevante o que invite a mayor debate o reflexión. Se trata del descubrimiento de la impresionante red de organizaciones de la sociedad civil que, no solamente eran forjadoras de opinión pública y presión política sino que, fueron directamente responsables de rescatar nuestros héroes, el ideario patrio y la ilusión nacional.

Mi generación tiene la impresión de que las organizaciones de la sociedad civil son creaciones importadas, con agendas financiadas por organismos multilaterales o la cooperación internacional que fueron implantadas con objetivos específicos algunos ajenos a las aspiraciones criollas. Por eso descubrir la beligerancia de las sociedades como Amantes de la Luz, La Republicana, La Juventud, El Progreso Democrático, los Hijos del Pueblo, Justicia al Mérito, que durante la segunda mitad del siglo XIX y en medio de los convulsionados años de la anexión, la Restauración y las guerras de los caudillos me recordó que al lado de esas luchas intestinas y políticas siempre han existido espacios para hacer historia.

Vi entonces que en República Dominicana esos espacios no son importados, son autóctonos. El joven Duarte con su Filantrópica, su teatro en La Dramática y su conspiración secreta en La Trinitaria ya los utilizaba para alumbrar nuestra patria.

Por eso, este enero, apuesto a esos espacios civiles y ciudadanos para forjar nuestra historia; y a que en la pugna de Jano mirando hacia atrás y hacia delante, optemos por el futuro, por lo nuevo y por lo incierto como cuando Duarte con optimismo favoreció luchar por un nuevo estado de cosas e inspiró a tantos jóvenes con su energía, su determinación y coraje a arriesgar vidas y bienes para implantar una república libre y soberana e independiente de toda dominación extranjera que se denominará República Dominicana y, gracias a ellos, aquí estamos.