Hace algún tiempo que circula en Internet – en Twitter, Facebook y también por correo electrónico – una opinión emitida por la política francesa Marine Le Pen, presidenta del partido francés Frente Nacional, sobre el tema haitiano en República Dominicana. Salvo error de mi parte, he visto dicho mensaje en el Twitter de algún dirigente de la Fuerza Nacional Progresista. Esto me preocupa. Pero me preocupa mucho más el que muchos dominicanos reproduzcan el mensaje de Le Pen, inocentemente, citándola como una gran autoridad, como una prueba irrefutable de la irrebatibilidad de sus posiciones, sin conocer los antecedentes de la persona a la que citan.
El Frente Nacional es un partido de extrema derecha francés. Fue fundado por Jean-Marie Le Pen, personaje funesto donde los haya ¿Por qué funesto? Veamos: El señor Le Pen ha sido condenado en múltiples ocasiones a multas, indemnizaciones y prohibiciones temporales de presentarse como candidato ¿Por qué? Por amenazas de muerte (contra un jefe de policía). Por agresiones voluntarias (incluyendo a una mujer ¿Por qué me resulta esto familiar?). Por apología de crímenes de guerra. Por antisemitismo insidioso. Por opiniones públicas denigrantes, además, contra los enfermos de SIDA, los árabes (a quienes considera “una amenaza contra la patria” ¿ ¿Por qué me resulta esto familiar?) y los gitanos. Por difamación. Por insulto público. Por banalización de crímenes contra la humanidad y consentimiento con lo horrible. Por evocación de pena de muerte por decapitación de una de sus contradictoras, a quien seguramente consideraba traidora (¿Por qué me resulta esto familiar?). Por haber declarado públicamente que creía en la desigualdad de las razas. Por provocación al odio racial. Por negación de crímenes de guerra. Finalmente, por insulto de carácter racial. Le Pen no ha sido condenado solamente por tribunales franceses: También por tribunales alemanes, que castigan duramente la negación y apología de los crímenes nazis.
Jean-Marie Le Pen reconoció públicamente haber torturado adversarios cuando combatió durante la Guerra de Argelia, país que hasta entonces había sido colonia francesa. Si no fue condenado, fue por la amnistía general que se aplicó a los participantes de esta guerra.
Para no cansar al lector, solo reproduciremos aquí sus “perlas” más notorias: Su proposición de confinar a los enfermos de SIDA, tal y como se hizo antes con los leprosos. Su deseo de que todos los africanos se infectaran con el virus del ébola. Pero quizás la peor fue haber afirmado que las cámaras de gas donde murieron millones de judíos fueron “un detalle de la historia”.
Le Pen ha sido sometido a la justicia por individuos, por diversas asociaciones contra el racismo y de descendientes de víctimas de los campos de concentración nazis.
En las elecciones presidenciales de 2002, Jean-Marie Le Pen quedó sorpresivamente en segundo lugar, pasando a la segunda vuelta. Como sería una vergüenza para la cuna de la declaración de los derechos humanos, los socialistas, encabezados por Lionel Jospin, apoyaron a Jacques Chirac, quien le ganó mucho a poquito a Le Pen.
En 2011, Jean-Marie Le Pen pasó la presidencia del partido a su hija Marine como si de una herencia se tratara (¿Por qué me resulta esto familiar?). A pesar de que el objetivo principal de esta ha sido el de “desdiabolizar” su partido, de darle una imagen de partido de derecha “tradicional”, no lo ha logrado completamente. En las elecciones europeas de 2014 no pudo lograr su objetivo de formar un grupo parlamantario de extrema derecha, pues muchos partidos de extrema derecha la rechazaron, considerando que su imagen dañaría a la de ellos. Menuda reputación que tiene el FN. Hasta entre sus iguales.
Como su padre, se ha visto condenada en diversas ocasiones: Por procedimiento abusivo, por difamación, por incumplimiento de pago a abogados, por manejo peligroso (por lo que le quitaron la licencia), por fraude electoral.
Marine Le Pen es bastante menos impulsiva que su padre. La verdad sea dicha, bastante más inteligente – o quizás convendría mejor decir más astuta, más sabichosa – pero como hija de gato, caza razones: En 2010 declaró que la presencia de musulmanes en Francia era similar a la ocupación nazi. El rechazo de los partidos políticos y numerosas instituciones fue unánime. Para evitar un juicio en su contra, se retractó de su comentario.
Habrá quien diga que Marien Le Pen se ha distanciado de las posiciones de su padre. Entiendo que es solo apariencia. Para muestra, dos botones: Recientemente Mediapart – periódico digital que considero la versión francesa de ACENTO – publicó una foto tomada en 2011 en una fiesta donde Marine Le Pen estaba presente, en la cual se ve al tesorero del grupúsculo Marianne – guardia pretoriana de Marine Le Pen – haciendo el saludo nazi. Por otro lado, Marion Le Pen, sobrina de Marine y estrella ascendente del partido, ha sido fotografiada en compañía de miembros de grupúsculos nazistas.
Increíble, setenta años después. Increíble, setenta millones de muertos después.
He aquí todo lo que se esconde detrás de un inofensivo – en apariencia – comentario.
Desde que me fui del país, hay cosas que han cambiado para bien y otras que han cambiado para mal. De estas últimas, la que más me duele es la extremaderechización – si se me permite el neologismo – de nuestra sociedad.